Por J. Lamar (1954)
“Primero en la guerra, primero en la paz, primero en el corazón de sus conciudadanos”. Es la hermosa y tradicional definición del gran norteamericano, libertador y estadista. Pero lo que ignora la mayoría es que, como muchos hombres de fama y acción, George Washington hacía tiempo para seguir un animado grupo de «hobbies», amén de otras ocupaciones sociales que pudieran agregar encanto a la vida de cualquier Leonardo de nuestros días.
Washington era una estrella de la jardinería, hasta crear nuevos métodos de plantación y cultivo. Sabía como divertirse durante y después de una cacería con zorras y galgos. Además, traslucía sus capacidades creadoras diseñando mobiliario y decoraciones para sus muchos lugares de residencia. Por otra parte, pasó por muchas carreras, a pesar de que nunca contó con demasiado tiempo para una educación formal. Fue, en una u otra ocasión, agrimensor, cazador, constructor de trampas para cazar, juez de paz, y hasta algo de intelectual por afición: amaba su globo terráqueo, su telescopio, su tablero de dibujo, su biblioteca.
Era un hombre dado a probar toda suerte de innovaciones: se vanagloriaba de tener algunos de los primeros y mejores dientes postizos del país, que primitivamente se hacían de madera y más tarde de hierro. Se preocupaba mucho de su indumentaria, y se destacaba no solamente por su magnífica distinción y porte, sino también por la elegancia y serena propiedad de su ropa.
Sus recepciones y fiestas eran siempre las mejores, en la verdadera tradición de sus antecedentes virginianos. Tan elegantes eran, en realidad, sus maneras, que sus fanáticos admiradores llegaron a sugerir que fuera el monarca coronado del país que ayudó a librar de la tiranía de una corona extranjera de allende el océano.
También tuvo tiempo para ser Presidente de los Estados Unidos.
Aquí se ofrece un viaje por los pasatiempos y «souvenirs» que se conservan del gran George Washington.
Pie de foto: Por un breve periodo de su vida, el padre de los Estados Unidos de América fue ayudante de botica. La devoción del pueblo hacia Washington hizo que el establecimiento de las cercanías de Fredericksburg, Virginia, fuera restaurado tal, como estaba en la época. Obsérvese la gran vasija de la izquierda, con el escudo de la casa reinante inglesa que gobernaba la colonia.
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