“Toda clase de animales salvajes intentaron comernos cuando estábamos perdidos y asustados”
“¡Están vivos!…¡Están vivos!”, fue el grito que lanzó uno de los rescatistas que después de más de 40 días logró encontrar a cuatro niños indígenas que se encontraban perdidos en la peligrosa jungla de Colombia.
Se trata de Lesly Jacobobombaire (13 años), Soleiny Jacobobombaire Mucutuy (nueve años), Tien Noriel Ranoque Mucutuy (cuatro años) y Cristian Neryman Ranoque Mucutuy (11 meses).
Están deshidratados y con picaduras de insectos. Increíble porque en este grupo de niños había un bebé. Precisamente su chupeta ayudó a orientar a los grupos de rescatistas y pudieron encontrarlos sanos y salvos.
Los niños tienen un alto grado de deshidratación, desnutrición y además bajaron por lo menos la tercera parte de su peso ante la falta de comida.
Ellos pertenecían a la comunidad indígena “muinane”, que son considerados uitoto y viven cerca del río Cahuinarí y de la Araracuara, en Caquetá, donde se extraviaron tras un accidente aéreo.
La pericia de la niña de 13 años le permitió encontrar en medio de la selva todo lo que necesitaban para mantenerse con vida y proteger a sus hermanos. La menor encontró los elementos necesarios y logró organizar a los demás para ayudar a sus hermanos.
La niña de 13 años construyó un cambuche para protegerlos del agua, allí también esto les permitía descansar, además de que también tenían algo de seguridad.
De acuerdo con lo encontrado por los militares en la zona, este lugar fue construido con hojas y palos. Entre las pistas encontradas fueron frutas con mordeduras recientes, un tetero, tijeras e incluso moñitas con las cuales la niña de 13 años y sus hermanos ataron las hojas para ayudar a sostener el cambuche.
A esto se suma que la mayor, quien se convirtió en la líder del grupo, abrió las maletas y sacó de ellas algunas pertenencias que utilizaron cada día que lograron sobrevivir. En total permanecieron en la selva por 40 días.
Los rastros dejados por los niños confirman que estuvieron caminando, buscando la forma de salir de la selva aprovechando los conocimientos de la zona, y a su vez dejaron pistas que permitieron encontrarlos.
La niña pudo identificar no solo los elementos para construir el cambuche, sino además los elementos que la selva producía y que le servían a ella y a sus hermanos para alimentarse, consumir líquido y darle al organismo los nutrientes necesarios para seguir con vida.
Sobrevivieron los niños de 13, 9 y 4 años, y el bebé de 11 meses, increíblemente, en una región donde pululan toda clase de animales peligrosos, como serpientes venenosas, tigres y panteras, comiendo frutos silvestres como maracuyá.
Los niños viajaban en una avioneta que se estrelló en la selva virgen, limítrofe entre las provincias de Caquetá y Guaviare, en el sur de Colombia, donde murieron el piloto, Hernando Murcia Morales, la madre de los niños y otras personas.
La esperanza de encontrarlos con vida se mantuvo desde el pasado 15 de mayo, cuando el Ejército Nacional y un grupo de 8 indígenas que apoyaron en ese momento la búsqueda de sus cuerpos, encontraron el biberón del bebé y hasta unos cascos de maracuyá a la mitad, que habían sido ingeridos, al parecer, tan solo días antes.
El miércoles 17 de mayo en la mañana las autoridades informaron que tenían nuevas pistas que aumentaban la esperanza de encontrar a los menores con vida y cerca de las 4:30 de la tarde aproximadamente surgió la noticia de que fueron hallados, pero todo se habría tratado de una falsa alarma que incluso se había confirmado desde la cuenta de Twitter del presidente de la República.
Todo el andamiaje para sobrevivir los días tras el accidente de aeronave en la selva fue pensado por la niña de 13 años, que como toda una heroína, luchó por poner a salvo su vida y la de sus hermanos.
Con hojas, palos y sus ligas de cabello la menor de 13 años construyó las estructuras con las que protegió a los otros menores de edad, un acto además de admirable histórico y que causa todo asombro.
Desde un helicóptero que se encontraba sobrevolando la zona selvática, la abuela de los menores les habló desde el aire para que pudieran ser encontrados o para que supieran qué hacer en esos momentos.
“Leslie, le pido el favor, que yo soy su abuelita Fátima, usted me entiende, tiene que estar quieta porque el ejército los están buscando por el bien de ustedes”, se escuchó en el audio que fue emitido desde un helicóptero.
Los menores están siendo atendidos por los militares, quienes los están hidratando, pues según informaron las autoridades, están deshidratados y tienen algunas infecciones. La salud de los niños se vio afectada, como era de esperarse, por cuenta de los 40 días que pasaron recorriendo la selva virgen del Guaviare.
«Están débiles. Están en San José del Guaviare», fueron las primeras declaraciones del presidente Gustavo Petro, quien agregó que están a la espera de un parte médico oficial que indique si los niños deben ser trasladados a un hospital de Villavicencio o de Bogotá.
Henry Guerrero, un indígena de la comunidad de Araracuara, fue el encargado de darle a María Fátima Valencia, la abuela de los cuatro niños la mejor noticia de su vida.
Lesly Jacobombaire, de 13 años, relató que todos los insectos que había allí los picaron. Y que temían que fueran atacados por animales peligrosos como serpientes o tigres que lanzaban fuertes alaridos.
“Le rogué a Dios que me protegiera junto con mis hermanitos. El bebé lloraba mucho. Como podía le daba algunas frutas que cogía ya picadas por los pájaros. Las noches me parecían infernales. Pensamos que íbamos a morir”, narró.
“El miedo que tenía era que un animal nos devorara. Yo tapaba con algunas hojas a mis hermanos. Los acariciaba para que se durmieran. Yo no podía dormir porque tenía que cuidarlos”, concluyó.
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