Aquí en los Estados Unidos existe una tremenda campaña contra los “bullies”. Los “bullies” son, en las escuelas, los abusadores.

Existen en todas partes, son muchachones grandotes y fuertes que abusan de los alfeñiques, de los indefensos, de los cobardes. Aquí les dicen “nerds” y les recomiendan que se quejen con los maestros, con los directores de las escuelas. A veces ni a eso se atreven y tienen que ir los padres a presentar las quejas.

En mi época los había, y el consejo que me daba mi padre era: “¡Si el acosador es más grande y fuerte que tú, espera el momento en que esté descuidado y le partes un palo en la cabeza!»

Yo nunca seguí ese consejo porque encontré una solución para ese problema (porque yo no era guapo, pero poseía “precocidad retardada” como Guicho Crónico)” y desde que puse un pie en el colegio logré la amistad de lo mejorcito que había en el Kate Plumer Bryan Memoria y en la calle agregué varios del Colegio Salesiano.

Desde niño comprendí que «en la unión está la fuerza», y que solito es muy posible que los guapetones me hubieran comido hasta la merienda que con mucho amor me preparaba mi madre. Pero siempre estuve rodeado (en la escuela y en la calle) por un selecto grupo de amiguitos quienes convertidos en hombre han pasado a ser hermanos para mí.

Ninguno claudicó ante la tiranía, ninguno fue fidelista, ninguno se amedrentó ante los esbirros y lograron que yo no me rajara. Milton Sorí, José Ángel Goiriena (E.P.D.) Manolo Amich, Jesús Hernández Torres, Tony Marín, Marianito Domínguez (EPD), Joaquín Bin y varios más.

MORALEJA: Si ustedes que me leen tienen hijos o nietos en edades escolares no les aconseje que sigan la solución antigua de “partirle un palo en la cabeza al Bully», ni la moderna de irse lloriqueando al director de la escuela, simplemente sigan la mía de rodearse de buenos amigos.

En mi caso, los que han fallecido me fueron fieles hasta el último suspiro, y los vivos si tengo un problema estarían a mi lado con una sola llamada telefónica.