Los 26 Años Gloriosos del Trío Matamoros

Written by Libre Online

22 de septiembre de 2021

Un chofer de alquiler, un empleado de Sanidad y un herrero, se reunieron en 1924 hace ahora 26 años y 6 meses en Santiago de Cuba… y quedó formado, para no separarse más, el famoso Trío Matamoros… Eusebio Delfín los animó a venir a La Habana… Grabaron discos en New Jersey en 1925… Iniciaron la conquista de La Habana en el teatro “Campoamor”… Después, México, República Dominicana, Puerto Rico, España, Francia, el Continente americano… ¡26 años! Una pintoresca anécdota de sus primeros éxitos: don Bartolo preguntó ¿quién es este Matamoros?.. Un homenaje nacional muy merecido en diciembre.

Por Don Galaor (1950)

(Fotos Exclusivas de Charlie Seiglie)

Hace ahora 26 años, se reunieron en Santiago de Cuba, un chofer de alquiler, un empleado de Sanidad y un herrero. Los tres cantaban. El sanitario y el herrero, a dúo. El chofer de alquiler había perdido un trabajo de mucho porvenir en un aserradero porque se pasaba la noche cantando serenatas y tocando en fiestas. Y, claro se quedaba dormido en el trabajo.

Un día el chofer oyó cantar el dúo del sanitario y el herrero.

¿Quiénes son esos muchachos que cantan? –preguntó.

Y alguien le respondió:

El más grueso es del barrio de Tívoli. Y el que toca la guitarra es de Santiago, de la Plaza de Marte.

¿Quieres que te los presente?

Ahora mismo te lo iba a pedir.

– Pues ven conmigo.

 El chofer llevaba su guitarra. El que los presentaba era un político, y llamó a los del dúo diciéndoles:

¡Muchachos! Quiero presentarles un colega.

Por primera vez las voces se acoplaron en un trío para decir:

¡Mucho gusto!

El chofer dijo su nombre: Miguel Matamoros. El empleado de sanidad, dijo el suyo: Rafael Cueto y el herrero, el suyo: Siro Rodríguez.

Miguel Matamoros dijo a sus nuevos amigos: – Me gustó mucho como cantan y tocan ustedes…

Siro respondió por él y por Cueto: – También nosotros lo oímos a usted y nos pareció magnífico.

Parece que nos comprendemos. – Agregó Miguel: – ¿Qué les parecería si formáramos un trío?

Esta vez habló Cueto un poco sorprendido: – ¿Un trío? ¡No estaría mal!

¡Y ya no se separaron más! Ensayos, fiestas, reuniones, serenatas, constituyeron “su trabajo” inicial. En una de aquellas fiestas, Eusebio Delfín, que se había popularizado con dos canciones primorosas: “La Guinda” y “En el Tronco de un Arbol”. Los oyó cantar. Y los convenció de que debían venir a La Habana.

Vino Matamoros, Cueto y Siro se quedaron en Santiago, trabajando en sus respectivos empleos. Traía en un bolsillo una tarjeta de Delfín para los señores  Lastra y Castro. En aquellos días, la aspiración máxima de los compositores e intérpretes, consistía en grabar discos. No traían dinero. Y no era cuestión de sentarse en un parque a esperar la oportunidad  de conectarse con los representantes de la RCA Víctor. Y se colocó de lo que sabía. Se hizo chofer de alquiler. Su automóvil parqueaba en la piquera de príncipe y Espada.

Matamoros no deja de sonreír recordando aquellos días:

Un amigo me presentó a don Julián Lastra. Don Julián me llevó al señor Juan Castro. Me escucharon. Les  gustó mi voz. Don Juan puso un reparo. Me dijo que una sola voz era difícil que  tuviera aceptación en el público. Y me recomendó que formara un trío o un septeto.

¿Y usted qué dijo?

– Que el trío lo tenía, pero el septeto habría que formarlo. A esto me respondió el señor Castro que si lo hacía podía tener la seguridad de que nos grabarían los discos.

– ¿Se fue usted a Santiago con la noticia?

Con semejante promesa no había tiempo que perder. Me fui a Santiago dispuesto a organizar el septeto y afinar el trío. Para ganarme la vida, mientras las cosas iban lográndose en el campo de la música, volví a colocarme de chofer con don Bartolo Rodríguez, dueño de un almacén de víveres.

¿Pero no regresaron enseguida?

¡Qué va! No nos aventurábamos a perder los empleos y venir a La Habana a correr una aventura. Al cabo del año, fue a Santiago Juan Castro con el jefe de grabaciones de la RCA, con tan buena suerte para nosotros que la noche que llegaron a Santiago, cantábamos Siro, Cueto y yo en una función del teatro “Aguilera”.

¿Y del septeto, qué?

– El septeto estaba organizado. Y lo escucharon Castro y su acompañante a la terminación de la función del “Aguilera”. Pero Castro optó por el trío.

¿Vinieron a grabar a La Habana?

– Fuimos a grabar a New Jersey. Yo le pedí permiso a mi patrón Don Bartolo para dar un viaje, pero no le expliqué las razones del viaje. En New Jersey el Trío Matamoros grabó sus primeros éxitos: “El que Siembra su Maíz”, “Olvido”, “Sos de la Loma”, “Promesa” y otras canciones hasta un total de 14. Al cabo de un mes estábamos los tres en nuestros respectivos trabajos. 

– ¿Pero cómo?

– ¡Amigo! De algo teníamos que vivir. Mientras el público  nos diera su veredicto.

Matamoros cuenta que algunos meses después del regreso de New Jersey, iba él guiando el auto de don Bartolo por la calle de Enramada de Santiago de Cuba.

¿Qué busca esa gente ahí? – Preguntó Don Bartolo.

No sé, don Bartolo. Esa es la tienda “La Dichosa”, agencia de la RCA Víctor. Estarán regalando algo.

Bueno. Cuando me dejes en el almacén entérate qué es lo que pasa. Si es algo que me convenga me lo dices.

– Sí, don Bartolo.

Miguel dejó a su patrón en el almacén y volvió a “Dichos”. Pasaba algo que habría de proporcionarle la primera gran alegría de su vida de artista. Pasaba que habían llegado los discos del trío Matamoros y que la gente de Santiago se los disputaba como pan.

Cuando regresó a contárselo a don Bartolo sin mencionarle los nombres de los artistas, don Bartolo le pidió que le comprara un disco de aquellos antes que se terminaran.

Don Bartolo tocó el disco.

Está muy bonito – dijo- ¿Quiénes lo cantan?

Leyó. Allí decía. Trío Matamoros.

Oye, Miguel estos Matamoros, ¿son parientes tuyos?

– No. don Bartolo, no son parientes míos. El que canta en ese disco soy yo…

Don Bartolo recordó el viaje de Miguel a Estados Unidos. El artista se disculpó. Don Bartolo le dijo que se sentía orgulloso de que su propio chofer fuera uno de los integrantes del Trío Matamoros.

Y entonces, ya populares, ¿qué hicieron?

– Vinimos a La Habana contratados por Ernesto Smith en 1928. Nos presentamos en el teatro Campoamor. Los llenos se sucedieron y el éxito del trío quedó patentizado. Vinieron más contratos. La Habana era nuestra. Y renunciamos definitivamente a lo que habíamos sido. Siro se olvió de la herrería. Cueto renunció a su puesto en Sanidad. Yo me olvidé del volante.

¡Han pasado 26 años!

Se dice pronto. ¿verdad, Matamoros”. ¿Verdad?, Cueto?

¿Verdad, Siro Rodríguez? ¡Sin embargo, fueron  26 años de dedicación heroica a un folklore que quieren mixtificarlo y degenerarlo los cultivadores del éxito fácil, desde que  ustedes se han reunido en trío!.

En 1929 se fueron a México. En 1930 a la República Dominicana. En 1931 a Puerto Rico. En 1932, a España y de España a Francia. Los parisienses aplaudieron nuestras canciones a través de las limpias y criollísimas interpretaciones de Miguel, Siro y Rafael, en el mismo teatro que Gardel había impuesto el ritmo del tango argentino: el “Empire”. Volvieron a España, cantaron en Madrid, Barcelona, Santander, Asturias, los puertos gallegos de La Coruña, Vigo y Pontevedra.

¡26 años! Con el Trío en las capitales de Centro y Suramérica. Con el conjunto en La Habana y el interio de Cuba, en bailes, funciones teatrales y programas de radio. Manteniendo contra todas las influencias de lo fácil, de lo volandero, la pureza melódica, espiritual de nuestro cancionero.

¿No está pidiendo esa conducta ejemplar del más antiguo de nuestros conjuntos, un homenaje?

Cuando Miguel Matamoros me oye esto, se apresura a explicarme:

Algo de eso tenemos en proyecto. Un homenaje que tenga carácter nacional. Pensamos que sea en diciembre, al final de una gira artística por el interior de la República, que vamos a comenzar precisamente un día de estos, en septiembre.

Hemos estado hablando casi dos horas, en la casa de Cueto. Los tres se fueron a registrar el fondo de una maleta en busca de fotografías históricas para agregar a la información gráfica de Charlie Seiglie.

Cuando vuelven, sorprendo a Miguel Matamoros con esta pregunta:

¿Qué  opina usted del momento musical cubano?

¡Chico! Lo que están haciendo con nuestra música es intolerable. La están corrompiendo, esa es la expresión…

Con el mambo, ¿verdad?

– ¡Claro, viejo! El mambo es una mezcolanza de la música antigua cubana con la estridencia del foxtrot. Es decir, mientras unas partes a dúo o trío vienen haciendo lo que hace el “tres” (nuestro típico “tres”) otras partes hacen un contra-canto a dúo o trío. Esto es el mambo, ni más  ni menos. ¡Un cubano vestido de jugador de golf!.

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