Por Joseph D. Wassersug (1949)
El desenvolvimiento de la arteriosclerosis o endurecimiento de las arterias es un proceso muy complicado. Tan complicado, en efecto, que los fisiólogos y clínicos que han dedicado décadas de estudio al proceso todavía están en desacuerdo sobre muchos detalles.
En primer lugar, las arterias no son estructuras tan simples como las cañerías, por ejemplo. Es difícil hallar verdaderas analogías mecánicas. La arteria es un tejido viviente y, como otras estructuras vivientes presenta considerables diferenciaciones. Por ejemplo, la superficie interior de una arteria está forrada de una capa celular sedosa llamada íntima. En el mundo de su estructura hallamos una capa muscular más pesada llamada media, que tiene la facultad de contraerse y aflojarse de modo similar a cómo hacen otros músculos. En la parte exterior hay una capa áspera y fibrosa, la externa que sirve de ancla al vaso a lo largo. La Íntima y la Media son principalmente las capas afectadas por el endurecimiento.
Técnicamente hay tres clases de arteriosclerosis. De dos de estas nos vamos a ocupar aquí, puesto que son relativamente raras. La tercera se llama técnicamente arteriosclerosis (endurecimiento). La capa interior de las arterias sufre una deteriorización, y luego se endurece debido a depósitos de sales dentro de sus paredes. Al principio aparecen unas venas reblandecidas en la Íntima, luego viene la calcificación y el proceso de endurecimiento.
La arteriosclerosis no sería tan grave si no fuera por el hecho de que con frecuencia afecta a vasos vitales de la sangre en el corazón y en el cerebro. Estos órganos pueden ser dañados por cualquiera de tres mecanismos diferentes o combinación de mecanismos. Por ejemplo, al endurecerse el vaso de la sangre, y su calibre disminuye y pierde su flexibilidad. Esto da por segundos una reducción de la cantidad de la sangre que pasa por el vaso y el órgano que irriga no recibe suficiente nutrición. En el cerebro esto puede producir zonas de reblandecimiento. Así pues los defectos de memoria de los ancianos son frecuentemente la consecuencia de venas localizadas de reblandecimiento del tejido cerebral. Cuando el músculo del corazón no recibe suficiente alimento puede producirse dolor, y particularmente durante el ejercicio, el dolor que se reconoce como angina de pecho. Hasta en suficiente alimento puede producir los músculos de las piernas, una inadecuada provisión de sangre decida a la arteriosclerosis puede causar dolor abdominal.
Todavía más graves consecuencias pueden sobrevenir cuando los vasos de la sangre empiezan a estrecharse. Si la sangre corre lentamente por una arteria, y tiene una mayor tendencia a coagularse, cuando se forma un coágulo, a la provisión de sangre se interrumpe del mismo modo que se para un automóvil cuando se chupa la cañería de la gasolina. Esta coagulación de la sangre se llama trombosis. Y si los vasos coronarios del corazón son afectados, el paciente es víctima de trombosis coronaria. Si los vasos del cerebro son afectados, el estado se llama trombosis cerebral. La gravedad de las consecuencias depende, desde luego de la gravedad de la lesión. Si un gran vaso de la sangre es taponado por un coágulo, una considerable porción del corazón o del cerebro se desvitaliza. En el corazón esto puede causar muerte. El cerebro puede producir, muerte, o un “shock” un coma con su parálisis residual.
Con frecuencia, sin embargo, pequeños sectores del corazón o del cerebro nutren de grados benignos de trombosis, y el paciente apenas se da cuenta de su presencia. Los médicos reconocen casos de “trombosis coronaria silenciosa”. Recientemente han venido apreciar que la arteriosclerosis de los vasos del cerebro, con sus coágulos y pequeñas hemorragias, causan frecuentemente defectos de personalidad en las personas de edad avanzada.
El doctor Walter C. Álvarez, especialista de la Clínica Mayo dice: Una de las enfermedades más comunes del hombre es una lenta disminución de facultades hacia el fin de la vida, y una de las causas más comunes de esa disminución gradual destrucción de partes del cerebro por repetidas trombosis de pequeños vasos escleróticos.
Cita el caso de un paciente, un hombre que sufrió tres pequeñas embolias a la edad de 57. Aunque estos ataques no paralizaron sus músculos ni la facultad de la palabra, de tal modo le afectaron mentalmente, que tuvo que retirarse de los negocios. Se tornó infantil, y olvidadizo, y un problema en su casa pero vivió en este estado hasta la edad de 87. El doctor Álvarez dice que puesto que la esclerosis de los vasos cerebrales fue un proceso muy gradual, este hombre se pasó realmente 30 años muriendo.
II
La relación entre arteriosclerosis y la alta presión arterial no está todavía muy clara (en el año 1949).
Es probable que haya muchas causas de alta presión arterial y el endurecimiento de las arterias no es sino una de ellas. En pacientes que tienen alta presión arterial, cualquiera que sea la razón, la esclerosis de los vasos se produce a la larga, si la alta presión persiste por mucho tiempo junto. Por otro lado, son posibles benignos y moderados grados de esclerosis sin apenas ningún cambio en la presión de la sangre. Generalmente hablando, sin embargo, a medida que la esclerosis aumenta con la edad, la presión de la sangre sube proporcionalmente.
Uno de los síntomas que los médicos pueden usar en el diagnóstico de un ataque benigno, la súbita baja de la presión de la sangre en un paciente arterioesclerótico cuya presión ha sido alta. La presión puede volver a subir, o no. Otra pista es una pérdida súbita de peso en una persona de edad avanzada. Algunos pacientes pueden perder hasta 90 libras, aunque lo corriente es de 40 a 50. Pueden tener dolores vagos y sensaciones peculiares en el pecho o abdomen que no se pueden diagnosticar por rayos X ni otros medios de laboratorio. Pueden tener dificultad en hablar, cierta dificultad en tragar, o bien pueden sentir vahídos. Lo más importante en el diagnóstico, es un cambio en la personalidad. Este último punto, según el doctor Álvarez, es de la mayor importancia.
Por ejemplo, dice este eminente diagnosticador, un hombre que toda su vida ha sido una torre de fuerza para su familia, siempre amable, reflexivo y considerado, y sin pensar jamás en sí mismo ni quejarse, se torna súbitamente querelloso, no habla sino de molestias y de que sus intestinos no funcionan bien. Sus pacientes no pueden ya ir a él con sus problemas; tiene demasiados problemas propios.
Este paciente no solo tenía arteriosclerosis cerebral, sino también una de sus complicaciones: pequeñas trombosis.
Como el endurecimiento de los vasos del cerebro, la esclerosis de los vasos del corazón, vasos coronario, puede tener horribles consecuencias. La arteriosclerosis coronaria es la enfermedad que individualmente, causa más muertes hoy día. De los de 2040 médicos que murieron en los Estados Unidos en 1947, uno por cada tres murió de esta enfermedad. Y a la estadística de la mortalidad hay que añadir los años de incapacitación que provienen cuando la trombosis no mata, sino que simplemente hiere.
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