LA VEJEZ NO ES FÁCIL DE VIVIR
Por Luis Bertin (†)
Es evidente que el aumento de la proporción de personas de avanzada edad en relación con el total de la población plantea toda una serie de problemas económicos y sociales sobre los que conviene ir meditando para encontrar soluciones adecuadas. Pero el verdadero problema en esta materia ¿no residirá ante todo en determinar exactamente lo que se entiendo por «viejo» y por “envejecimiento». Bien insignificante, en efecto, sería el beneficio si la prolongación de la vida humana no tuviera otra consecuencia que la de acrecentar en número de organismos arruinados, de hombres y mujeres físicamente y mentalmente disminuidos.
¿Pero cómo determinarla? La edad fisiológica debe ser en realidad evaluada por toda una serie de exámenes y de medidas de las que vamos a dar aqui una sumaria idea. En cuanto a la edad psicológica y mental, puede no marchar al unísono de la edad fisiológica.
1) Las arrugas y la piel «apergaminada» son los signos exteriores del desecamiento general de los tejidos. El «metabolismo del agua» disminuye: la sed es menor, la transpiración y la orina son menos abundantes. En un medio débilmente irrigado, la multiplicación de las células es menos activa.
2) El ojo, que a los diez años de edad, podía registrar con toda claridad las imágenes desde ocho centimetros hasta el infinito, pierde la facultad de acomodarse. La imagen clara retrocede hasta uno o dos metros. Es una señal local de la pérdida de elasticidad de los tejidos: los músculos no tienen ya el mismo poder de estirarse y de contraerse.
3) La ruina de la dentadura es una consecuencia lejana de la falta de higiene y de cuidados: las caries y la piorrea alveolar se han desarrollado libremente. Esta no es en si misma una señal de la edad, pero la disminución del poder de masticación produce graves incidencias en el funcionamiento del aparato digestivo.
4) La degeneración y la esclerosis del aparato cardio-vascular, se traducen por ahogos (disnea) y aceleramiento en los latidos del corazón (taquicardia). El ritmo de la circulación sanguínea disminuye. La sangre se estanca en el bazo, el hígado y los vasos capilares. La tensión se eleva. Los riesgos de hemorragia cerebral son mayores.
5) El organismo envejecido es en parte desprovisto de los mecanismos nerviosos que restablecen automáticamente el equilibrio cuando este es comprometido por factores externos. Así un brazo que se enfría no recupera su calor sino muy lentamente. El anciano es friolero. Su temperatura media es inferior a 37 grados. No soporta la irregularidad en las horas de reposo.
6) La secreción disminuida de las glándulas endocrinas marcha pareja con la baja del metabolismo basal (22 por ciento a 30 por ciento con relación a la normal): consumo de oxigeno más débil, empobrecimiento de los intercambios bioquímicas, menor capacidad respiratoria, fragilidad del esqueleto, cicatrizaciones retrasadas.
Los test de memoria. En general, no puede hablarse verdaderamente de pérdida de memoria, sino de imposibilidad de evocar, de hacer surgir rápidamente los recuerdos.
Los test de inteligencia. No en balde se ha elegido un adjetivo característico para calificar la inteligencia. Se dice: una viva inteligencia. Es este dominio, como en muchos otros, las personas de edad obtienen, cuando son sometidas a tests, resultados cada vez más mediocres. Tal y como están concebidos, los tests miden menos la precisión y el rigor del razonamiento que la rapidez con la cual son asimilados, comparados y coordinados los diferentes elementos.
No es pues asombroso que los mejores resultados se obtengan a los 20 años y que la decadencia sea regular a partir de esa edad. Se ha observado sin embargo (y esto es muy importante) que los especialistas del trabajo intelectual, los universitarios por ejemplo, entre 60 y 80 años, son apenas inferiores a los del grupo de edades comprendidas entre los 25 y los 35 años. La disminución de la inteligencia comprobada en el conjunto de la población que se encamina hacia la edad madura y la vejez, es debida manifiestamente a un desentrenamiento.
¿Cómo no envejecer, o más modestamente, cómo retrasar el envejecimiento? Para eso es preciso que sigan ustedes las siguientes reglas:
ANTES DE LOS CINCUENTA AÑOS
1) Seguir los principios de la higiene, alimenticia, es decir, consumir a la medida exacta de las propias necesidades (sin exceso ni déficit) alimentos tan variados como sea posible. Por regla general, nuestra alimentación esta sobrecargada de materias grasas, de carne y de pan; es deficitaria en frutas, en alimentos crudos y en lacticinios. La pereza intestinal es una causa permanente de intoxicación: debe ser obstinadamente combatida.
2) Plegarse a una higiene estricta: habitación ventilada, limpieza diaria corporal, cuidado de la boca, etc.
3) Practicar el sport o la cultura física al aire libre a fin de mantener la actividad del aparato respiratorio y evitar que se atrofie.
4) Abstenerse o moderar el uso de los tóxicos diaria o periódicamente absorbidos Factor de envejecimiento número uno, el alcohol que nunca debiera ser consumido en una dosis superior a cinco centilitros diarios. El tabaco es igualmente un factor de envejecimiento, del mismo modo —bien entendido— que los estupefacientes y excitantes de todas clases.
5) No negarse a consultar al médico cuando se experimenta un malestar; las mujeres —es sabido son de longevidad superior al otro sexo y una de las razones de ello es que recurren al médico en la proporción de diez mujeres por un hombre. No dejarse dominar por la rutina de la vida cotidiana: leer, informarse, discutir, entusiasmarse, imponer al cerebro una gimnasia continua, pues la inteligencia se atrofia mucho antes de lo que se fatiga.
DESPUÉS DE LOS CINCUENTA AÑOS
Las recetas precedentes tienen igualmente vigencia para la segunda parte de la vida. Incluso se hacen aún más imperativas, sobre todo las que se refieren a la alimentación, pues el régimen debe adaptarse según las diferentes edades. Continuar a los 50 años el régimen de la juventud es el medio mas seguro de acelerar el envejecimiento. Además:
1) Recurrir al médico cuyo arsenal se ha enriquecido singularmente en estos últimos años. Estas diversas terapéuticas en modo alguno tienen por objeto y por efecto «devolver la juventud» a los que la han perdido, pero si alargar el proceso de envejecimiento compensando las peligrosas rupturas de equilibrio.
2) Cuidar su apariencia externa, redoblar la minuciosidad en la higiene corporal y el modo de vestir, pues esto produce profundas incidencias psicológicas.
3) Conocer y dominar los pequeños defectos que son propios del hombre y la mujer de edad, tales como irritabilidad, prejuicios, exceso de espíritu critico, etc.
4) Evitar el aislamiento, mantener los contactos sociales (amistades, clubs, asociaciones).
RESPECTO A LOS DEMÁS
Algunas recetas para cuidar la moral de los que pasan por el trance de envejecer:
1) Ayudarles a ocuparse de algo, a tener algún interés en la vida.
2) Tratarlos de igual a igual sin pruebas excesivas de respeto y sobre todo sin conmiseración.
3) Dejar en la sombra la edad del estado civil y no tener en cuenta más que la edad real.
4) Evitar conversaciones demasiado largas sobre el estado de salud. No pronunciar jamás la palabra arterioesclerosis y lo menos posible: reumatismo.
Todos estos consejos para retrasar el envejecimiento pueden resumirse en uno solo: tener pasiones y pequeñas enfermedades. Las pasiones porque ellas suscitan el entusiasmo y el don de si mismo que son los atributos de la juventud. Las pasiones porque, ellas suscitan el entusiasmo y el don de si mismo que son los atributos de la juventud. Las pequeñas enfermedades, porque al obligarnos a recurrir al médico, son las que nos preservan de las mortales.
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