MUJERES EN LA HISTORIA

Written by Libre Online

5 de marzo de 2024

RAFAEL SOTO PAZ

LA FUNDADORA DE LA CRUZ ROJA AMERICANA

RSP (1948)

Mujer insigne en la expresión de los sentimientos altruistas americanos, fue Clara Barton.

Nació, el 25 de diciembre de 1821 en Oxford, Mass y se educa en Clinton, New York. Tan pronto toma su título de maestra, establece un colegio en Bordentwon, New Jersey. Y cuando estalla la Guerra Civil (1861), abandona la escuela y marcha al campo de batalla a curar a los heridos. Poco después, en 1864, se hace cargo de los hospitales de sangre y al año siguiente se dirige al Cementerio Nacional de Andersonville, donde logra identificar las tumbas de doce mil muertos habidos en la contienda. Luego presta sus humanitarios servicios en la Guerra Franco-Germana, (1870) y se pone en contacto con el Comité Internacional de la Cruz Roja. Regresa a los Estados Unidos y funda en 1881, la Cruz Roja Americana, ocupando la presidencia de esa institución hasta 1904.

En 1884 acude Miss Barton como delegada de su patria a la Conferencia Internacional del organismo que preside, que se celebra en Ginebra, Suiza, y al Congreso Internacional de la Paz, que por ese año se reúne en dicha capital. Luego se dedica a escribir, por encargo del Congreso norteamericano, una historia de la Cruz Roja. Se incorpora al Cuerpo de Sanidad Militar de los Estados Unidos y durante la Guerra Hispanoamericana, presta sus servicios como enfermera mientras dura el conflicto. Los auxilios que el pueblo norteamericano envía al de Cuba, abrumado por la miseria que la guerra ha provocado en nuestro país, son distribuidos bajo la dirección de Clara Barton y a ella se debe, en gran parte, la organización de los servicios de beneficencia pública durante la intervención yanqui en Cuba como también los de salubridad. El estado de atraso en que la metrópoli madrileña ha mantenido a la colonia insular es motivo de asombro por parte del grupo de higienistas que el gobierno de Washington enviara a Cuba. La población campesina vegeta en un plano de abandono, esquilmada, ignorante y en unas condiciones de inferioridad que la “reconcentración” weyleriana ha incrementado. Al instante, Clara Barton comprende la tragedia vivida por el cubano, que reclama una rápida actuación. Moviliza con ejemplar pericia los voluntarios de la Cruz Roja, cura heridos, inocula optimismo y al poco tiempo la transformación operada se puede elogiar.

De aquí que esta ilustre mujer –fallecida en New York el 12 de abril de 1912–, por su capacidad de trabajo y elevados sentimientos filantrópicos, merezca el título de gratitud de los cubanos y su nombre sea honra de América. La obra humanitaria, pues, de Clara Barton, perdurará en la historia mientras los humanos tengan un átomo de bondad.

LA CONDESA DE MERLIN

RSP (1947)

La condesa de Merlin fue una de esas criollas ardientes que en el siglo XIX pregonó por los salones europeos el fuego erótico de la tierra tropical. Se llamaba María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, hija de los condes de San Juan de Jaruco y de Mompox. 

Y fue en La Habana donde nació el 5 de febrero de 1789. Al trasladarse los padres a Europa, la niña Mercedes queda confiada al cuidado de su bisabuela, Doña Luisa Herrera durante 9 años hasta que regresaron sus progenitores. 

En 1801 ingresa de pensionada en el Convento de Santa Clara. Se la quiere hacer monja, pero Mercedes no ha nacido para llevar los hábitos. Y todo lo contrario, la vida conventual la sofoca y un buen día se fuga del convento con no pequeño escándalo de la comunidad y de sus mayores. A los 13 años se embarca con sus padres para Europa. 

En Madrid el salón de los condes de Jaruco es uno de los de más alto tono social, al mismo acuden ilustres literatos y afamados artistas. En las reuniones literarias se presentaba lo más florido de la monarquía. No es de extrañarse, pues, expresa un biógrafo que, bajo el influjo de tantas personalidades, alcanzara Mercedes el complemento de perfecciones que rindió a los principales jefes del ejército invasor de Napoleón, y entre ellos, al general Merlin.

Muere el padre de la hermosa Mercedes y como su tío, el general O’Farrill se pone al servicio del Gran Corso, la condesa viuda de Jaruco y su hija se hacen afrancesadas. Y comienzan a brillar en la corte madrileña del inepto José Bonaparte. Entre los generales de “Pepe Botella”, como los chuscos, llamaban al nuevo Rey, figura el Conde de Merlin. Enamora a la aristocrática habanera y en 1810 se celebra el matrimonio, apadrinado por el Rey. Al retirarse en 1813 las tropas francesas de España, los condes de Merlin se establecen en París y aquí la cubanita brilla tanto por su talento como por su belleza caliginosa.

En 1840, la Condesa de Merlin, añorando su tierra natal, embarca para la isla permaneciendo un año. Acopia datos para su comentado libro en francés, “Voyage a La Habana” en el que describe las más típicas costumbres criollas, urbanas y campestres. Ya antes, ella había publicado otras dos obras en el idioma de Balzac: “Mis doce primeros años” e “Historia de la hermana Santa Inés”, las que aparecieron anónimas. Luego vuelve a Francia y en este país fallece el 31 de marzo de 1850.

No fue la Condesa de Merlin, solamente una mujer de mundo. Poseyó también raras cualidades de escritora, distinguiéndose por la sencillez de su estilo y su fino arte en la educación de personajes y escenas del país natal. Sus obras, como señala un crítico tan eminentemente cubanas, aunque vendidas en traje francés, no pueden ser sino producto de aquella entusiasta criolla que lloraba sobre los recuerdos de sus primeras emociones y para quien las inspiraciones no eran más que desahogos de un alma tierna que suspiraba como la Avellaneda en Madrid, como Heredia en Toluca, por la patria ausente y nunca olvidada.

UNA DAMA DE ABOLENGO

RSP (1952)

Una matrona de abolengo cooperó a la liberación de Argentina fue Mariquita Sánchez. En los salones de su rica residencia se verificaban animadas tertulias, se bailaba el minuet, se comentaban los acontecimientos patrióticos y se hacía vida intelectual.

Hija de don Cecilio Sánchez y doña Magdalena Trillo, nace María en Buenos Aires el primero de noviembre de 1786. Aquí cursa su educación y en 1805 contrae matrimonio con el alférez de fragata Martín Jacobo Thompson. A partir de ese instante la dama comienza a descollar por su refinada cultura y sus actividades dentro de la alta sociedad. 

Cuando las invasiones inglesas, la señora de Thompson coopera con su esposo en la defensa de su tierra natal. Y al sobrevenir la Revolución de mayo (1810), participa al lado de los patriotas, contribuye económicamente a las expediciones de Belgrano y San Martín al Alto Perú y también recaba fondos para el ejército libertador. “En la residencia de la calle Unquera, hoy Florida –relata un historiador–, Mariquita Sánchez reunía en animadas tertulias las patricias y patriotas más esclarecidas, como también algunos médicos, sabios, artistas y publicistas extranjeros. 

En el clavicordio y en el arpa de su sala fastuosa, vibraron por vez primera, durante una de esas reuniones, las solemnes notas del himno patrio. El alférez falleció en el viaje de regreso, después de cumplir una breve misión diplomática en Estados Unidos, dejando a la bondadosa dama con cinco hijos. Luego en 1820 la señora Sánchez contrae segundas nupcias con Jean de Mandeville, joven cónsul de Francia en Buenos Aires. 

Inicióse entonces en la vida de Mariquita Sánchez un nuevo período que comienza con la época rivadaviana. Se vincula a la fundación y organización de la Sociedad de Beneficencia; se entrega por entero a esa obra, redacta comunicaciones oficiales, inspecciona hospitales, funda establecimientos de educación, reanuda las tertulias literarias, hasta que el dictador Rosas la obliga a emigrar a Montevideo ciudad en donde permaneció trece años al lado de su hijo Juan Thompson, líder de los proscriptos unitarios”.

En 1852, caída la tiranía, retorna Mariquita a Buenos Aires, donde continúa siendo el centro de atracción de la sociedad culta y elegante. Mantuvo íntima amistad con los ilustres literatos Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez y a los ochenta y dos años, el 23 de octubre 1868, entrega su alma al Creador la linajuda dama.

Ya nadie quedaba de su época…, Mariquita Sánchez era solo un recuerdo. 

Nuevos hombres y nuevas ideas que culminarían con la generación de 1880 ocupaban el escenario de sus triunfos de antaño. Mariquita Sánchez era sólo un recuerdo. Un recuerdo en el que se mezclaban las atracciones mundanas con los arrebatos patrióticos.

LA POETISA SOFÍA ESTÉVEZ

RSP (1951)

Poetisa de espontáneos versos, llama Remos a Sofía Estévez Valdés. Camagüeyana de pura cepa (allí nació en 1848), funda en 1896, con Domitila García, “El Céfiro”, primer periódico redactado por mujeres en Cuba. En la Revolución del 68 se unió a los mambises, compartiendo con ellos todas las privaciones. 

En 1875 da a la estampa el tomo de poesías: “Lágrimas y sonrisas”, en el que vierte su hondo cariño a la madre querida. Casada con el patriota Mariano Rodríguez Zayas, en el 95 tuvo que emigrar con sus hijos a Cayo Hueso. Vuelta a La Habana, allí fallece el 5 de marzo de 1901.

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