Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
“La fe, es la fuerza que te empuja a comenzar; la esperanza, la virtud que te motiva a continuar y el amor, es el sentimiento que te lleva hasta el final”.
Madre Angélica
El 26 de diciembre de 1960 comenzó el éxodo de los 14,048 niños cubanos enviados por sus padres a los Estados Unidos. Sixto y Vivian Aquino fueron los dos primeros menores, según el archivo.
Por supuesto en un país comunista y totalitario como ya era Cuba en aquellos momentos, las gestiones se desarrollaban en el mayor secreto posible. Al principio nadie le puso nombre pero después se conocería como la Operación Pedro Pan por sugerencia del periodista Gene Miller.
El personaje principal en Miami fue el sacerdote irlandés Bryan O. Walsh (1930-2001) luego monseñor, que se encargó de conseguir los permisos de viajes o visas waiver (VWP) y muchas veces los recibía al llegar al aeropuerto después de haber llegado en un avión de PanAm, KLM o National.
En Miami ayudaron al padre Walsh muchas personas, entre ellas: Agnes Ewald, Norma Lenberg y Rachel Erwin. En Cuba el primero que inició el éxodo fue James Baker (director de la Academia Ruston), luego se incorporaron Ramón y María Leopoldina Grau Alsina (Mongo y Polita), Penny Powers, Albertina O’Farril, Francisco Finlay, Bertha de la Portilla, Dr. Sergio Giquel, Serafina Lastra y Sara del Toro. Además diplomáticos de varias naciones acreditadas en La Habana y las agrupaciones católicas JDC, JAC y la ACU.
Por supuesto varios pagaron estas ayudas con muchos años de cárcel y como siempre acostumbraba Fidel Castro, los acusaba a todos, de agentes de la CIA.
LA LLEGADA DE LOS NIÑOS
Los niños llegaban vestidos con sus mejores ropas, algunos llegaron llorando, otras agarradas a sus muñecas y la mayoría con ropa para una semana. A muchos les dijeron que preguntaran por George cuando llegaran. George era Jorge Guarch, un bonachón empleado de Caridades Católicas que recibía los niños que no tenían familiares en Miami y los llevaba a los campa-mentos hasta que los asignaran a una familia. Para seguirle la pista a cada uno, Guarch asentó los nombres en un diario. Hoy sus meticulosas anotaciones son conocidas como el Diario del Aeropuerto y se considera la joya de los archivos de Pedro Pan en la Universidad Barry en Miami Shores.
Al llegar a Miami los niños de 3 a 17 años eran llevados a varios campamentos juveniles católicos, entre ellos Florida City, Kendall y Matecumbe antes de ser reubicados a 35 Estados, gracias a la intervención de 95 agencias católicas, protestantes y judías. En Florida City hubo muchas casas atendidas por matrimonios católicos cubanos que se ocuparon de las niñas y de los niños pequeños, que no podían valerse solos en los campamentos de Kendall o Matacumbe.
A partir del 17 de enero de 1961 los vuelos eran Habana-Kingston-Miami hasta el 23 de octubre de 1962 que se terminó la Operación Pedro Pan, debido a la Crisis de los Cohetes Rusos en Cuba.
Durante aquellos 23 meses, las cifras exactas fueron: 6,584 fueron a vivir en casas de familiares o amigos y 7,464 fueron reubicados en el Programa de Niños Cubanos del Buró Católico, el Buró de Servicios a la Infancia, se ocupó de asistir a los de fe protestantes y el Servicio Judío de Familias y Niños a los de fe judía, que fueron los menos.
El gobierno del presidente Eisenhower y de Kennedy apoyaron económicamente y con la emisión de las visas waiver. Solamente en 1963, el Programa de Ayuda a los Niños Cubanos recibió $13,800,000.
Al pueblo cubano se le hizo imposible abandonar el país, desde octubre de 1962 hasta septiembre de 1965, que Fidel Castro, dueño absoluto de la Isla y de todos sus habitantes dió la órden del éxodo por Camarioca, luego la Dársena-Marina de Varadero y finalmente los Vuelos de la Libertad, que duraron hasta abril de 1973.
CUBANO EN ESPAÑA
El periódico The Voice (La Voz) de la Arquidiocis de Miami de 29 de junio de 1967 recoge en su página 28 el siguiente informe: La Ayuda Católica a Exiliados en España acoge en estos momentos a unos 18,000 desterrados cubanos y una buena parte de los refugiados en España vive una vida de estrecheces económicas y con la esperanza de viajar a los EE.UU., a reunirse con sus familiares.
La inmensa mayoría de los refugiados se inscriben en la agencia católica que funciona en ese país y es ella la que les tramita las gestiones para venir a EE.UU., les obtiene precios especiales en los viajes, busca albergues económicos, alimentos y ayuda monetaria.
El informe lo ofrecen Sergio Vidal Cairo y Tomás García Fusté, ejecutivos de la radioemisora WFAB, La Fabulosa, que acaban de regresar de un viaje en el que se combinó el esfuerzo informativo y el de buscar soluciones a los cubanos que allí se encuentran.
Uno de los centros que más llamó su atención fue el albergue que sostiene el Padre Gerardo Fernández, quien en Cuba fuera capellán del Colegio de los Hermanos Maristas de la Víbora y que en Madrid acoge a buena parte de la niñez cubana. Allí se alimentan 46 niños y duermen otros 18, en un esfuerzo digno de ser resaltado. El programa que él conduce utiliza fondos suministrados por las Naciones Unidas, para la asistencia a refugiados de todo el mundo, así como donaciones particulares. Sirve de puente entre el refugiado y las autoridades consulares de EE.UU., para tramitar el viaje a este país, busca alojamiento, oportunidades de trabajo y ayuda de todo tipo, tratando de hacer más llevadera la difícil situación de desterrados que se ven forzados a dejarlo todo atrás, víctimas del régimen de opresión en Cuba.
Otra labor que encomian es la que realiza el Padre Ángel M. González, coordinador del programa de ayuda a los refugiados cubanos. El programa mantiene 90 delegaciones en toda España, ya que muchos exiliados prefieren reunirse con familiares en Galicia, Vizcaya, Asturias y otras regiones, así como poblaciones donde la vida es más económica que en las grandes ciudades como Madrid.
EL PADRE CAMIÑAS
Pero ahora vamos a describir algo que no es muy conocido por la mayoría de los cubanos y fue aparentemente coordinado desde la visita a Miami del sacerdote cubano Antonio Camiñas y por Monseñor Bryan Walsh con la Iglesia Católica Madrileña, con el fin de recibir desde 1966, niños no acompañados en Barajas, Madrid, los albergaban por un tiempo, mientras él les tramitaba los documentos legales para poder entrar a los EEUU.
Hoy, cuando me llamó una gran amiga y coterránea, que fue Pedro Pan y reubicada en Helena, Montana, le pregunté si sabía de esta historia y su rápida respuesta fue: “claro son los Chori Pan” ¡Qué clase de chispa la del cubano!
Salían de Cuba hacia España, la
mayoría por la línea Iberia, otros por KLM y Cubana de Aviación. Al llegar al aeropuerto de Barajas, en Madrid era cuando empezaba su destierro, pero allí estaba una sacerdote, vigilante de la llegada de los niños cubanos, se les acercaba y les preguntaba: ¿vienes solo o acompañado?, esa era la clave del comienzo de toda la ayuda necesaria para poder paliar la situación de soledad en un nuevo país y una nueva vida, alejados de sus padres y familiares, con la incertidumbre sobre las condiciones iniciales de vida allí, además de la falta de ropa adecuada para el clima frío.
De hecho, el refugiado a su paso por España se enfrentaba a un clima más frío que contrastaba con el menos frío de Florida y en muchos casos esta condición se veía agravada por la confiscación de ropa de invierno por parte de los funcionarios castristas de inmigración. Los niños, por lo regular eran llevados a tres albergues: El Escorial (Albergue Juvenil Santa María del Buen Aire), Navacerrada o la Casa de Campo, en Madrid.
Al principio el padre Camiñas tuvo la ayuda de los sacerdotes Gerardo Fernández y Ángel M. González para también recoger a los niños en el aeropuerto de Barajas.
Allí estaban durante un tiempo hasta poder llegar a los EE.UU. con la visa de residencia.
El sacerdote franciscano y cubano, Antonio Camiñas fue el que organizó el recibimiento de estos niños y el albergue. Después le hacían la documentación para que fueran a EE.UU.,
Esta historia está muy poco documentada y se confundía muchas veces con la Operación Pedro Pan. Tienen solamente en común, que son éxodos de niños menores y no acompañados, pero la demográfica de los grupos es distinta y las fechas también, son dos emigraciones distintas.
Gracias a este proyecto, entre 3,000 y 4,000 niños recibieron educación y refugio en tierras cercanas a Madrid, mientras esperaban el momento de reunirse con sus padres o el viajar a los EE.UU. El espíritu y la dedicación del Padre Camiñas fueron decisivos en el éxito de esta noble iniciativa.
A BARAJAS EN 1966
Los primeros niños llegaron al aeropuerto de Barajas en agosto de 1966. En septiembre de 1966 se creó la Fundación de Intercambio Hispano-Americano para auxiliar el siempre en aumento éxodo de menores de 15 años que salían de Cuba sin familiares, por lo tanto, la situación era desesperada cuando llegaban a España. La Presidencia Honoraria recayó en el arzobispo de Madrid-Alcalá, monseñor Casimiro Morcillo González (1904-1971); el Presidente, Francisco Pando; el Tesorero, Álvaro Velasco; las dos Vicepresidentas, Isabel Falla de Suero y Enriqueta Gómez de Mayorga. Como Director Ejecutivo, Fray Antonio Camiñas; las Consejeras, María Comella y María del Carmen Areal; Directores Médicos, los doctores Salcines y Gómez.
La Sra. Enriqueta Gómez de Mayorga le contó al periódico ABC de Madrid en enero de 1969 que en octubre de 1966 la situación de aquellos primeros niños era deplorable porque estaban albergados en pensiones donde sus dueños cometían con los muchachos verdaderos atropellos, y algunos
de los mayorcitos al carecer de tutelas, frecuentaron tabernas y malas compañías.
Algunas señoras cubanas al enterarse de esta situación, se reunieron para tratar de encontrar un lugar donde fueran atendidos bajo tutela moral y con cuidados médicos.
Por esto se creó la Fundación donde ella era vicepresidenta y les encontraron albergues pagando 90 pesetas diarias por cada uno.
Ella explicó que el dinero les llegaba de donativos de amigos españoles y extranjeron así como de parientes de los niños en EE.UU. y nada del gobierno español. Muchas familias cubanas acomodadas aceptaron albergar uno o varios niños en sus casas.
Sobre la cantidad que llegaban, consideró eran de 10 a 12 niños semanales. Las salidas para los EE.UU. a veces se demoraban entre 6 y 7 meses. En esa fecha, 1969 estaban manteniendo 100 niños en Nuestra Señora del Buen Aire cerca de El Escorial y 50 en Casa de Campo en Madrid. Los niños recibían clases de Inglés, Religión y Moral.
Gabriel Cutiño, uno de aquellos niños cuenta: «En enero 1970 llegué a un Madrid sumamente frío a las 4 de la mañana después de 11 horas de vuelo y una despedida dolorosa saliendo con 14 años recién cumplidos y llegando a lo desconocido. De momento veo una figura altísima, era el Padre Antonio Camiñas. Me llevó a la Iglesia San Francisco el Grande y allí me atendió, me dio de comer un bocadillo de salchichón y unos polvorones que hasta el día de hoy los saboreo».
Luego añadió: “Le dije: Padre, necesito un par de zapatos”, pues casi no podía
caminar pues había crecido desde la última vez que me tocaron por la libreta. Por la mañana vinieron dos muchachos del albergue del Escorial pero antes el padre me mandó con ellos a Galerías Preciados y los zapatos me fueron dados. Nunca he olvidado su bondad y la labor del albergue del Escorial. Cuando me vi en aquel lugar, solo, la realidad se apoderó de mí y lo único que me dio fue un ataque de inconsolable llanto al que todos acudieron rápidamente a apoyarme».
Según cuenta María Luisa, su mamá le hizo a su hermano Reemberto Pérez que tenía 14 años, un sobretodo de un abrigo que era de la abuela y él les contaba en sus cartas que en El Escorial le decían el monje, porque ningún niño andaba con un sobretodo tan largo. Son cosas bonitas e ingeniosas dentro del dolor de estar separados, destacó ella.
MÁS RELATOS INFANTILES
Y JUVENILES
Lorenzo Cion salió de Cuba en 1967: «Tenía 11 años y no recuerdo bien, solo el miedo que tenía a lo desconocido. De pronto me dijeron que tenía que ir para España. Mi padre me dijo: empaqueta y vete. Me puso la ropa y me fui. No sabía qué estaba pasando. Salí de España a fines de 1970, estuve ahí unos tres años y medio. Cuando llegué a EE.UU., tenía 15 años. Mi padrino me reclamó y viví con él alrededor de 8 meses, después vinieron mis padres».
Ernesto Concepción salió de Cuba con 14 años, el 22 de agosto de 1968. «Me fui en el último vuelo de la KLM. Fue muy duro llegar a España con un cartelito en el brazo, que decía que venía solo. Lloraba, pero a todos les enseñaba el cartelito porque pensaba que me iba a perder. Estuve hasta el 4 de diciembre de 1969 que salí hacia Puerto Rico para la casa de una familia amiga. Viví ahí 17 años».
Ernesto Concepción y Javier Rodríguez cuando se volvieron a encontrar en el Tropical Park se abrazaron entre lágrimas. Llevaban 45 años sin verse. Así lo contó Javier: «Dormíamos en el mismo cuarto, nos reunimos después de 45 años, empeza-mos a llorar, nos abrazamos, y nada de
palabras. Nada más el calor de una persona con la que en ese momento pudiste hermanarte, porque estabas solo y tratabas de agarrarte de algo».
«Nosotros nunca nos vamos a recuperar de eso», acotó Ernesto, mientras miraba a Javier con los ojos aguados y la emoción de sentirse, otra vez, como aquellos muchachitos que hacían travesuras en el albergue para no pensar tanto en el tiempo.
Para Ernesto la promesa de los reencuentros no fue lo que esperaba. «21 años después pude ver a mi mamá, que no podía salir de Cuba porque a mi hermano lo cogió la edad militar. A mi hermanito lo mataron en Cuba en el año 1974. A mi papá no lo volví a ver más. A mi hermana la vine a conocer en Panamá, cuando la pude sacar de Cuba», declaró.
Por eso, ante la pregunta de si repetiría esa historia, dijo: «No sé si lo volvería a hacer. En el albergue, de día jugábamos balompié, pero cuando llegaba la noche todos llorábamos, escuchabas el llanto». Javier lo interrumpió para recordar cómo Ernesto ayudaba a los demás niños, a lo que este señaló, orgulloso: “A mí siempre me gustaban los chistes, les cantaba canciones de Beny Moré para alegrar un poco la vida en el albergue”.
Javier Rodríguez, de Santiago de Las Vegas, en La Habana, salió el 24 de octubre de 1968. Tenía 12 años. «Estuve año y medio en España. Mi padre era preso político y estaba en la UMAP. Lo veíamos de vez en cuando porque él era maestro azucarero y querían que fuera del gobierno. Como no quiso, lo metieron preso en los trabajos forzados. Cuando yo tenía como 9 años, nos botaron de la casa, porque la casa era del Central. Tuvimos que irnos a vivir a casa de mis abuelos. Con 9 años me convertí en un hombre para darle frente a la vida», precisó.
«Una de las cosas más duras fue llegar al aeropuerto de Barajas. No conoces a nadie y lo primero que piensas es cómo voy a volverme a reunir con mi familia. Yo solo tenía una libretica con nombres y teléfonos de personas. Fui con unos zapatos, unas medias y una bolsa. Imagínate, encontrarnos en un país con frío, y las medias eran de hilo, eran terribles con el frío. Hoy nos reímos, pero era terrible», confesó Javier.
Recuerda la voz de una persona que dijo: “los muchachos que llegaron por la iglesia, vengan conmigo, pero a mi hermana la llevaron para un sitio y a mí para otro. Fue un dolor que todavía no supero», zanjó. Pero pronto se concentró en su nueva vida: «Al salir de España fui al área de Nueva Jersey y me hice fabricante de barcos. Le doy gracias a ese país porque nos albergó. Pero fue difícil. Nosotros estamos heridos de separación».
Manuel Molinet tenía 13 años, salió junto con su hermana de 15 años, el Día de Las Madres, 14 de mayo de 1967. «Estábamos supuestos a salir por Iberia, pero los castristas nos cambiaron para Cubana de Aviación para quedarse con los dólares. El vuelo se demoró 18 horas, sin darte comida alguna y yo vomitando. Todo fue a través de la Iglesia Católica.
Del aeropuerto fuimos para una pensión por una semana, luego para otra por tres días. Finalmente me enviaron para Casa de Campo en las afueras de Madrid, pero mi hermana se quedó en Madrid, junto con otras 15 ó 20 muchachas. Los varones eramos como 100. Yo iba a verla los sábados, para ir al cine y a un restaurante cubano cerca de la Puerta del Sol. Todo era muy barato en aquellos tiempos, con un dólar comías una buena comida, con batido y todo y hasta de daban el vuelto. Unos 5 meses después, en octubre llegamos a Nueva Jersey. Mi madre llegó en 1972, 5 años después, porque a los médicos los castigaban y los ponían a trabajar en el campo antes de dejarlos salir”.
Al mirar hacia atrás y repasar los hechos, Manuel está consciente de la urgencia que tenía su familia por sacarlo de Cuba. «No me arrepiento. Me alegro que ellos tuvieron el valor de hacer eso, porque no sé si yo lo pudiera hacer con mis hijos».
Nidia Piloto Minsal nació en La Habana el 11 de noviemnbre de 1950, viajó sola y con 17 años en un avión de Cubana que demoró 17 horas para llegar a Lisboa, luego en Iberia hasta Madrid.
En Barajas estaba el padre Camiñas que la llevó para el Colegio del Apostolado de Madrid y luego para el Colegio de Valladolid.
Nidia en su libro Diario de un Viaje Sin Retorno (donde ella denomina Operación Madrid a este Proyecto) relata con muchos detalles desde el 6 de noviembre de 1968, cuando salió de La Habana hasta que llegó a Nueva York el 12 de febrero de 1970. Además de su estacia en Madrid y Valladolid, visitó a sus familiares en Asturias, donde se divirtió y hasta cautivó a Ramonín con sus atractivos exteriores e interiores. Ya en Nueva York trabajó en un banco en Wall Street, se casó, tuvo una hija.
Por muchos años conservó el diario de su estancia en España hasta que después de superar un derrame cerebral decidió publicar su historia.
¿Quién era el Padre Camiñas?
Antonio Camiñas López-Díaz, nació el 25 de abril de 1914 en la calle Maceo #52 en la ciudad de Remedios, Las Villas. Su padre Antonio Camiñas del Río, su madre Ana T. López-Díaz. Fue uno de los siete hijos del matrimonio, sus hermanos eran, Aracelia, Gustavo, Julio César, Carlos, América, la madre de Margarita Álvarez Camiñas (Rodríguez por su esposo) y Roberto, el padre de Elsa Camiñas (Carballo por su esposo) ambas sobrinas del padre Camiñas que muy gentilmente me han dado estos datos familiares.
Antonio o Tito como era conocido por la familia, cursó su primaria en la escuela Mario Panda y la Secundaria en el Instituto de Segunda Enseñanza de Remedios.
No tenemos la fecha exacta de su partida hacia España, pero calculamos haya sido en 1931, cuando comenzó su noviciado en el Seminario Franciscano de Zarauz, provincia de Guipúzcoa, País Vasco hasta ordenarse sacerdote en 1935 a los 21 años.
Recordemos que la Guerra Civil comenzó en 1936 y Camiñas se fue a su patria para allí ejercer su labores eclasiásticas. Estuvo en la Iglesia de San Francisco de Asís (Oficios y Amargura en la Habana Vieja), desde allí muy ligado a la Revista Franciscana La Quincena, que fue clausurada el 17 de abril de 1961 por Fidel Castro. Después de esto, el padre Camiñas estuvo perseguido por los castristas y por eso tuvo que esconderse en casas de personas amigas hasta poder salir del país y con documentos falsos.
Cuando comenzó ayudar a los niños se encontraba en sus labores sacerdotales en la Basílica San Francisco El Grande, calle San Buenaventura, barrio La Latina, en Madrid.
Camiñas también ejerció sus funciones como sacerdote en Nueva York.
El padre Camiñas, comenzó como ya hemos dicho, en 1966 a visitar el aeropuerto de Barajas para reconocer y ayudar a los niños que llegaban solos. Luego tuvo la ayuda, desde 1968, del entonces seminarista Federico Capdepón (Burgos, 1951) ordenado sacerdote en 1972 y desde 1978 se encuentraba en Miami, donde realizó numerosas obras.
EL PADRE JOSÉ LUIS MENÉNDEZ
También el padre José Luis Menéndez (Habana 1947) que había llegado con sus padres a Madrid en 1960, seminarista desde 1965, participó con su ayuda con el padre Camiñas. Ordenado sacerdote en 1977 y en Miami desde 1980. Ambos sacerdotes estuvieron en la Iglesia de Corpus Christi, en la calle 32 y 7 Avenida del NW de Miami, donde ellos ofrecieron misas de recordación al Padre Camiñas, con la presencia de muchos de aquellos niños llegados solos a España.
En 1985 estando el padre Camiñas en Puerto Rico, se encontraba en muy mal estado de salud pero quiso ir hasta su Seminario de Zarauz, para celebrar allí los 50 años de su ordenación. Pudo llegar, pero a los pocos días, partió al encuentro del Padre quien lo debe haber recibido en El Paraíso, con alfombra roja. Tenía 71 años.
Los ahora hombres y mujeres que son conocidos por los Niños del Padre Camiñas, se reunieron en abril pasado en un ranchón del Tropical Park, allí fueron varias decenas de ellos. En otras varias ocasiones lo han logrado en casas de alguno de ellos, como en la del Dr. Mario Delgado que nació en La Playa de Santa Fé al Oeste de La Habana y llegó a Madrid en 1970 con 14 años.
Podemos relacionar también a los siguientes: Rubén Alonso salió de Camagüey con 14 años, Willy Cobos, Reemberto Pérez de 14 años, Adalberto Socas, se fue en 1968 con 14 años, Orlando Cruz, Julio Berrier Ochoa vivía en Cárdenas y llegó en 1970 con 14 años, Orlando Arrom que tenía 12 años, Julio Céspedes llegó en 1968, Jorge L. Penedo, Paulino y su hermana Alexis Terrón, Beatríz, Ana Rosa, Lucila, Marta, Esther, Tony González, Luis Chinea, Nelson Díaz, Hedmidio Serrano, José Centeno (el Conejo Atómico), Osvaldo Ozón, Pablo Mercate, Pedro Rosel, Manny Méndez, Eduardo Frejomil, Carlos Cobo, Margarita Rodríguez, Roberto Camiñas, Elsa Carballo, William Pérez, Tony Herrera, Reinaldo González, Omar López Montenegro, Eddy Requejo, Julio Herrera, Ernesto Cadavid, José Rodríguez, Eduardo Ochoa, Eliecer Jiménez, Elvis Fuentes, Pavel Acosta, Denis Matos, Emilio Montiel, Dr. Aniceto Muñoz, José “Pepe” Hernández, Orlando Cruz, Omar Cruz, Ramón Campanioni, Rodolfo Jurado, Gilberto Padin, Félix Regueira, Jorge Neira, Manuel Baceló, Orestes Noda, Tony Guerreiro, Antonio Berges, Irene Alonso, Félix Castro, Rodolfo Martínez, Leonardo Herrera, Mario González, Nelson Amarante, Roberto Serrano, Félix García, Francisco del Valle, Juan Carlos Fragela, José Prieto, Armando Bugallo, Ángel Torres, Martín Matarrán, Miguel Baco y Héctor Rivera. (¡Muchas gracias a Adalberto Socas por haberme enviado la mayoría de estos nombres!).
Lamentablemente ellos no han podido tener la información que han tenido los Pedro Pan y por eso están ahora recopilando la mayor posible, ya sea en forma de recortes de periódicos, cartas personales, fotografías o anécdotas personales, de parte de todas las personas involucradas en el proyecto. Todo ese material será utilizado en la confección de un libro sobre esta experiencia, el cual recogerá la historia desde el punto de vista de los niños, las familias y los trabajadores del Proyecto.
Estando por supuesto centrado en la figura del Padre Camiñas. Se estudia también la posibilidad de, una vez escrito el libro, producir un documental sobre esta gran obra humanitaria.
Si Ud. posee algún tipo de información sobre cualquier aspecto de la obra del padre Camiñas, se puede comunicar con ellos y recuerde que esto es una obra colectiva.
Estos muchachos que permanecieron en albergues en la periferia de Madrid antes de llegar a EEUU, son hoy hombres de provecho que crecieron “en tierras de libertad” gracias al sacrificio de sus padres, que los enviaron fuera del país antes de cumplir 15 años y se les negara la salida.
“Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen”.
José Martí
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