LAS HERMANAS ABREU: ROSA, MARTA Y ROSALÍA TRES GRANDES PATRIOTAS DE SANTA CLARA

Written by Alvaro J. Alvarez

9 de febrero de 2022

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Los Realejos es una zona de la Isla de Tenerife, situado a 6 km. al Sur de La Orotava y de Puerto la Cruz y 18 km. al Norte de Garachico. Es la zona donde en 1496 (siglo XV) se logró la paz con los guanches, los nativos de la Isla.

En esos años se conocía como Realejo Abajo y Realejo Arriba, precisamente de esta zona, finales del siglo XVIII (unos 300 años después) Manuel González-Abreu (hijo de Antonio y de Manuela) partió hacia la Isla de Cuba, para llegar asentarse en la ciudad de Santa Clara, donde fue subteniente de Milicias y Alcalde.

El 11 de diciembre de 1802 se casó con Rosa María Jiménez y de la Peña, natural de esa ciudad e hija de Diego (natural de Marchena, España) y de Rafaela. Tuvieron 17 hijos: Rafaela, Julia, María Jacinta, Catalina, María Francisca, Rosa María, José, Manuel, Juan, Agustín, Fernando, Francisco, Antonio, Diego, Eduardo, Vicente y a Pedro Nolasco González-Abreu y Jiménez. Manuel, había nacido en 1977 y falleció el 4 de enero de 1838 (de 60 ó 61 años).

EL PADRE

Pedro Nolasco, nació el 31 de enero de 1812, en Santa Clara, bautizado unos días después en la parroquia Mayor de la misma ciudad el 10 de febrero de 1812, fue Teniente de la Primera Compañía de Caballería Urbana de dicha provincia y Caballero de la Orden de Isabel La Católica y Alcalde.

Su defunción se encuentra en la parroquia de Monserrate de La Habana. Se casó en la parroquia Mayor de Santa Clara el 24 de abril de 1843, con Rosalía Justiniana Arencibia y Plana (nacida el 5 sept. 1826, hija de José F. Arencibia González, Regidor, Alcalde ordinario y Alguacil Mayor de dicha provincia y de María B. Plana y Pérez-Tudela. Falleció en 1882). Tuvieron tres hijas: Rosa Beatríz (1844), Marta de los Ángeles (1845) y Rosalía Paula (1862).

Pedro Nolasco no le gustaba utilizar su apellido compuesto sino el Abreu solamente, una costumbre contituada por sus tres hijas.

En 1861, la familia se mudó a una casa mandada a construir en la calle Carmen # 3 esquina Santa Elena, en Santa Clara.

Después del nacimiento de la pequeña Rosalía la familia se mudó para una casa de dos plantas en Prado y Trocadero en La Habana. Además Pedro Nolasco construyó una mansión en Santa Catalina y Palatino (Quinta Las Delicias) y un lujoso panteón en el Cementerio de Colón., donde reposan sus restos desde el 26 de febrero de 1876.

Vamos ahora a saber un poco de la vida de estas tres damas cubanas, las cuales merecen ser recordadas y respetadas por varias virtudes, sobre todo por ser ejemplo de patriotismo.

ROSA BEATRIZ ABREU

ROSA.- La primogénita, Rosa Beatriz nació el 7 de junio de 1844 en la casa № 49 de la calle Sancti Spíritus (Juan Bruno Zayas), de la ciudad de Santa Clara. Bautizada en la Iglesia Mayor el 19 de agosto del mismo año.

 Creció y se educó bajo el cariño de su acaudalada familia. Desde muy joven viajó por los EE.UU y Europa que le sirvió de mucha experiencia y donde pudo apreciar la realidad de la época.

 La jovencita Rosa Beatríz logró poseer una cultura refinada así como una profunda y amplia educación.

El martes 6 de marzo de 1866, a los 21 años, se casó con Santiago Contreras Fuertes, natural de Santa Cruz de Tenerife.

Al iniciarse la guerra del 68, Rosa se sintió comprometida con la causa revolucionaria y aún antes del alzamiento de las fuerzas rebeldes en Las Villas, ya estaba cooperando con la gesta independentista.

En 1876, tras el fallecimiento de su padre las tres hermanas: Rosa, Marta y Rosalía, de común acuerdo decidieron honrar la memoria de sus padres dedicando parte de la fortuna familiar para realizar obras benéficas.

 LOS ABREU EN PARÍS

La familia Abreu, como tantas encumbradas de la época, tenía a bien pasar largas temporadas en París, donde la colonia cubana crecía a lo largo del siglo XIX con una fuerza destacable. En una de las ocasiones en que Rosa Beatriz, recién enviudada y con 34 años, acompañó a su madre a tratarse una afección pulmonar, conoció al célebre profesor de Medicina Jacques Joseph Grancher (1843-1907) se enamoraron y se casaron apenas un año después el 9 de noviembre de 1879.

Desde ese momento la mayor de las Abreu adoptó la ciudadanía francesa y se dedicó a colaborar en la profesión con el esposo, quien fuera, ayudante y amigo de Louis Pasteur. Lamentablemente no tuvo hijos en sus dos matrimonios. Rosa no regresó a Cuba nunca más.

Grancher comenzó sus estudios de Medicina en París, en 1862. Entre 1885 y 1907 fue el Director del Hospital Necker-Enfants Malades, donde es recordado por su investigación sobre la tuberculosis. Fue pionero en la creación de salvaguardas para la prevención de la tuberculosis infantil y fue un defensor del aislamiento y la antisepsia en la lucha contra la enfermedad.

En 1885, Grancher y Alfred Vulpian (1826–1887) fueron fundamentales para convencer a Louis Pasteur (1822–1895) de realizar la primera vacunación exitosa contra la rabia en el niño Joseph Meister de 9 años, que había sido mutilado por un perro rabioso.

En 1887, a pedido de Pasteur, Grancher defendió la vacuna contra la rabia ante la Academia de Medicina, citando su exitosa tasa de supervivencia. En 1900 fue elegido vicepresidente de la junta directiva del Instituto Pasteur.

GRAN ALTRUISMO

Las hermanas Abreu, comenzaron con un proyecto de construcción de dos escuelas para niños pobres.

La de varones, con el nombre de San Pedro Nolasco, la lograron inaugurar el 31 de enero de 1882. La de las hembras con el nombre de Santa Rosalía quedó lista en septiembre de 1883.

 Ellas tres donaron 30,000 pesos cada una para equiparlas de todo el material necesario y su mantenimiento. El reglamento fue redactado por el joven abogado Luis Estévez Romero.

El “Hospital de San Lázaro” para enfermos de lepra, fue construido, por el alcalde de Santa Clara, Luis Carta Hernández, entre 1839 y 1842. Rosa ayudó mucho a paliar las necesidades de los enfermos, en 1885 donó 200 camas y 200 mudas de ropa, además de costear los arreglos de reparación del edificio que no había recibido durante años, la atención necesaria en su estructura.  Gracias a ella las medicinas que pudiera aliviar a los leprosos, nunca faltaron.

Por los días de Navidad mandaba un regalo para que los pobres enfermos disfrutaran mejor esa época del año. Rosa ayudaba al sostenimiento de los ancianos y de otros incapacitados, donaba todos los años camas, ropas, muebles y todo lo otro que fuera necesario al Asilo de San Pedro y Santa Rosalía. Fue una protectora de la Asociación San Vicente de Paul.

Durante los terribles días de la reconcentración de Weyler (1896-1898) Rosa aportó una suma importante para ayudar a la Cocina Económica que funcionaba en la Iglesia Buen Viaje a cargo de los Padres Pasionistas y del padre Chao contribuyendo a la salvación de muchos pobres, los cuales hubiesen muerto de hambre en las calles.

En 1896 se instaló el «Hospital de Viruelas” en las afueras de la ciudad, Rosa envió desde París su donativo y dispuso que en nombre de su ilustre esposo y en el de ella, se instalaran camas y demás enceres necesarios, y se dotara a ese establecimiento de ropa suficiente para todos los enfermos atacados de tan terrible mal. Ella no olvidaba a Santa Clara y no fue nunca indiferente a sus necesidades.

El ayuntamiento en distintas fechas, acordó testimoniarle su gratitud, así como al doctor Joseph Grancher, esposo de la benefactora, consignando estos acuerdos en diferentes actas.

El 15 de julio de 1889 se celebró el segundo centenario de la fundación de Santa Clara, con una Feria exposición y Rosa contribuyó con la suma de 667 pesos para la construcción del edificio donde se instaló.

En octubre de 1884 se fundó la Escuela

“ La Trinidad”para niños de la raza negra. Rosa estuvo ayudando con 5,000 pesos anuales, hasta 1894 que fue clausurada.

Al instalarse la Sociedad Liceo de Santa Clara en 1899 abrieron su Biblioteca Pública y Rosa donó algunas obras muy importantes, que envío desde París con ese objetivo. Contribuyó para la reedificación de la Iglesia del Carmen.

Rosa costeó los estudios del bachillerato y superiores a muchos jóvenes villaclareños, donó al templo católico de Encrucijada una colección de 6 candelabros y 6 floreros para el Altar Mayor y muchos ramos de flores artificiales que envío desde París.

La Fundación Rosa Abreu de Grancher, antes Maison de Cuba, es una de las 40 residencias universitarias de la Cité Internationale Universitaire de París. El proyecto de una residencia universitaria para estudiantes internacionales fue lanzado en 1920 por André Honnorat, ministro de Instrucción Pública, y Émile Deutsch de la Meurthe.

La Maison de Cuba en 59 A Boulevard Jourdan, París 75014, se llevó a cabo gracias a una donación realizada el 25 de febrero de 1929 por Pierre (Pedro) Sánchez Abreu (1890-1952) y su hermana Rosalía Lilita (1886-1955) Sánchez, ambos hijos de Rosalía Abreu y Arencibia. Complementada con un aporte de la Fundación Nacional de la Ciudad Universitaria Internacional.

El 26 de mayo fue aprobada por decreto y el documento se conserva en los archivos de la Cité Universitaire, otorgaba a los donantes un terreno de 1,824 m² y los mismos se comprometían a “edificar y amueblar en el recinto de la Ciudad Universitaria, un inmueble que permitiera a los estudiantes cubanos el beneficio y las ventajas de dicha Ciudad”.

La Fundación llevaría el nombre de su tía, Rosa Abreu y su esposo, el profesor francés Jacques-Joseph Grancher.

La Maison de Cuba también se le llama la Casa Cuba, fue diseñada por el reconocido arquitecto Albert Laprade (1883-1978), inspirándose en la elegante arquitectura del clasicismo francés, dotó su fachada de un juego de volúmenes que recuerda a la Catedral de La Habana. Construida a partir de 1930 y abierta el 14 de enero de1933.

De América Latina sólo cuatro países poseen sus propias residencias en la Cité Universitaire: Argentina (1928), Cuba (1933), Méjico (1953) y Brasil (1959), algo que refleja muy bien la pujante situación de Cuba en la época republicana.

Durante mucho tiempo fue la más lujosa de las residencias universitarias del campus. Cada una de las 70 habitaciones disponía de su baño privado con bañadera con agua

fría y caliente las 24 horas, además de teléfono y reloj eléctrico.

La residencia contó desde su apertura con ascensor y múltiples comodidades como cocina, servicio de lavandería y de desayuno y merienda.

Del mobiliario original se conservan las estanterías, el revestimiento de la gran biblioteca y varias piezas (muchas con la placa que anuncia el nombre de su fabricante habanero) repartidas entre las habitaciones, todo hecho con caoba de Cuba.

 En la biblioteca es posible ver un retrato al óleo de Pierre Sánchez Abreu, otro del urólogo Joaquín Albarrán, un busto de Felipe Poey y gran cantidad de volúmenes relacionados con la historia de la Isla. En la entrada, un busto de José Martí, obra de Juan José Sicre (autor del Martí de la Plaza Cívica) y donado por su hijo José Francisco Martí Zayas-Bazán (después de los arreglos de 2008 el busto desapareció y en su lugar colocaron un busto del sabio Louis Pasteur).

El mobiliario del salón, que actualmente se conserva en su gran mayoría, fue importado de La Habana. Algunas de las mesas y butacas preservan la placa metálica que identifica al fabricante: Casa Cayón, Neptuno 186, Habana.

MARTA DE LOS ÁNGELES ABREU

Nació el jueves 13 de noviembre de 1845 en la calle Sancti Spíritus № 49, hoy Juan Bruno Zayas, en Santa Clara. Marta de los Ángeles creció y se educó en su ciudad, en el seno de una acaudalada familia, dueños de dos ingenio azucareros y cientos de caballerías de tierra.

Siendo muy joven vivió junto con su familia en el municipio de Encrucijada en una finca en Mata que tenía la familia, llamada Dos Hermanas, en honor de Rosa y de ella. Gracias al trabajo con los esclavos y por su buen corazón y bondad era conocida entre ellos como La Generosa.

Viajó por los EE.UU y Europa, donde se dio cuenta de la realidad de la época. Fue alumna del Colegio del Sagrado Corazón en Torresdale, a unas 13 millas al N.E. de Filadelfia.

Poseedora de una cultura refinada y una profunda instrucción. En 1872 junto a su familia se trasladó a vivir en la casa de Prado y Trocadero en La Habana. En esta dirección, Luis Estévez conoció a Marta, en

su transitar diario, trabajaba en una notaría cercana y estudiaba en la Universidad.

Luis Estévez, estudió en el Colegio La Empresa, en Matanzas. Sin embargo, varias dificultades tuvo que vencer para poder estar cerca de su amada Marta, pues los padres de ella no lo aceptaron por no poseer bienes y porque era 4 años menor que la santaclareña.

 Marta Abreu fue enviada por su padre Pedro Nolasco a vivir con su tío Eduardo González-Abreu, en Santa Clara. Pero el amor prevaleció por encima de todo y el 16 de mayo de 1874, su tío la acompañó hasta la Iglesia Mayor para que contrajese matrimonio con el joven matancero Luis Estévez y Romero (1849-1909) con quien compartía, además de su amor, ideales patrióticos y humanistas. El 12 de junio de 1875, nació su primer hijo y le pusieron Pedro Nolasco Julio Zenón Estévez y González-Abreu (Pedrito) nombre del abuelo materno. El nacimiento del niño vino a traerles armonía con la familia. Después tuvieron a Cecilia, una niña, pero murió a los pocos días de nacida. Pedro fue químico de profesión.

En 1876, tras el fallecimiento de su padre, Marta, de común acuerdo con sus hermanas, Rosa y Rosalía, decidieron materializar la voluntad póstuma de la familia de dedicar la fortuna a realizar una extensa obra benéfica. En 1882 mandaron a construir el colegio para niños pobres San Pedro Nolasco donado en testamento por su padre para el que dejó 20,000 pesos, su madre murió años después, en 1882 e hizo lo mismo que su esposo, dejó testado que se usaran 20,000 pesos para la construcción de otro colegio pero destinado a las niñas, que en 1884 se construyó y se inauguró en diciembre de 1885 con el nombre de colegio Santa Rosalía.

Su obra cumbre, el teatro La Caridad fue inaugurado el 8 de septiembre de 1885, dotando a la ciudad de la institución cultural más importante de ese siglo en Santa Clara, su donación fue de 150,000 pesos.

Marta tuvo la idea de erigir un monumento en la Plaza de Armas (Parque L. Vidal) para conmemorar el 197 Aniversario de la fundación de Santa Clara. El 15 de julio de 1886 se inauguró el primero de los monumentos que allí existió, los 5,000 pesos oro de su costo fue pagado por ella. Un obelisco de 30 pies de altura y 16 toneladas de peso, construído en Filadelfia y dedicado  a la memoria de los sacerdotes Juan Martín de Conyedo (1687-1761) y Francisco Hurtado de Mendoza (1724-1803).

 Desde muy pequeña se descubrió en ella una gran sensibilidad caritativa y dadivosa. Al asumir la posesión de sus bienes, entre las que se encontraban grandes dotaciones de esclavos, Marta y su esposo le dieron la libertad a estos, entregándole parcelas de tierra para que las trabajaran y a los esclavos domésticos los convirtieron en obreros asalariados.

Fabricó 4 lavaderos públicos, en Pastora, en Carmen, en Puente y en Condado. Hizo cuantiosos regalos a los hospitales de San Lázaro y San Juan y a los presos de la cárcel, arregló el camino de Santa Clara a Camajuaní, regaló a la Parroquial una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, contribuyó a la reforma de ese templo y a la de El Buen Viaje, donó en el cementerio una bóveda para los pobres, costeó la instalación del dispensario para niños El Amparo, estableció la Planta de alumbrado eléctrico, dio 10,000 pesos para la compra de los instrumentos del Observatorio Meteorológico Municipal, e hizo innumerables limosnas, de distintas cuantías, que han quedado en secreto.

FUNDADORAS DE ESCUELAS

Sostuvo Marta Abreu de Estévez una magnífica escuela para niños de color titulada El Gran Cervantes, la cual estaba instalada en la calle de San Agustín, hoy calle del General Alemán. Esta escuela, en la cual se educaron muchos hombres que figuran hoy en la vida pública del país, se inauguró al comienzo del año 1882 y fue obra exclusiva de la piedad y de la protección de Marta, que creó esa escuela, porque los niños de color no asistían a las escasas escuelas del Gobierno.

En febrero de 1883 se inauguró, el Asilo de pobres San Pedro y Santa Rosalía, sostenido por las 3 hermanas Marta, Rosa y Rosalía. Ese Asilo fue dotado de todo lo necesario, con personal capacitado y una buena administración. Estaba situado en la calle de Marta Abreu y fue un alivio para los que, por los años, se doblaban bajo el peso de sus infortunios, los que recorrían las calles demandando una limosna, cesaron en sus prolongadas agonías y tuvieron un descanso, un lecho, para esperar tranquilos la hora trágica y definitiva de la muerte, bendiciendo a sus benefactoras.

Marta un día supo que los presos estaban en estado penosísimo. Una mañana invitó a su ilustre esposo a un paseo y se dirigieron a la Cárcel, pidió permiso para visitarla. En el acto el Alcaide franqueó la entrada, ella y Luis pudieron contemplar un cuadro de horror.

Aquellos presos estaban casi en cueros: flacos, hambrientos, enfermos algunos, exhibían las huellas de la miseria y algunos las heridas de los palos. . . no pudo Marta contener su protesta y salió prometiéndoles alivio, consuelo y alimentos……éstos no tardaron.

Tuvieron las ropas, zapatos, medicinas, alimentos, y como si todo fuera poco, ordenó que se les sirviese un rancho especial y después de toda esa caridad, denunció con energía lo que había visto en la Cárcel de Santa Clara, gracias a esto, la situación cambió.

Donó Marta Abreu, la suma de $500 oro, para ayudar a la construcción del edificio «Cuartel de Bomberos Municipales» situado en la calle de Unión y Gloria. También contribuyó al costo total de toda la instrumentación de la Banda del Cuerpo. Hoy en ese edificio se ha instalado el Centro Escolar «Pedro Estévez y Abreu» y a la calle de la Unión se le ha dado el nombre ilustre y querido de Pedro Estévez y Abreu.

En 1895 y coincidiendo con la inuguración de la Planta de Electricidad, en el centro de la Plaza Mayor se levantó la torre Villaclara, imitación de la Torre Eiffel de París, que midió 28 m de alto y 7 m de ancho en la base. El ingeniero Cornelio Berenguer hizo los planos que requería el proyecto, para realizarlo con maderas finas nacionales, por su carácter transitorio. Con la colaboración de carpinteros y el pueblo, en pocos días se alzó la réplica de la Torre de París en la Plaza Mayor, hoy Parque Vidal. Su ubicación se hizo sobre el obelisco dedicado a Conyedo y Hurtado de Mendoza el cual marcaba en aquel momento el centro de dicha plaza.

La Planta Eléctrica de Santa Clara, propiedad de Marta, fue magnífica fuente de socorro para los pobres y también de auxilio para muchas pequeñas industrias. Solemnemente bendecida e inaugurada el día 19 de marzo de 1895, entre grandes festejos organizados para celebrar el acontecimiento y rendir homenaje a la incomparable benefactora.

Había comenzado la Guerra de Independencia, entonces el Gobierno Español entendió que el alumbrado público era una obra impulsada por Luis Estévez, el esposo de Marta, para fomentar la rebeldía en el centro del país. Esto sumado a sus ideas independentistas, bien conocidas por las autoridades coloniales, la obligaron a abandonar el país junto a su esposo e hijo.

El 16 de junio de 1895 salieron en el vapor La Navarre hacia Francia, desde donde desarrolló una intensa labor conspirativa y de recaudación de fondos para la guerra contra el colonialismo español. Desde París mantenía un vínculo muy directo con el delegado del Partido Revolucionario Cubano, Don Tomás Estrada Palma y con el paladín de la independencia de Cuba y Puerto Rico, Ramón Emeterio Betances.

Tras el Grito de Baire (24/feb/1895) se constituyó en 1896 en París un comité de emigrados, con la participación de cubanos prominentes como: el urólogo Dr. Joaquín M. Albarrán Domínguez, al frente; el esposo de Marta y abogado, Luis Estévez Romero; el abogado, periodista y publicista Raimundo Cabrera; el hacendado Tirso Mesa y el periodista y escritor Domingo Figarola-Caneda, que comenzaba a publicar La República Cubana, un periódico en francés y español en apoyo de la causa libertadora que estaba financiado por Marta Abreu.

Desde principios de 1896, Marta envió desde París mucha ayuda para la causa de la independencia de Cuba. Al Comité Revolucionario Cubano en Nueva York, presidido por Estrada Palma: el 14 de enero, $2,000; el 26 de febrero, otros $5,000, girado en nombre de ella y en el de su hijo Pedrito; en abril, $4,000 adicionales y un cheque de 50 mil francos de ayuda a Rafael Cabrera ella sola pagó la expedición que aquel trajo a Cuba, la que salió en el mes de agosto de 1896, desde Charleston, en  Carolina del Sur, desembarcando en la costa Norte entre Camagüey y Oriente, el 16 de noviembre, después de haber tenido que luchar contra un barquito español que le perseguía de cerca.

Esa expedición trajo a Cuba un cañón, regalo personal a Rafael Cabrera de Marta Abreu, cuyo obsequio fue con la condición de que si eran perseguidos por algún vapor español, que abrieran fuego enseguida al grito de «Viva Cuba Libre», como sucedió, resultando vencedor el barco expedicionario.

Gracias al obsequio de la insigne patriota pudo salvarse una de las expediciones más valiosas que desembarcaron en Cuba. Marta recibió un gran disgusto al saber que el cañón, por intrigas en la guerra, había sido quitado al general Cabrera, de orden superior y por conducto de la Delegación envió su protesta.

En abril, $4,000 adicionales, así como $10,000 pesos oro para comprar 1,000 fusiles; en mayo, otro giro a Estrada Palma, por $15,000 con destino a los fondos generales del Partido Revolucionario Cubano y en julio $20,000 fueron donados por Marta.

Con fondos provistos por ella, se organizaron a mediados de 1896 tres expediciones destinadas a Las Villas y Camagüey, además financió la construcción de la línea férrea desde el municipio de Encrucijada hasta la ciudad de Santa Clara y posteriormente la terminal de trenes que hoy en día lleva su nombre en homenaje de los pobladores a dicha personalidad.

SU SEUDÓNIMO

Marta Abreu, usó el seudónimo de Ignacio Agramonte, para hacer sus importantes donaciones a la Revolución y su hijo Pedro Estévez y Abreu, utilizó el seudónimo de Jimaguayú.

Marta iba a las fiestas del cónsul español en París y se interesaba por la situación en Cuba, para después enviarle esa información a Estrada Palma en Nueva York, (una labor de espionaje).

Bien hizo el Ayuntamiento de Santa Clara de honrar siempre el recuerdo de tan grande benefactor: no fue indiferente cuando la miseria azotaba a la ciudad de Marta, Weyler gozaba en acabar con los cubanos, sobre todo con la infancia desvalida. Entonces Luis, desde París, giraba cantidades importantes al venerable sacerdote Padre Alberto Chao (1838-1901), cura párroco que fue también un apóstol, un benefactor.

Luis y Marta se valían de ese santo hombre para realizar sus obras piadosas; las condiciones excepcionales del Padre Chao, su estado eclesiástico y la energía de su carácter, le hacían inmune a las amenazas y atropellos del déspota. El dinero llegaba seguro a Villaclara, y era un alivio grande, puesto que el mismo Padre Chao distribuía entre los más necesitados. Muy pocos sabrán esto que hoy recogemos en estas páginas.

Por cierto que el busto del Padre Alberto Chao, situado en el parque Vidal de Santa Clara, aparece 1927 como el año de su develación, cuando realmente fue el 15 de julio de 1928.

Además de la ayuda brindada a su comunidad que le ha valido para ser reconocida como la benefactora de la ciudad, realizó la mayor de las obras en beneficio de su pueblo al participar en la guerra del 1895 para lo que puso toda su fortuna al servicio de la causa y manifestó que si se acababa pedirían limosna ella y su familia pero, la libertad de Cuba era lo primero.

El 13 de febrero de 1898 el Generalísimo Máximo Gómez durante una visita a Santa Clara, dijo: “No saben ustedes los villaclareños, los cubanos todos, cual es el verdadero valor de esa señora. Si se sometiera a una deliberación en el Ejército Libertador el grado que a dama tan generosa habría de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no hubiera sido difícil se le asignara el mismo grado que yo ostento.”

UN MONUMENTO

El 24 de junio de 1945, al celebrarse el centenario de Marta Abreu, le erigieron un monumento en el parque Vidal de la ciudad. Santa Clara reconocía de esa manera a su benefactora.

Cuando la muerte la sorprendió, Marta le había escrito al aspirante presidencial José Miguel Gómez que trasladara la capital de Cuba para Santa Clara, porque se encontraba en el centro del país, tenía la infraestructura necesaria y si ésta no resultaba suficiente, ella se encargaría de recaudar los fondos necesarios.

Marta se sentía tan cubana y deseaba tanto la independencia de Cuba, que cuando en 1894 el Ayuntamiento de Santa Clara presentó una moción para que se le concediera el título de Condesa Villaclara, se opuso a esta distinción, sólo quería ser benefactora de Santa Clara y que España no tuviera nada que ver en eso.

Marta era una mujer poco expresiva, seria, modesta. Le disgustaba cualquier alabanza a su obra. Pero varias veces la ciudad le mostró su agradecimiento y no pudo negarse

Marta Abreu sus Fundaciones y sus obras

El Teatro La Caridad (1885)

Colegio San Pedro Nolasco (1882)

Asilo de Ancianos para el cuidado de personas mayores (1913)

Obelisco a los sacerdotes Juan Martín de Concedo y Francisco A. Hurtado de Mendoza (1886)

Dispensario El Amparo para niños pobres enfermos y sus familias (1895)

Escuela La Trinidad para niños negros (1883)

Escuela El Gran Cervantes para niños negros (1882)

Escuela El Buen Viaje (1899)

Reforma la Ermita del Buenviaje de los Padres Pasionistas

Escuela Santa Rosalía (1884)

Casa de Bomberos (1886)

Escuela municipal Concedo (1886)

Cuerpo de Policía (1886)

4 lavaderos públicos: Pastora, Carmen, Puente y Condado, en rios Bélico y Cubanucay (1887)

Estación meteorológica, incluyendo todos sus instrumentos y equipamiento técnico (1894).

Planta eléctrica para el alumbrado público de la ciudad de Santa Clara (1895)

Estación de Trenes de Santa Clara (1895)

Construcción del Puente sobre el Paso del Minero en Santa Clara

Instrumentos para la Banda de Música del Cuerpo de Bomberos (1899)

Donación de una bóveda para los pobres en el Cementerio de Santa Clara.

Contribuyó a la reparación del camino a Camajuaní

Contribuyó a las reformas que se hicieron a las iglesias del Buen Viaje y la de Encrucijada.

Reconstrucción de los hospitales de San Lázaro y San Juan de Dios.

15 envíos de remesas para la independencia de Cuba equivalentes a más de 240,000 pesos oro.

Escuela El Gran Cervantes para niños negros. (1882)

Colegio Buen Viaje. (1899)

ROSALÍA PAULA ABREU

Nació en la calle Carmen № 3 esquina a Santa Elena en Santa Clara el 15 de enero de 1862, bautizada el 29 de marzo del mismo año. Rosalía Paula fue la tercera y última de las hermanas Abreu. Las otras dos fueron: Rosa Beatriz y Marta de los Ángeles. La familia se mudó para La Habana en 1869.

Rosalía, cursó estudios en la escuela de monjas del Sagrado Corazón, Eden Hall en Torresdale, Pa. y en 1883 cuando viajó a París, junto con su hermana Rosa y su esposo Joseph J. Grancher, conoció al estudiante de Medicina, Domingo Sánchez-Toledo y Hernández, natural de San Antonio de los Baños. Condecorado con la Legión de Honor por sus trabajos sobre el tétanos. Después de la Guerra del 95-98 permaneció viviendo en la calle Courcelles, París 8.

El 23 de julio de 1883 se casaron en la parroquia de Monserrate en La Habana.  Rosalía sostuvo escuelas, asilos y hospitales, siempre ayudando a familias pobres.

Cuando comenzó la Guerra de Independencia, se encontraban de nuevo en París y desde la ciudad luz, contribuyó con fuertes sumas de dinero hasta el final de la Guerra.

Su hermana Marta iba en un tren desde Filadelfia hasta Tampa porque el 15 de agosto de 1898 se casaba su hijo Pedro con Catalina Lasa. Durante el viaje Marta aprovechó para escribirle una carta a su hermana Rosa, donde le contó Rosalía había llegado a EE.UU para obtener la ciudadanía americana, acompañada de sus hijos, cosa inexplicable porque estando separada (o divorciada) de su esposo el Dr. Sánchez Toledo, éste podría tratar de delatarla ante las autoridades americanas, debido a la custodia de los niños!

En 1899 Rosalía regresó a Cuba y se instaló en la Quinta Las Delicias, una propiedad de 7 caballerías que su padre había comprado en 1873, en la Calzada de Santa Catalina, barriada de Palatino. Los domingos ofrecía fiestas que eran animadas por los poetas y cantantes más famosos de La Habana.

En 1899 hizo un donativo al hospital Nuestra Señora de Las Mercedes específicamente para habilitar una sala de partos de 25 camas, la dotó de instrumentos, ropas, ropa de cama, muebles y otras cosas. En 1900 hizo un donativo a la Casa de Beneficencia y Maternidad de la capital.

En abril de 1901 la residencia fue destruída por un fuego y con la idea de volver a construir su casa, iba a París pero al llegar a Nueva York y buscando distintos proyectos, encontró el diseño ideal por el arquitecto francés Charles Brun, quien usó en su construcción, por primera vez en Cuba, el hormigón armado.

Temas similares…

UN MILAGRO SOBRE EL MAR

UN MILAGRO SOBRE EL MAR

Por José D. Cablí (1937) Key West se vistió de júbilo para conmemorar la realización de uno de los acontecimientos...

0 comentarios

Enviar un comentario