• Alfonso Hernández Catá, eminente escritor, cuya temprana muerte, fue lamentable pérdida para Cuba y la Literatura Castellana de Martí dijo: «La vida y la obra de Martí tienen tanto de prodigio que nos sorprende y su estela toma, hasta las zonas mas próximas a sus últimos pasos, ese carácter sobrehumano que engendran los mitos superiores. El fue uno de esos seres de la divinidad que de tarde en tarde aparecen, rezagados ó anticipados, sobre la tierra».
• Los Carbonell, hijos de Néstor Leonelo, de quien dijo Martí que «era cubano de los que solo sienten dicha en lo que eleve y mejore el alma Patria”.
• Isidro Méndez dijo: «Martí supera lo epónimo ascendiendo a lo universal, paso de divino».
• Luis Rodríguez Embil, lo llamó santo de América.
• Jorge Mañach, cuyos restos descansan en la Isla del Encanto y es uno de los cubanos más cultos y quien ha escrito uno de los mejores Libros sobre nuestro Apóstol, dice : «Lo angélico nunca estuvo mas cerca de pasar por el mundo que en aquel dechado, casi inverosímil, de heroísmo moral».
• Carlos Márquez-Sterling, cuyos restos descansan en un Cementerio de este Condado de Miami-Dade, publicó hace muchos años, un libro admirable y dice del Apóstol «Martí, inmortal como la naturaleza».
Martí dedicó su corta vida a una lucha titánica y fructífera por la libertad de Cuba, en la que había nacido, de padres españoles.- Si Martí fue divino y genial. El ascendió al púulpito evangélico de amor, generosidad y compasión y buscó la muerte voluntariamente, como Jesús, para cumplir cabalmente el apostolado a que dedicó su noble y corta vida. El anunció que cuando se muere en brazos de la Patria agradecida, la muerte acaba, la prisión -se rompe, comienza, al fin, con el morir la vida.
• Los versos del canto sublime de Agustín Acosta, el Poeta Nacional, cuyos restos descansan en un Cementerio de este Condado, dice: «Martí era más alto que todos los montes, más grande que todos los cielos, en la cumbre celeste y gloriosa de su corazón».
Y como hemos hablado del Poeta Nacional, Agustín Acosta, vamos a terminar estas brevísimas líneas, con la última estrofa de un Poema de Agustín Acosta, que dice:
Acallado el reazo
Que se incendien de púrpura y oro
Las cumbres supremas
Que brame furiosa la mar
Que un trino de alondras videntes
Presagien las almas futuras
Que sonres de hidalgas bravuras
Animen un mundo cantar
Que se ilumine! Las almas
En una plegaria armoniosa
Que un delirante alborozo
Rasgue las rosas de su frenesí
Y una locura de música
Y una legión de banderas
Y un espejismo de cumbres
Y un homenaje de estrellas
Consagren la dulce la triste
la blanca la enorme la eterna
Visión inmortal de Martí.
Orestes Alvarez
Pembrokes Pines, Fl.
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