MANTENGAMOS EL RUMBO CON LA LEY HELMS-BURTON

Written by Adalberto Sardiñas

26 de septiembre de 2023

Hemos tenido, desde el inicio de la administración de Biden, diversos intentos, algunos abiertos, otros oblicuos o redomados, tratando de aflojar la tuerca de la ley Helms-Burton, que restringe, de cierta forma, aunque de hecho se ha venido erosionando, la capacidad del régimen cubano de negociar con empresarios norteamericanos. Es un embargo económico aplicado a Cuba por la administración de Eisenhower, cuando ésta, iniciando su rumbo hacia el marxismo-leninismo, expropió, ilegalmente, sin la debida remuneración, todas las empresas y propiedades americanas, colectiva e individualmente.

Sin embargo, por designios de la fortuna, a cada intento de la presente administración, el gobierno de Cuba, independientemente, ha emprendido actividades tan hostiles y desenfadadas, que han frenado, o pospuesto, los intentos de Biden de flexibilizar la política hacia el régimen comunista.

Hace pocos meses resurge la noticia de la base de espionaje china en Cuba. Luego le sigue el apoyo inmoral e incondicional a Rusia en su injustificada invasión a Ucrania, y de último, el descubrimiento de un plan, con la tácita aprobación del régimen, de enviar mercenarios cubanos a pelear por Rusia en Ucrania.

Estos eventos, incuestionablemente, han congelado por el momento las intenciones de la Casa Blanca de un acercamiento hacia Cuba al estilo Barak Obama. No debemos olvidar que Joe Biden es una extensión de aquella administración, de la cual fue vicepresidente, y que, según rumores, ésta, aún mantiene una enorme influencia sobre la presente. En estos momentos se contempla la posibilidad dentro de la más elevada esfera de la administración americana, de apoyar, económicamente, a pequeños negocios en Cuba, que, en términos inequívocos, implica una enorme infusión de oxígeno financiero a un régimen fallido, a un paso del total colapso económico.  Esta planeada ayuda, podrá estar cargada de buenas intenciones, pero su destino final no pasará de ser una absurda cooperación con el régimen comunista. Los cubanos no necesitan la ayuda americana para montar cuatro timbiriches en La Habana para impresionar turistas. Necesitan ayuda para rescatar las libertades conculcadas. Para vivir con decencia y no tener que abandonar el país. Ésa es la ayuda que quieren los cubanos. De lo contrario, no estarían ayudando a la ciudadanía, sino al régimen que les abusa sus derechos.

Pero, ante estos intentos disparatados de premiar a la dictadura con minúsculas infusiones monetarias para pequeños negocios, que, como ha sido siempre, terminarán asfixiados, y robados, mediante extorsiones tributarias desmesuradas, sobresale la ocultación de una realidad que Washington parece no entender. La Cuba de hoy, como la Unión Soviética de ayer, necesita el desmantelamiento de un sistema monstruoso, totalmente improductivo en lo material, y cruelmente desagradable en el terreno emocional. 

Empero hay más detrás del telón. Algunos congresistas y senadores, especialmente demócratas, se están moviendo, afanosamente, como lo han estado haciendo por muchos años, para derogar la Ley Helms-Burton, aprobada, originalmente, por la confiscación ilegal, sin indemnización, de propiedades de estadounidenses al principio de la revolución.

Y, ¿qué cambios, o mejoras en su conducta ha mostrado la tiranía comunista, para obtener semejante trato generoso de parte de esta nación? ¿Es ahora más amigable? ¿Menos hostil y agresiva, y menos aliada a nuestros enemigos?

¡Nada de eso! Al contrario. En el presente la tiranía marxista de la Isla es más abiertamente activa en su complicidad con los chinos, rusos, coreanos del norte e Irán, que nunca antes. Y en cuanto a sus propios ciudadanos, no se ha producido ni un solo cambio positivo, ¡ni uno! para aliviar las nefastas condiciones que les aquejan. Entonces, ¿dónde está el proceso racional-lógico, y hasta moral, para pedir, como muchos siguen pidiendo, el cese de lo que ellos llaman “embargo”? 

Aunque el “embargo” ha sido, con el paso del tiempo, reducido en su efectividad, continúa siendo eficaz, al menos, en las relaciones Cuba-USA, que condicionan su normalidad a la restauración de la democracia en Cuba, como queda claramente expresado en la Ley Helms-Burton.

En el contexto de las realidades geopolíticas, y en la presente situación de Cuba como agente subversivo contra los intereses económicos y políticos de esta nación, aparte de la opresión interna en la Isla, resulta incongruente, impráctico e ilógico, levantar o atenuar ese instrumento de la política estadounidense, que, en efecto, sí ha trabajado eficientemente, y le ha dado, en el trayecto, a la diáspora cubana, un punto de apoyo para respaldar nuestra agenda de retorno y restitución a la vida democrática que una vez existió en nuestro país de origen.

¿Es el embargo impuesto a Cuba por Estados Unidos, capaz, por sí mismo, de derrocar a ese régimen totalitario? Por supuesto que no.  La historia ya nos ha dado la respuesta. Pero más allá de la periferia, existen otros factores anexos que han contribuido a situar a Cuba entre los países parias. El embargo ha existido, y existe en la actualidad, para señalar, consistentemente, la ilegitimidad del régimen y también como medio de castigo por la incautación ilegal de sus bienes.

Pedir como lo hacen López Obrador y Lula da Silva, la normalización de las relaciones cubanoamericanas, para de ese modo producir cambios reales en ese régimen, es de una inocencia paradisíaca, o de un cinismo brutal contra la sensibilidad del pueblo cubano.

Por ese camino no iremos a ninguna parte. Mejor es seguir marchando sin cambiar el rumbo, a la sombra de la Ley Helms-Burton.

BALCÓN AL MUNDO

La Asamblea General de la ONU se reunió y el péndulo, como es ya costumbre, osciló de lo sublime a lo ridículo. En el lado sublime estuvo Volodimir Zelenski, denunciado las atrocidades que Rusia viene cometiendo contra su gente, y en el ridículo, el dictadorzuelo cubano Miguel Díaz-Canel, hablando sobre derechos humanos y la dignidad de los pueblos.  En el éxtasis de su discurso repitió la misma verborrea que vomitaba el “Che” Guevara en 1959.  No han aprendido nada. Son papagayos a la antigua. Ni siquiera han sido capaces de alterar el sonsonete de un discurso aburrido que ni conmueve, ni convence a nadie.

Y, además, “derechos humanos, dignidad de los pueblos”, en boca de este mediocre, quien, definitivamente, está envuelto en el alquiler de mercenarios a Rusia, es una ofensa a esa organización mundial, y, en general, a la dignidad plena del hombre.

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Me enteré, en días pasados, que, en los últimos 30 años, las remesas a Cuba ascienden a 52 mil millones de dólares. También, una vez dijo Fidel Castro, que la zafra se había trasladado a Miami. Una inversión fabulosa a cero costos.

El régimen comunista ha tenido muchos benefactores, ajenos y cercanos. 

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Qin Gang, hasta hace seis semanas ministro del Exterior de China, fue despedido de su alto cargo porque cuando era embajador en Washington, mantuvo unas relaciones extramaritales de la cual nació un niño.

Se desconoce el nombre y la ciudadanía de la madre, pero la criatura es, por nacimiento, ciudadano americano.

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