LA VIDA

Written by Rev. Martin Añorga

26 de julio de 2023

El prolijo y eminente escritor español del siglo de oro, Don Pedro Calderón de la Barca, el que naciera precisamente un 17 de enero, en el año 1600, nos dejó un aval literario de intensa variedad religiosa y filosófica. Uno de sus esfuerzos favoritos era el de desentrañar el significado de la vida.

Para el insigne poeta el tema era insistente. En un sugerente monólogo, Segismundo, el personaje central de su obra más celebrada, La Vida es Sueño, encerrado por el rey Basilio, su propio padre, en una torre aislada, dice como una queja o un escapismo, estos versos:

“¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño,

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son”.

En otra de sus obras, El Año Santo en Madrid, se lee esta definición:

“Es la vida un camino

que al nacer empezamos

y al vivir proseguimos.

y aún no tiene su fin cuando morimos”.

Hoy, transcurridos cuatro siglos todavía los seres humanos tratan de responder a la gran pregunta de Calderón de la Barca. Vamos, sin comentarlos, a compartir algunos intentos por parte de grandes pensadores, de definir la vida:

“La vida sólo se comprende como una vuelta atrás; pero sólo se vive hacia delante” (Soren Kierkegaard).

“El que no sabe lo que es la vida, ¿cómo sabrá lo que es la muerte?” (Confucio).

“La vida es un niño que hay que arrullar hasta que se muera”. (Voltaire).

“Será lo más importante en nuestra vida aquello por qué seamos capaces de morir” (José Ortega y Gasset).

“Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir”.  (Gregorio Marañon).

“La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por los que se sientan a ver lo que pasa”. (Albert Einstein).

“Yo prefiero vivir en un mundo donde mi vida esté rodeada de misterio, que vivir en un mundo tan pequeño que mi mente fuera capaz de entenderlo todo” (Harry Emerson Fosdick).

Hay otros intentos, de carácter científicos, de definir la vida. Vamos a mencionar, con intencional brevedad, algunos de ellos:

“La vida (del latín vita) se define como la estructura molecular capaz de establecer un soporte material de transferencia energética homeostática, cuando es estimulada por el medio en condiciones favorables” (Enciclopedia Wikipedia). 

“Un organismo vivo es aquel, compuesto por materia orgánica (C,H,O,N,S,P) capaz de llevar a cabo funciones tales como comer, metabolizar, excretar, respirar, moverse, crecer, reproducirse y responder a estímulos externos”  (Nasif Nable).

El Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas (Salvat Editors, S.A.) recurre a muy interesantes definiciones: “Vida: estado de actividad de los seres orgánicos”; “tiempo que transcurre desde el nacimiento hasta la muerte”.

Evidentemente es imposible aceptar una definición de la vida que en su totalidad complazca nuestra curiosidad. Calderón de la Barca tenía razón cuando hablaba de la vida como de “un sueño” o como de “una caminata”. Cada persona puede buscarse su propia definición. A mí se me ocurre decir que “la vida es un regalo especial de Dios”. 

En la creación se comienza por lo inanimado, los cielos, la tierra, los elementos y se continúa con la creación de los organismos vivientes, entre los que descuella el hombre.  Toda la creación inerte carece de la habilidad de reflejar atributos del Creador; pero en el caso de los seres humanos, “somos hechos a imagen y semejanza de Dios”. 

Los animales no se preocupan por saber de dónde vienen ni adónde van, cumplen el periplo de sus existencias de forma instintiva, sin el auxilio de la razón. Los seres humanos vivimos para conocer a Dios, adorarle y servirle. Y como uno de los atributos divinos es el de la eternidad, sabemos que una vez creados somos dotados de la facultad de vivir más allá de lo que llamamos muerte.

“Yo soy la vida”, dijo Jesús, y San Pablo declaró que “para mí vivir es Cristo”. Una gran definición de la vida: “vivir es usar los dones que nos ha conferido Dios para amar, respetar lo creado, alentar virtudes talladas en nuestros corazones y fomentar un futuro seguro y limpio para los que nos sucederán”.

Es un sueño para los enamorados y una ilusión para los jóvenes; para todos, un camino que conduce a Dios. Mucho mejor lo dijo San Agustín: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti”.    

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