LOS MISERABLES

Written by Rev. Martin Añorga

21 de septiembre de 2022

“Los Miserables buscan otros miserables para sentirse menos miserable” (Máximo Gorki).

La palabra miserable es verdaderamente curiosa, tiene decenas de acepciones, y varias de ellas visiblemente contradictorias. Citamos una variedad: canalla, infame, vil, perverso, traidor, ambicioso, y pobre, despojado, errante, abandonado y solitario. Nosotros, en este trabajo, escogemos el famoso tema de la estelar novela de Víctor Hugo, Los Miserables, porque vamos a hablar de los aborrecibles cubanos que desde el año 1959 han convertido a Cuba en un miserable país.

“Los Miserables” es una extraordinaria obra cuyo autor francés, Víctor Hugo, es considerado como uno de los más brillantes autores de la literatura mundial. Su novela fue escogida para una serie televisiva y para una película que han visto con dedicada atención millones de espectadores. Ciertamente se trata de un libro que intriga y cautiva a los lectores. Tenerlo en las manos me hizo pensar tanto en Cuba que no pude evitar usar su título para este modesto artículo.

La revolución cubana, para muchos desinteresados, es vieja, permanente, intocable, y no vale la pena dedicarle ni pensamiento ni tiempo. Los que así piensan desconocen o pretenden ignorar, que cubanos incontables desde el año 1959 hasta hoy, dejando atrás una hilera incontable de héroes, y pasada una generación, seguimos luchando, de acuerda con los medios de que disponemos, por rescatar sin miedo ni descanso, abrazados de la fe, la confianza, y la protección de Dios, la libertad de Cuba. ¡Hay que sacar del poder a la sucia hilera de los miserables que la esclavizan! 

El pensador Villiam Hazlit escribió unas palabras que hago mías: “la esperanza es la mejor posesión. Nadie es tan miserable como los que viven sin esperanza”. Tenía razón Víctor Hugo cuando reconoció que “hay muchas bocas que hablan y pocas cabezas que piensan”.

La Oficina del Censo de Estados Unidos el año 2019 informó que en el país residían 1,369,900 cubanos. Hoy día, por supuesto, esta cantidad ha aumentado considerablemente. Lo que es de asegurar es que entre tantos cubanos son incontables los que se han destacado sin olvidarse de la patria de la que proceden, incluyendo a los que han nacido en este generoso país.

En el campo político tenemos a trece miembros del Congreso de Estados Unidos, tres senadores y diez en la Cámara de Representantes, y en posiciones estatales sería imposible identificar a todos los cubanos que desempeñan funciones de alta importancia.

Según un estudio del Instituto Cubano de Investigaciones de la Universidad Internacional de Florida (FIU) en los primeros tres años de gobierno del miserable Fidel Castro emigraron desde Cuba hacia Estados Unidos 248,100 personas. No se cuentan en   la lista a los ahogados en el peligroso Río Grande ni a los perdidos en montes inexplorados por los miserables “coyotes”.

En Cuba no se han sometido al silencio y al abuso incontables cubanos, que sin armas ni respaldo del exterior han retado a los miserables que le han robado la patria. La lista sería larga y desde los lugares donde estamos los que les hemos ofrecido fraterno apoyo y respaldo a Cuba, siempre lamentamos la distancia que nos separa de los héroes que exponen sus vidas con solemne generosidad. Del exilio surgió la traicionada gesta de playa Girón, y se han producido ataques aéreos que han demostrado que aunque nos separen las distancias seguimos siendo un solo pueblo. Yo podría intentar una lista de los patriotas exiliados que se han expuesto con ataques, invasiones, actos de sabotaje y rebeldía heroica entrando en los contornos costeros de la Isla; pero sería injusto cometer omisiones y no podemos enfrentarnos a ese riesgo. 

Cuando veo al seudo presidente de Cuba, portavoz servil del miserable Raúl Castro, asomado a una tribuna regando mentiras y exaltando el poder que servilmente disfruta no puedo evitar que se me encienda el desprecio y el más intenso odio por los que han profanado los valores de Cuba cuando era el glorioso paraíso de Las Antillas.

Hoy Cuba es el sucio refugio de los miserables que la mutilan y la hunden cada vez más en el fondo de un mar sucio y pervertido.

Recuerdo la infame práctica de la pena de muerte en los macabros inicios del desastre que sufrió Cuba cuando las tropas perversas bajaron de la sierra con el odio y la vileza como estandarte de la más deleznable exposición del odio y la crueldad que recuerda la historia cubana.

Los niños han sido víctimas de un corrupto sistema de entrenamiento, los hombres se han visto forzados a trabajar obligadamente en los campos y las mujeres han sido convertidas en esclavas del servicio doméstico. Una historia sucia y despreciable es la definición que les cabe a los miserables que con desprecio radicalmente odiamos. Son los Miserables, los emisarios de la maldad y los despreciables ejecutores del mal y la desvergüenza.

La meta arraigada es la de extirpar de la isla de nuestros sueños a la banda despreciable y odiada de los Miserables.

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