MI APLAUSO A LA PALOMA

Written by Esteban Fernández

7 de marzo de 2023

Muchos estaban embobecidos, pero ni el bobo de la yuca debió creerse que una paloma solitaria, en La Habana, escogiera entre miles de cubanos en la Plaza Cívica, a un farsante gritón para posarse en su hombro.

Y esa fue el primer engaño público, todo había sido un paquete, un teatro, todo fue cínicamente premeditado.

Yo estaba impresionado, mi padre se levantó de su sillón y aplaudió. Sorprendido le pregunté: “¿Viejo , estas aplaudiendo a Fidel?” Y me respondió : “No, estoy aplaudiendo a la palomita que acaba de cagarse en él, pero fue la segunda, ya yo me había cagado este gánster”.

Y así fue, después de comenzado su primer discurso en la Plaza Cívica yo – -junto a mi padre y a la paloma- ya me estaba defecando en él también.

Después de llegar a la conclusión de que “¡Esto es una basura!” vino la pregunta “Y … ¿Ahora qué hago?” Vaya, una pregunta muy peligrosa en la mente de un imberbe.

Si bien había tenido toda la ayuda de mi padre para entender lo que estaba pasando en Cuba y lo que iba a suceder, al querer pasar de la palabra a la acción no tuve la cooperación del viejo.

Al contrario, quería a toda costa parar mis ímpetus «combativos». E insistía en decirme; “¡Déjame eso a mí, ya yo estoy conspirando bajo las órdenes de Lauro Blanco!”

Pero, tuve la inmensa suerte de que el Instituto fue una cantera inmediata de contrarrevolucionarios. Y eso hizo muy fácil el integrarme a las actividades anticastristas. Mis compañeros de clases se unían mayoritariamente a la inteligente Paloma.

Como no teníamos ningún material para hacer nada, y alguien me dijo que en el Central Providencia vivía un muchacho que era “Dirigente del M.R.R.” para allá me fui.

Me ignoró porque no me conocía, pero una semana más tarde se apareció en mi casa en el Residencial Mayabeque y me entregó unos bonos de M.R.R.

Varias veces fui detenido y me expulsaron “deshonrosamente” del centro de enseñanza ahora llamado “Preuniversitario Juan Borrell” que ya estaba plagado de esbirros bajo las órdenes de Godofredo de Armas Borrell.

De muchacho tranquillo, obediente y estudioso pasé a ser militante de una inesperada causa. Esteban Fernández Roig el hombre que más me había inculcado el anticastrismo, ahora puso todas sus energías en sacarme de allí y salvarme de largos años de prisión.

Y, muchísimos años después, le rindo todo tipo de honores a la inocente palomita que quisieron utilizarla como la iniciadora del mayor de los fraudes y se salió del papel y se defecó en el monstruo.

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