Durante mi ya larga vida pastoral siempre he trabajado con niños y he recibido grandes recompensas de cariño y gratitud. Recuerdo que en cierta oportunidad pedí a un dibujante que me preparara un cartel con letras grandes y vistosos colores con este mensaje: Papá o mamá, nunca les digas a tus hijos que estás demasiado ocupado para atenderlos. ¿De veras estamos tan agobiados de trabajo que tenemos que decirles a nuestro hijo o hija; “No me molestes, ¿no ves que estoy ocupado?”
Creo que puedo afirmar, sin miedo de excederme, que uno de los hombres más ocupados de nuestra historia ha sido José Julián Martí y Pérez. Murió a sus 42 años de edad, y cuando leemos su biografía nos asombramos de la gran cantidad de actividades en las que se involucró. Desde su adolescencia bullía en él un espíritu patriótico, de tal manera que a los dieciocho años, después de cumplir ruda condena carcelaria fue deportado a España. Empezó a escribir sesudos artículos para periódicos y revistas en favor de la libertad de Cuba antes de sus veinte años de edad. Estudió dos carreras, Derecho y Filosofía, fue profesor universitario en España, Francia, México, Guatemala, Venezuela y Estados Unidos. Emprendió una tarea como diplomático representando a varios países suramericanos en el coloso del norte; fundó el Partido Revolucionar Cubano y unió alrededor del mismo a cubanos de todas las tendencias en un esfuerzo por iniciar en Cuba la lucha independentista.
Martí fue un orador conceptuoso y captador de multitudes, Muchos de sus discursos se han conservado y tienen todavía, a pesar de más de un centenar de años transcurridos, una vigencia asombrosa. ¿Cuánto cupo en la vida de un hombre de 42 años?. Es imposible determinarlo. De él se han escrito decenas de biografías y se han acumulado libros que recogen su producción literaria, la que incluye novelas, poesías, cuentos infantiles, crónicas biográficas, temas de ideología política y plataforma política. Fue creador de diversas publicaciones y artífice intelectual de la guerra de independencia que se iniciara en la Isla el 24 de febrero de 1895.
La pregunta que nos hacemos, es, ¿cómo fue posible que un hombre con las cargas complejas y múltiples que asumió Martí, no estuviera tan ocupado que tuvo tiempo para dedicar cuatro libros a los niños, escribir para ellos Versos Sencillos y dejarnos un legado de consejos y enseñanzas en beneficio de la niñez?
La razón es que Martí amaba a los niños y sabía que ellos tendrían que ser los hombres y mujeres que llevarán sobre sus hombros las obligaciones que les impondrá la patria del futuro. “Los niños son la esperanza del mundo”, dijo con firme convicción.
En el mes de julio de 1889, en Nueva York, comenzó el Apóstol a publicar una revista mensual dedicada al recreo y la ilustración para los niños, que llamó “La Edad de Oro”. Martí dijo de esta revista que “ha de ser para que ayude a los que quisiera yo ayudar, que es llenar nuestras tierras de hombres originales, creados para ser felices en lq tierra en que viven y vivir conforme a ella”. El prólogo martiano de “La Edad de Oro” es de una nitidez y ternura que queremos darnos el gusto de compartirlo parcialmente con nuestros amigos lectores:
“Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto. Sin las niñas no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo, un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces y parece un gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre.
Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana, para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y láminas finas. Les vamos a decir como está hecho el mundo; les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora ….”
Seis años antes de su muerte, prematura y desconsoladora, Martí tuvo tiempo para preocuparse de los niños. Su “Edad de Oro” solo tuvo cuatro ediciones, recogidas hoy en un solo libro. Al celebrar el natalicio del Apóstol, urgimos a los padres y adultos que pongan en manos de sus pequeños “La Edad de Oro”, el bello legado del más grande hombre de la historia cubana, para los niños del mundo.
“Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene”, expresó Martí con tierno sentimiento. También pronunció estas palabras, “los niños debían echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo”. Y yo me pregunto, ¿estamos verdaderamente ocupándonos de nuestros niños.
Los adultos que no hemos separado a Cuba del corazón participamos del glorioso deber de celebrar la fecha en que del cielo se desprendió una estrella que cayó sobre Cuba. “Honrar honra”, dijo el Apóstol, y honrando su memoria nos hemos honrado a nosotros mismos; pero no nos olvidarnos de los niños. “Cuando no se ha cuidado del corazón y la mente en los años jóvenes -indicó Martí-, bien se puede temer que la ancianidad sea desolada y triste”.`
Bien está que exaltemos a Martí por sus esforzadas labores en bien de la libertad, apropiado es que hablemos de él, exaltando su sacrificio patrio y proclamando la luz de su vida; pero todo esto estaría incompleto sin que haya niños que derramen floras blancas sobre su estatua, entonen los Versos Sencillos y aprendan el bien del hombre que en su corta y fecunda vida fue bueno con los niños.
Guardo los recuerdos de las inolvidables Paradas Escolares de Cuba antes de la invasión odiosa del comunismo. De estas Paradas participé, de niño, en La Habana, y posteriormente en ciudades como las de Matanzas, Cárdenas, Placetas y Santiago de Cuba. Hoy día, al voltear la mirada hacia el pasado se me engalana de flores blancas el corazón.
Queremos concluir este modesto trabajo citando un profundo pensamiento del Apóstol: “las cualidades esenciales del carácter, lo original y enérgico de cada hombre, se deja ver desde la infancia en un acto, en una idea, en una mirada”. Grabemos en nuestros menores la imagen martiana. Un futuro cubano sin la influencia de José Martí será estéril e inestable. Son nuestros niños de hoy, y nuestros jovencitos, por los que tanto se preocupó Martí, los llamados a echarse sobre los hombros el peso de la bandera y cargar en sus brazos la defensa de la libertad en la Cuba del ya cercano futuro. ¡En el horizonte empieza a brillar la estrella de la reconquista!.
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