Los viajes del corazón

Written by Rev. Martin Añorga

13 de octubre de 2021

En nuestro idioma hay una interesante palabra que nos conduce por dos caminos, y es la palabra sueño.

Hablamos de sueño en relación con el acto de dormir, pero también en relación con esa habilidad involuntaria de soltar las riendas de nuestra imaginación y abrir las puertas de nuestras fantasías mientras dormimos.

Soñar es irnos de viaje de manos del corazón,  arropar los recuerdos y mecerlos en los brazos del alma. Para nosotros, los cubanos, soñar es vencer el imperio del pasado y disfrutar del regreso a las nobles aventuras del ayer.

En el latín hay dos palabras casi gemelas, pero a una sideral distancia la una de la otra. Está el vocablo  “somnus” y el vocablo “somnium”.  El esfuerzo más destacado para definir la diferencia entre ambas expresiones lo encontramos en la traducción  al español de las obras de Sigmund Freud en las  que su autor, el escritor Luis López-Ballesteros usó sueño en alusión a la necesidad de dormir, y ensueño para referirse a los pensamientos que  nos visitan mientras dormimos.

Con los sueños se han edificado estructuras de vicio, explotación a la ingenuidad popular y engaños a granel. Es verdaderamente una indignidad pervertir algo tan íntimo y apreciado como es un sueño. Es torcerle el destino a los viajes del corazón, manchar la blancura de una ilusión y quebrar una sana fantasía plena de encantos y santos recuerdos.

Por supuesto, los sueños existen y están ligados a premoniciones y revelaciones. Desde los más antiguos tiempos las diferentes culturas le han impuesto significados a los sueños. En La Biblia, por ejemplo, los sueños suelen adoptar el sentido de revelaciones divinas, aunque se recomienda discernimiento en la interpretación de los mismos, pues pudieren ser usados por el maligno para llevar a cabo sus propósitos perversos.

Algunos ejemplos de sueños en La Biblia: (a) en Génesis 28:12 se narra el sueño de Jacob con una escalera por la cual suben y bajan los ángeles, y recibe una revelación sobre su descendencia; (b) en I Reyes 3 el rey Salomón, recién coronado, tiene un sueño en el que Dios se le aparece y le ofrece concederle un deseo. Salomón le pide ser sabio y justo para dirigir su pueblo, y le es concedido; (c) en el libro del profeta Daniel el rey Nabuconodosor tiene un sueño que le perturba, pero lo olvida y amenaza con matar a todos los sabios, magos y adivinos si nadie se lo recuerda y lo interpreta. Solamente Daniel es capaz de hacerlo.

En el Nuevo Testamento son famosos los sueños de (a) José, que estuvo a punto de creer que María le era infiel; pero por medio de un sueño fue advertido del milagro del nacimiento de Jesús, y aceptó la voluntad de Dios; (b) los sabios de Oriente son avisados por medio de un sueño de que no indiquen a Herodes el lugar donde está Jesús; y (3), José es ordenado en sueños que lleve a su familia a Egipto, y pasado el tiempo de la persecución   es de nuevo avisado de que regrese a su tierra.

No solamente en el contexto bíblico se produce el milagro de sueños que revelan la voluntad de Dios. Hoy día en muchas congregaciones religiosas  -cristianas y no cristianas- se practica la interpretación de sueños, aunque insistamos en la posibilidad de que los sueños se manejen de forma impropia y dolosa.

En el campo de la psicoterapia los profesionales médicos analizan los sueños de sus pacientes para llegar a conclusiones sobre los estados mentales de éstos. Freud expuso la tesis de que los sueños son producto del inconsciente, en donde se almacenan las frustraciones, problemas e inquietudes del ser humano que se reflejan posteriormente en el mundo personal e ilimitado de los sueños. Actualmente es fácil hallar libros escritos por científicos en los que se  trata de esclarecer el misterio de los sueños y su significación.

Y tenemos a los astrólogos, a los llamados adivinos y profetas, los cartománticos y espiritistas, brujeros, y un singular listado de supuestos conocedores que se consideran aptos para penetrar en la intimidad de sueños ajenos y arribar a conclusiones drásticas. Incluso hay, en la variedad del Tarot, diferentes formas de interpretar las cartas de un equipo de barajas con imágenes diversas, para descifrar los sueños de personas que solicitan ese servicio por medio de la televisión, de centros de lectura de las manos y entrevistas personales con supuestos místicos.

Las primeras referencias al Tarot aparecen en el siglo XV en Italia. La baraja más antigua es el Tarot de Filippo María Visconti (1412-1447), hoy día en la Biblioteca de la Universidad de Yale. Hay quienes sostienen que el Tarot ha logrado sobrevivir la Inquisición y las persecuciones religiosas debido a que los gitanos lo usaban en sus tretas adivinatorias y a que no eran tenidos en cuenta como religiosos. La adivinación con el Tarot se propagó en varias regiones europeas, preferentemente Francia, Suiza, Bélgica, Alemania y Austria. En  el siglo XVIII se extiende a Italia y a España y de ahí al resto del mundo.

Una incursión por la llamada cultura popular nos lleva a la consideración de los juegos de azar, y entre éstos las charadas que explotan el infundado significado de los sueños asignándoles números a cada uno de ellos. Existen numerosas charadas que contienen cada una de ellas diferentes asignaciones a los mismos números. Probablemente la tonta aspiración a enriquecernos en un certamen de adivinación de números, nos lleva a invertir dinero para enriquecer a manipuladores del engaño.

¿Qué hacer, pues, con los sueños?  Desatendiendo la posibilidad de que tengamos problemas digestivos y conflictos mentales, o que nos vayamos a la cama intoxicados por el alcohol, la droga o medicamentos sedantes, factores que convierten la placidez del sueño en una desoladora pesadilla, de nuestros sueños debemos disfrutar.

Soñar con personas que han muerto y que se han llevado a la tumba retazos de nuestros corazones, si no es algo placentero, es al menos el reencuentro con seres amados a quienes veneramos con nuestro recuerdo.

Recorrer en sueños los encantadores paisajes de nuestra patria que nos fueron propicios, volver a andar por nuestras calles, visitar nuestros hogares, adorar en nuestras iglesias y reunirnos con preciados amigos del ayer es un regalo de Dios que debemos gozar agradecidamente. Recuerda con ternura estos versos:

“Dale vida a los sueños que alimentan el alma,

no los confundas nunca con realidades vanas.

Y aunque tu mente sienta necesidad humana

de conseguir las metas y de escalar montañas,

nunca rompas tus sueños, porque matas el alma”.

Los sueños son un paseo feliz sobre la mágica alfombra que nos lleva a sitios en los que nunca hemos estado y a aquellos que fueron escenario de nuestro desarrollo como personas felices y bendecidas. Termino con una bella frase del poeta venezolano Laab Akaakad: “Piensa, busca y encontrarás. Y aunque los sueños, sueños son, ellos nos llevarán a la eternidad”.         

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