Por su bien ojalá Lis Cuesta haya visto el video de Ramiro Valdés callando a su marido Miguel Díaz Canel en plena televisión cubana y él se rió sumisamente.
Porque supongo que Miguel Díaz Canel perfectamente sabe que “él no es nadie allí”, que es un peón, un títere, que el puesto que ocupa es simplemente un préstamo, un tape, una pantomima y que él está ahí cogido con alfileres. Pero, parece que a ella no le llegó ese memo.
Lis Cuesta debía mirar en el espejo retrovisor al pasado para saber lo facilito que le parten el carapacho a todo el que se envalentona allí, se confunde, y se cree que de verdad “está cortando el bacalao” en Cuba.
O ¿ustedes no creen que alguien debía contarle sobre la gran mandada al quinto piso del carijo que les dieron a Manuel Urrutia, a Osvaldo Dorticós, a Roberto Robaina, a Carlos Aldana, a Carlos Lage, al energúmeno de Felipe Pérez Roque, cuando se tragaron el gran paquete de considerarse importantes e imprescindibles en aquella cloaca llamada Cuba y aquella finca privada propiedad de la familia Castro?
Que se entere lo que le pasó al coronel Pedro Tortoló cuando su mujer se bajó del avión cargada de efectos eléctricos después de la humillante derrota en Granada.
Pero, parece que él no le ha pasado la información a Lis, entonces ella de verdad se está creyendo el cuento de que es la Primera Dama, que su marido es un temible dictador. Vaya, anda alardeando, derrochando dinero y hasta vistiéndose de tamal mal envuelto como se ve en las fotos.
Cuando lo cierto es que eso no funciona así en Cuba, hoy «menos que menos» donde él está puesto ahí “de dedo” y tiene que esperar a que le digan lo que tiene que decir. En Cuba hasta la prensa no dice nada sin tener el permiso previo para decir y mentir.
Porque lo interesante del caso es saber si Lis Cuesta se encuentra en pleno conocimiento de que ella realmente no es “primera dama ni de una cuartería en La Habana Vieja”. Si se equivoca y se sigue lanzándo en parejerías mete en tremendo aprieto a su marido y van a terminar limpiando cacas de murciélagos en una cueva abandonada.
Ya es hora de que Lis Cuesta se baje de la nube y sepa que él que manda en Cuba no es Díaz Canel sino El tuerto Alejandro Castro Espín, que su mujer ni chista, jamás hace un alarde público y el 99 por ciento de mis compatriotas ni sabe quién es.
A Vilma Espín la dejaron salir a la palestra pública simple y llanamente para acallar la fama de pájaro del chicle masticado Raúl.
Eso hasta Dalia Soto del Valle lo entendió al dedillo, lo aceptó e hizo muy bien su papel de ser una figura fantasmagórica en Cuba.
Vamos a ver si esta “gata igualada” lee este escrito y entiende que su marido va a durar menos que un merengue en la puerta de un colegio, a no ser que ella acepte calladamente que la verdadera «primera dama» es Raúl.
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