MATANZAS A PUNTO DE PERDER SU MÁS IMPORTANTE FUENTE DE SUSBSISTENCIA ECONÓMICA

Written by Libre Online

6 de julio de 2022

Por L. González del Campo (1949)

Como si poderosas fuerzas ignotas pugnaran por compensar con otras limitaciones y estrecheces su desmezurada belleza natural, opacándola con alguna de las angustias del vivir y el padecer; la ciudad yumurina viene arrastrando, desde hace muchos años, la pesada cadena de la insuficiencia e incertidumbre económica, a virtud de diversas causas, entre las que no es la menor, la indiferencia oficial y la falta de acción eficaz de sus hombres política y socialmente representativos.

La proximidad a La Habana que la absorbe y mata su comercio, la escasez territorial de la provincia y de cierto tipo de recursos naturales, la paralización de su puerto y el fiasco de su Zona Franca–sueño de una noche de verano, con copiosa florescencia de esperanzas e ilusiones ya casi mustias– han circunscripto las posibilidades de vida de la provincia y aún de la cuidad, el rendimiento de un puñado de ingenios, de unas cuantas industrias y al burocratismo presupuestal.

De las industrias–una ubicada en Cárdenas, otra en Jovellanos– son realmente matanceras, por su localización en el espacio y por su rendimiento, la fábrica de rayón– hoy casi paralizada– algunas destilerías productoras de licores y la fábrica de jarcias que, por el número de brazos que utilizaba, por el trajín laborioso y por la inversión de su nómina proletaria, era la más importante industria de la ciudad hasta el último sábado, a las diez de la mañana, en que cerró sus puertas, desplazando  a centenares de obreros y condenando a la falta de pan a más de mil familias matanceras.

Pero áun, sin Vía Blanca, Varadero podría ser extraordinario, único centro turístico, cuyos beneficios alcanzarían a toda la provincia, si los habitantes de la maravillosa península– paleta de matices de azul de mar y blanco de arenas– tuvieran un sentido más positivo y humano del emporio de beneficios que tienen en sus manos.

Varadero– sin la protesta de Matanzas, que sepamos– se ha convertido en playa de ricos–¡tanto jugo han querido extraerle a la lengüeta de tierra que Dios les dió!– donde se hace imposible el acceso de la población media del país y donde es una perfecta tontería del turista extranjero acudir a tirar su dinero.

UN MOTIVO DE DUDAS Y VARIOS MOTIVOS

RAZONABLES

Aunque testimonios de industriales norteamericanos acusan la misma escasez de rendimiento por hora–hombre nuestro– que hacen ascender a un 50 por ciento– nos queda un resto de duda, porque la industria henequenera difiere en varios aspectos de la industria textil, con sus telares más complicados, sus hilos sutilísimos y sus técnicas complejas. La industria henequenera, por otra parte, es autóctona de Yucatán, fue creada y practicada por los Mayas hace más de un milenio, es hoy servida eficientemente en su doble aspecto agrícola e industrial por los indios mexicanos y cabe pensar que en cualquier aspecto nuestros hombres, más civilizados y hasta más mecanizados, le han de servir con mayor eficacia, máxime cuando este tipo de hilado y torcido se verifica con máquinas más sencillas y con materia burda, sin más exquisitos requerimientos.

También le asiste toda la razón a los industriales de la Jarcia en su protesta contra la tarifa vigente para el laboreo en los muelles que contribuye a recargar ostensiblemente el flete y con este, el precio de un producto que difícilmente puede competir en demanda de mercados extranjeros con tan absurdas exacciones.

LA INDUSTRIA HENEQUENERA, HERENCIA CULTURAL DE LOS MAYAS

Cuando aún Europa se debatía entre las nebulosidades del medioevo, ya los Mayas, establecidos en el área cársica de Yucatán, cultivaban la Agavo rígida, de la que obtenían las sogas y cordajes que su civilización utilizaba en considerable cuantía. La planta que prefiere los suelos de caliza, pobre en vegetación y lluvias y de fácil drenaje y cuyo habitat predilecto se encuentra entre los 27° especialmente del área en torno a Progreso, donde los Mayas la plantaban en agujeros abiertos a mano, a distancia de tres a diez pies.

Aunque la planta resiste– como ocurre en Cuba y en otras Antillas– lluvias más copiosas, la humedad que promedialmente apetece es de unas 35 pulgadas de lluvia anual, porque como toda vegetación de tierras áridas, depende para su abastecimiento hídrico, no del acaso climático, sino de la humedad acumulada en sus hojas, verdaderos “algibes”, que,  pese a la escasez lluviosa conservan reservas para soportar prolongadísimas sequías.

Es importante señalar que es planta cuyo cultivo reclama muy poca inversión, porque aparte de que las tierras que se le destinan resultan muy baratas por ser impropias para todo otro cultivo solo exige dos o tres limpiezas a machete hasta que rebasa la vegetación herbácea circundante.

La producción americana se obtiene en Florida, Bahamas, Antillas y especialmente en Yucatán, que controla la parte agrícola y la industrial del henequenén al punto de servir hasta el 95 por ciento de la exportación mundial, lo que hace a los hijos de esa tierra más absolutamente esclavos de los destinos de esa fibra que lo somos nosotros del azúcar, que ya es bastante decir.

Se puede producir la planta en África, India, Java y otros países del Viejo Mundo, pero en ninguno como en Yucatán.

PRONÓSTICO DE FUTURO

No es el actual, el más grave problema que se avista para la ya importante industria henequenera nacional. Problema que de veras debe llamar la atención de los implicados en la industria y del gobierno cubano, es el que crea la soga de nylon que ya se fabrica en EE.UU., que tiene la mitad del peso de la soga vegetal, que duplica su resistencia en tracción y que aunque su costo de producción es un poco mayor que el de la soga natural, en este momento se están conduciendo experimentos químicos llamados a culminar en el abaratamiento del producto hasta ponerlo en condiciones de desplazar la soga hecha de fibra natural.

Ahora es el momento y la oportunidad para que los industriales, los obreros y nuestro Gobierno, conduzcan experimentaciones con plantas como la rosella para perfeccionar la técnica de tejido con esta fibra, lo que abriría una fuente de riqueza en la producción de sacos para azúcar, desplazando el envase de yute del Ganges, y ofreciendo un renglón de producción a nuestra industria de cordajes y un medio ocupacional a nuestros obreros del ramo.

Ahora es que se impone el estudio profundo de las posibilidades de diversificación de los usos del henequén, para prevenirnos con tiempo y con acción inteligente, del hecho económico y comercial que se avista, que es, después de todo, más catastrófico y definitivo, que el cierre de la fábrica de Jarcia de Matanzas.

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