LOS EXPORTADOS, RELATO DE UN TRUEQUE INFAME

28 de noviembre de 2023

El antisemitismo, hoguera secular jamás apagada, está de vuelta al calor de la guerra que enfrenta en Palestina a Israel con los terroristas de Hamas. El editor del libro al cual nos referiremos aquí no podía adivinar, pero ha sido en la coyuntura actual que aparece en Madrid la traducción al español de Les Exportés. Digamos que por motivos ajenos a mi voluntad no lo reseñé, pese a la repercusión que tuvo y sigue teniendo en Francia (1). Sonia Devillers aborda en sus páginas la historia vivida por varios de sus antepasados que lograron emigrar de la Rumanía comunista hacia Francia mediante un repugnante trueque en el que sucesivamente se concertaron el nazismo y el comunismo: la venta directa de seres humanos. La autora es una periodista de 47 años de edad que trabaja desde hace más de 20 años para la prensa escrita y radiofónica. Hacía tiempo que vislumbraba el proyecto de relatar el vía crucis que sus abuelos maternos debieron recorrer antes de partir de Bucarest en diciembre de 1961. Dejaron tras ellos en aquel momento la versión rumana del comunismo contemporáneo en su faceta más abyecta: los habían transformado, a ambos y a sus dos hijas menores, en mercancía por cuya salida hacia Francia se abonó una importante suma de dólares americanos con la cual se canceló una compra de sementales de raza landrace, indispensables en aquel momento a los planes pecuarios de Gheorghiu-Dej, máximo dirigente del partido de 1947 a 1965.

Lo he reiterado: todos tenemos la obligación de escribir acerca de las tropelías que nos han sido infringidas por el totalitarismo. No basta con repetir que hemos sido perseguidos y avasallados. Es preciso dejar en cada caso constancia y explicar cuándo y cómo sucedió, mencionando a todos los responsables de arbitrariedades y de desafueros. La dramática actualidad de estas semanas demuestra de qué manera ningún período de paz es definitivo. Fue la voluntad que guio a Sonia Devillers que, llevándonos de la mano con su relato, explica a los lectores de qué manera dos generaciones de judíos rumanos fueron sometidos primeramente a discriminación, persecución, prisión y exterminio sistemáticos, para al final ser transformados en géneros que el régimen trocó por ganado, maquinaria agrícola y dinero en efectivo.

La historia relatada en este libro indispensable es de una banalidad casi absoluta y mido mis palabras. Sus raíces están afincadas en el antisemitismo que durante siglos ha pervivido en el Oriente de Europa. Después de la Primera Guerra Mundial, ya bien entrada la década 1930, los judíos establecidos en Rumanía eran la tercera comunidad hebraica en Europa después de las de la URSS y Polonia. Algunos, que habían abrazado el proyecto sionista original, consiguieron ir hacia Palestina que todavía estaba bajo mandato británico.  Pero una mayoría sustancial, 850 mil personas descendientes de antiguas comunidades procedentes de los imperios rusos, austriacos y otomanos, seguía afincada contra viento y marea en Transilvania cuando la entreguerras. Esa región centroeuropea de 100 mil kilómetros cuadrados fue durante siglos teatro de dramáticos enfrentamientos racistas no obstante lo cual, cohabitando con otros pobladores en el vórtice de tal mosaico étnico harto complicado, los judíos consiguieron desenvolverse y prosperar junto al resto de las comunidades balcánicas autóctonas. Se les permitía incluso practicar sus cultos libremente a partir de 1834, de manera que el norte de lo que hoy es Moldavia devino el epicentro de una vida judaica de gran riqueza espiritual y cultural.

Pero como el antisemitismo seguía latente, consustancial casi a los rumanos originales, la emigración ya era significativa cuando a fines del Siglo XIX los bisabuelos de Sonia lograron irse hacia los Estados Unidos. Desde Ellis Island fueron a Texas donde nacieron sus hijos. Harry, uno de ellos futuro abuelo de la autora, como Joven adulto y ya ingeniero decidió volver a Bucarest, por no se sabe bien cual razón. Tal vez había germinado en él la ideología comunista triunfante por entonces en Rusia con el bolchevismo leninista.

Después de su alocado, de vuelta en Rumanía, Harry se casó con Gabriela, también judía. Los dos trabajaron duramente, militaron y desempeñaron posiciones privilegiadas en la sociedad. Era la época en la que su país entró en la Segunda Guerra Mundial, aliada al fascismo italiano y al nazismo alemán. Los rumanos habían firmado el llamado Pacto Tripartito en noviembre de 1940 y enseguida medio millón de soldados de la Wehrmacht se instalaron en el país. De inmediato Hitler empezó servirse petróleo rumano con el cucharón grande.  Mientras y pese a haber cambiado sus respectivos apellidos los futuros abuelos de Sonia eran objeto de discriminaciones y de persecuciones de las cuales se escabullían utilizando todo tipo de subterfugios. En la primera parte de esta etapa, antes de que el hábil autócrata Antonescu cambiara de casaca arrimándose a ingleses y americanos en 1944, la represión antijudía hecha por la llamada Guardia Legionaria los había tenido en la mirilla. Comoquiera flotaron y sobrevivieron hasta que después del triunfo aliado, con Rumanía bajo férula estalinista, los Delaunay -un apellido que se inventaron- son dirigentes, militan en el partido y reciben como prima una mansión confiscada a nobles caídos en desgracia. Peor aún: cuando muere Stalin en 1956 lo lloran a moco tendido.

El antisemitismo los devuelve a la realidad golpeándolos poco después cuando entra en juego Henry Jacober, un mercachifle establecido en Inglaterra. El individuo pasa de intermediario para las importaciones rumanas de material agrícola y ganado a traficante de personas. Hizo ver a la nomenklatura comunista de Rumanía el filón potencial que constituía comercializar la emigración de judíos rumanos deseosos de partir. Jacober no era el único que estaba entonces metiendo la mano en ese engranaje y sus transacciones no eran un secreto para británicos e israelíes. El dinero llegaba al inmundo traficante en maletines Samsonite rígidos repletos de dólares como en las películas. Nadie contaba los fajos de billetes y regía un tácito “pactos entre caballeros”. 

Para un cubano que como yo las vio pasar verdes y maduras durante dos décadas en La Habana antes de conseguir huir del castrocomunismo fue una lectura muy especial la de “Les Exportés”. Desfilan en sus páginas todas las estafas y latrocinios tipificables en estos casos siendo los candidatos a la emigración víctimas indefensas: emigrar, pero también enviar al exterior documentos personales, recuerdos, y certificados de estudios. Sin olvidar obras de arte y joyas, especialmente codiciadas por los bandoleros que cual buitres intervienen tenía tarifas para todo.  Leyendo el libro encontré decenas de puntos en común con situaciones que viví en Cuba, en persona o por procuración.

En su momento una parte de estos tráficos había sido expuesta a la opinión pública internacional, cuando desertó el general de los servicios secretos rumanos Ion Pacepa (2). Máximo responsable de los servicios secretos describió el funcionamiento del régimen en lo doméstico y en lo foráneo, garita teleguiada desde Moscú. Pacepa, al explicar magistralmente el modus operandi de Nicolas Ceausescu y de sus secuaces, fue el primero que denunció esas operaciones abominables. Para los comunistas rumanos el petróleo y los hebreos fueron los “renglones” más rentables del comercio exterior del país.

Tenemos pues un relato que trae a la actualidad un aspecto en gran medida olvidado del martirio de quienes por razones ideológicas o raciales han sido víctimas del comunismo. Aprovechando archivos de la Securitate que cotejó con testimonios de ancianos que entrevistó Sonia Devilliers consigue aportar, con trasfondo de antisemitismo inmundo, una piedra a un trabajo memorial incompleto todavía a casi 35 años de la caída del Muro de Berlín. Como por demás está desde hace pocas semanas disponible en español lo recomendamos a nuestros lectores de LIBRE.

(1)Les Exportés de Sonia Devillers. Récit. Ediciones Flammarion, París. Septiembre de 2022

(2)Red Horizons de Ion Pacepa. 1988

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