Los Panchos en La Habana

Written by Libre Online

1 de noviembre de 2022

Por Don Galaor (1949)

(Fotos de “Guayo”

Desde el 5 de abril de 1948 se estuvo incubando este debut en La Habana de los populares cancioneros mexicanos. En esa fecha, Vaillant administrador del departamento de programas de CMQ pedía por cable a “Los Panchos” que vinieran el 13 de junio. Navarro contestó a Vaillant que tenía que ser en julio por tener que actuar por CBS hasta el 30 de junio. El 21 de agosto Vaillant es el consultado por “Los Panchos”. Podían debutar a mediados de septiembre. Pero Vaillant les contesta que no tiene fecha debido a grandes cambios en los programas. “Los Panchos” piden que les aclare Vaillant qué pasa con ellos. Vaillant explica por carta que no pasa nada, sino que no tiene fechas que darles. En marzo de 1949 Vaillant llama a Los Panchos. Los Panchos contestan que el contrato existente no tiene validez. Vaillant pone el grito en el cielo. Interviene Eddy López dándole la razón a CMQ. Se insiste en que Los Panchos tienen que venir a la CMQ a cumplimentar este contrato ¡o no podrán venir a cantar a La Habana por ninguna otra emisora! Don Galaor es enviado a México y Los Panchos le explican el proceso del pleito. Un mes después de publicada la información de Don Galaor Vaillant y Gómez Kemp van a arreglar personalmente el asunto con “Los Panchos”. ¡Y lo arreglan:  Redactando y firmando un nuevo contrato!

Bueno. Ya están en La Habana. ¡Ya están los Panchos… en La Habana! Los fueron a buscar a México Omar Vaillant y Ramiro Gómez Kemp. Y se convencieron que los muchachos tenían razón porque les duplicaron la cantidad que estipulaba el contrato original y les dejaron libertad para  contratarse por su cuenta en teatros y cabarets.

Llegaron el sábado y la CMQ los paseó por las calles de La Habana en una caravana de automóviles bullangueros. Se habían olvidado que los días primero y 2 de noviembre no transmiten nuestras emisoras observándolos los días de todos los Santos y de los Fieles Difuntos, y el debut se pospuso para el día tres.

¡Ya están en La Habana Los panchos! 

Hernando Avilés, que se llama Herminio, me sale al encuentro y todavía no ha dejado de abrazarme y ya me está pidiendo cuentas de cierto error que cometí al referirme a él en la “interviú” que les hice en México.

– Usted tuvo la culpa, le dije. Quedamos en que cada uno de ustedes me daría una pequeña biografía por escrito, y tuve que tomar las de los periódicos mexicanos. En un recorte que me llegó el mismo día que me puse a escribir aquella interviú, leí que usted, Avilés,  era venezolano. Y así se lo puse.

– ¡No  sabe usted la que ha formado!

– Sí lo sé!  La  colonia puertorriqueña de  New York me ha escrito casi en pleno, preguntando si era que usted renegaba de ser puertorriqueño o yo me había equivocado. En distintas ocasiones he respondido a esas preguntas que había sido un error mío.

– ¿Sabe? – insiste Avilés en tono compungido – han hablado hasta de incluirme en la lista negra de los renegados. Y, la verdad, Don Galaor yo me siento muy orgulloso de ser puertorriqueño.

– Sí ya lo sé, Avilés! y a estas horas estoy seguro que todos están convencidos de que usted no se destiñe ni tiene por que renegar de su patria linda y cordial.

¡Muchas gracias!

Chucho Navarro viene a mi encuentro. Me lo llevo al comedor a la vera de la piscina.

Me dice le estamos muy agradecidos por su información. Ha sido una gran idea.

– ¿Por qué lo dice?

Porque a ella debemos estar en La Habana.

– ¡Está seguro?

– ¡Seguro! estuvo oportunísima, estupenda.

Habla bajito, con una voz grave, con cierto matiz irónico. Navarro es de un buen humor maravilloso. Siempre está de chanza y aunque esta vez habla en serio, se le nota la alegría que le produce decirme lo que me dice.

Queriendo ampliar su información le pregunto:

– ¿Qué fue lo primero que les dijo Vaillant cuando se encontró con ustedes en México?

– Vaillant es “cuate” nuestro.  Cuando no habla de negocio es un amigo simpático y cordial. 

– ¿Pero qué les dijo?

– No, si no dijo nada. Simplemente se concretó a invitarnos a revisar el contrato.

– ¿No insistió en hacer valer el original?

– ¡Ah, no! Ese es hermano nuestro y enseguida quedó todo solucionado. 

– ¿Aumentó la cantidad?

– Desde luego.

¿Mucho?

– Sí. La duplicó.  Y nos dejó para nosotros cabaret y teatro. 

– Entonces, ¿ Están contentos de la solución que se le ha dado a los problemas que confrontaban con la plaza? 

– Contentísimos.

Aquí llega Gil.  Se llama Alfredo Martínez Gil, es hermano de Chucho. La conversación se generaliza sobre diversos problemas. Las mujeres cubanas ocupan un buen tiempo de la conversación.

– ¡Cómo abundan las bonitas!

Llega el fotógrafo Armand. Llegan después Omar Vaillant y Eddy López. Llega Miguel Triay con una mano enyesada,  en proceso de mejorar de una operación. Llega Cesáreo González que se interesa en que Los Panchos vayan a España. Llega el representante del trío, Lucio Aguilar…

– ¿Cuándo será en definitiva el debut de ustedes en La Habana? – les preguntó.

– El día 3, por CMQ y en Sans Souci. 

– Y el día once en el teatro Campoamor. 

¿Ya tienen arreglado lo de Campoamor, también?

– Ya.

– ¿Con Pous y Sanabria?

– Exacto. Con Pous y Sanabria. 

– Había leído que se había frustrado ese contrato por problemas surgidos con Sans Souci.

– Pero todo ha sido solucionado satisfactoriamente gracias a los buenos oficios de Eddy López y de Miguelito Triay que es “cuate” nuestro.

(Como quiera que nuestros lectores leerán repetidas veces la palabra “cuate”. Queremos explicarles que “cuates” quiere decir “hermano”).

Con CMQ, Sans Souci y Campoamor firmados, el Trío Los Panchos se convierte en número mejor pagado de todos los tiempos. Si el cabaret de la Coronela les abona 4,000 mil pesos semanales, y la CMQ mil y “Campoamor” les garantiza un mínimo de dos mil 200 pesos,  suman:  7 mil 200 pesos semanales a dividir entre tres.

Multiplíquese la cantidad por 8.50 que es lo que vale un dólar en pesos mexicanos y tendrán los resultados de tantas broncas.

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