Máximo Gómez supo “ser grande  en la guerra y digno en la paz”

Written by Libre Online

14 de noviembre de 2023

DE LA REDACCIÓN DE LIBRE Y FUENTES ANEXAS

Rendimos tributo a uno de los hombres más brillantes, entre tantos que se destacaron en las luchas contra el colonialismo español en nuestro continente durante el siglo XIX y cuyo legado trasciende mucho más allá de su tiempo, conservando particular relevancia en los convulsos tiempos en que vivimos ya, en pleno siglo XXI; sin embargo, aunque se han realizado esfuerzos y se ha divulgado de cierta manera su obra, sus hazañas, su fidelidad a los principios éticos y su firmeza de carácter, entre otros rasgos esenciales que moldean su estatura física y moral, siento que a los cubanos, en particular y a los latinoamericanos en general, nos falta mucho para poder pagar la enorme y eterna deuda de gratitud que tenemos con el Generalísimo.

Máximo Gómez Báez nació en Baní, República Dominicana el 18 de noviembre de 1836, conocido como (el Generalísimo), fue un militar dominicano de la Guerra de los Diez Años y el general en jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra de Independencia cubana.

Durante la Re-anexión de Santo Domingo a España (1861-1865), Máximo Gómez ingresó como voluntario en el Ejército español. En la Guerra de la Restauración (1863-1865) combatió contra las tropas insurrectas que pretendían recuperar la independencia para el país, alcanzando el grado de comandante en el ejército español. Como tantos otros dominicanos leales a España, tras la victoria de los independentistas se trasladó con su madre y sus hermanas a Cuba, donde gracias a un préstamo personal de Valeriano Weyler pudo dedicarse a labores agrícolas en la zona de Bayamo.

Legado histórico de 

Máximo Gómez

Gómez dedicó la mayor parte de su vida a su “querida y sufrida Cuba”.

Su brillante estrategia militar y su estilo de mando, célebre por su severidad, le posibilitaron llevar a cabo campañas (la Invasión y posteriores campañas) sin precedentes históricos por la disparidad de sus fuerzas tanto en hombres (de 35,000 a 40,000 mambises contra más de un cuarto de millón de españoles) como en técnica militar: los mambises no contaban con artillería, salvo a finales de la guerra, cuando Calixto García asedió a la ciudad de Holguín con algunos cañones tomados al enemigo, sin contar con las dificultades enormes para hacer llegar expediciones con hombres y armas para la lucha.

Por último, su conducta desinteresada de retirarse de los asuntos políticos, luego del triunfo cubano, también fue admirable en cierto modo, pues nunca pretendió protagonismo en la vida política civil de Cuba, a la que en realidad tenía derecho por sus extraordinarios méritos.

Aunque fueron muchos los grandes patriotas cubanos, cuando se cita la trilogía de hombres fundamentales de la Guerra de Independencia, Máximo Gómez está junto a José Martí y Antonio Maceo.  En palabras de José Martí, Máximo Gómez supo “ser grande en la guerra y digno en la paz”.

En la tarde del 17 de junio de 1905, el Generalísimo entraba en una agonía final, por lo que se despidió de su esposa y sus hijos, y falleció, sin fortuna personal, en su villa habanera, a la edad de sesenta y nueve años.

Poco antes del desenlace llegaron enviados del entonces presidente para consultar con la familia la visita del mandatario, ya que las diferencias eran tan irreconciliables entre el prócer mambí y el proyecto neocolonial, que solo con la anuencia de los familiares, consiguió Estrada Palma visitar al enfermo y participar en las exequias fúnebres.

Su figura constituye un símbolo de la primera batalla del pueblo cubano y de los verdaderos patriotas contra los males de la seudorrepública.

En este escrito hacemos un homenaje, modesto; pero muy sincero al hidalgo general guerrero, al cubano-dominicano ilustre, al latinoamericano ejemplar: Máximo Gómez Báez en el 187 aniversario de su natalicio, con la firme convicción de que las nuevas generaciones de cubanos y latinoamericanos sabrán ser fieles seguidores de los legados de este insigne patriota, con la modestia de saber que no todos alcanzarán las altas cumbres hacia donde lo elevaron sus actuaciones de una honradez sin límites.

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