NAVIDAD

Written by Rev. Martin Añorga

19 de diciembre de 2022

El próximo domingo 25 estaremos celebrando la Navidad, fecha sagrada que conmemora el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo. Será una bendita ocasión para alabar con gratitud a Dios por concedernos el privilegio de su presencia, que llena de fe, gratitud y esperanza nuestras vidas.  Los pastores que cuidaban sus rebaños y los ángeles, enviados desde el cielo, ofrecieron este inspirador mensaje: “No tengan miedo. Miren que les traemos buenas noticias …, hoy ha nacido en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor. Continúa La Biblia afirmando que una multitud de ángeles en el cielo alababan a Dios: “Gloria a Dios en las alturas, y en la Tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.

Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente, preguntando ¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos?, vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo. Cuando los oyó, se turbó el rey Herodes, y les preguntó dónde el Cristo nacerá y toda Jerusalén con él. Entonces reunió a los jefes de los sacerdotes y les hizo la misma pregunta. Le respondieron que en Belén de Judea, porque esto es lo que ha escrito el profeta: “pero tú, Belén, en la tierra de Judá de ninguna manera eres la menor entre los principales de Judá; porque de ti saldrá un príncipe que será el pastor de mi pueblo Israel”.

Todos sabemos que el rey Herodes se reunió con los reyes del Oriente para pedirles cómo podría ir a ver el niño para adorarle. Los sabios que hicieron regalos al niño recibieron recado del cielo de que se apartara de Herodes porque sus intenciones estaban cargadas de maldad.

José y María cumplieron con todos los requisitos del sistema religioso de los hebreos en relación con los recién nacidos.  Es interesante que José, por medio de un sueño, recibiera esta orden: “levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.”    

Después de que murió Herodes el ángel, desde las alturas del cielo, envió a José, a su esposa María y al niño Jesús de regreso a Israel.

Nosotros, hoy, después de haber mencionado interesantes sucesos relacionados con el nacimiento de Jesús queremos hablar de su santa presencia en nuestras vidas. 

El Día de Navidad ha sido históricamente una fecha festiva para los cristianos militantes y para el pueblo en general. Cambios han existido y existirán, pero el tema central e inmutable es que adoramos al niño Jesús de manera personal por incontables razones.

Algo que vamos extrañando es el simpático saludo que disfrutábamos por medio de tarjetas con bellezas de ilustraciones. Yo, y excúsenme el comentario personal, hace diez años recibía alrededor de 500 tarjetas y enviábamos una cantidad semejante. Hoy, hasta este momento no hay más de tres tarjetas en mi buzón de correo. Lo que es la moda es la llamada telefónica y la nota individual con el mismo tema y grabado que se desliza por la pantalla de nuestra computadora.

Nuestra cena de Navidad era familiar y tal vez con la presencia de amigos que viven solos o están separados de sus familiares que viven en el exterior del país. Un notable número de personas celebran la cena navideña en un restaurante, sin una oración de alabanza a Dios y sin la inspiración de la generosa música navideña que nos emociona y nos invita a pensar en años pasados en nuestra patria.

No nos cansaremos de decir que la Navidad es una fecha fundamentalmente religiosa. En nuestras Iglesias suelen celebrase extraordinarios servicios musicales, con mensajes de Dios y melodías de siempre.  Se espera nuestra presencia.

Una característica de la Navidad es la tristeza que muchos de nosotros alojamos en nuestros corazones. Recordar a seres humanos que han sido trasladados por la muerte a las regiones celestiales es siempre una dolorosa experiencia. Separemos unos minutos y hablemos con Dios pidiéndole que nos llene de consuelo y paz.  Entristecer a otras personas con nuestras lágrimas es un tramo de dolor por el que debemos reclamar a Dios su consuelo. La Navidad es la hora de la sonrisa, no la de enlutarnos. Hay gozo que brota desde las alturas, y buena voluntad para mirar al cielo con sagrada gratitud y amorosa paz.

Termino citando una estrofa del extraordinario himno compuesto por el inolvidable Roger Hernández: “Jesús, cuando naciste, la paz y la justicia se besaron quebradas las tinieblas. Fueron por tu venida que trajo amor y luz a nuestras vidas”.

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