La Provincia de Matanzas y su evolución (1919)

Written by Libre Online

3 de noviembre de 2021

Cultura Cubana. Adolfo Dollero

Datos físico-geográficos sobre la provincia de Matanzas. El subsuelo. Una excursión a San Miguel de los Baños. Las Cuevas de Bellamar

«Después de la Saya Bordada se encuentra, también a la izquierda, la estalactita llamada El Sofá, lecho magnífico de unas tres varas de largo, con alta cabecera, que sobresale de la pared media vara, y adornado con derrames que forman bellas franjas. Muy cerca del Sofá se ve una estalactita cónica que acaba de unirse a la estalagmita, cónica también, para formar una de las muchas columnas que dan tanta belleza a esta Cueva.

“Con el Sofá terminan las curiosidades notables de esta singular galería de la Fuente. El piso es en ella firme y seco; el descenso suave; la altura, aunque irregular, suficiente para poder recorrerla sin molestia en toda su extensión. Los tramos en que se presenta el cascajo desnudo, son en ésta, como en las otras galerías, dignos de repararse con atención por los innumerables fósiles de conchas que hay adheridas a las paredes.”

«Solo la Galería de la Fuente sería bastante para atraer de todas partes a los curiosos: pero nuevos y más sorprendentes espectáculos esperan al viajero”.

«El último punto de la Galería es un paso estrecho llamado La Cabeza del Berraco: porque en la bóveda que lo cubre hay una estalactita amarillenta que recuerda exactamente aquella cabeza con la oreja y los colmillos representados por cristalizaciones. Este paso da entrada a la espléndida Sala de la Bendición.

«Llámase así por ser éste el lugar en que el limo. Sr. Obispo don Francisco Fleix y Solano, entusiasmado con la contemplación de tantas maravillas, bendijo las Cuevas de Bellamar”.

«La Sala de Bendición tiene catorce varas de largo por ocho de ancho y doce de alto. El piso se ha allanado completamente, y brilla, como la bóveda y las paredes, con la más deslumbrante blancura”.

«Al entrar se ven a la derecha enormes masas estalactitas que forman por este lado la pared; y entre ellas llaman al punto la atención una hermosa cascada de cristal del color y transparencia del más puro alabastro, que ha merecido el bello nombre de El Manto de la Virgen. La abrillantada superficie, ligeramente ondeada, resplandece con las anchas facetas cuadradas de su cristalización; la parte superior está un tanto separada de las paredes a que se halla adherida, y la inferior se divide en elegantes conchas prolongadas que llegan al suelo, y al través de las cuales se ven las puras aguas de la Fuente Misteriosa.

«Es éste un purísimo hilo de agua que se ve perderse en las sombras, entre un bosque de estalactitas, y cuyo término no han podido encontrar todavía”.

«La Sala de la Bendición es una de las piezas que el Sr. Parga más se ha esmerado en arreglar. Y bien lo merece. Alli todo es hermoso: el conjunto y los detalles, y todo está por la mano sabia de la naturaleza colocado de manera que resplandece y brilla en medio de su singular blancura.

«La pared opuesta a la en que está el Manto de la Virgen, se halla, así como la bóveda, cuajada de pequeñas estalactitas que por sus caprichosos dibujos pueden llamarse arabescos”.

«Muchas de ellas han tomado cuerpo y descienden de la bóveda: pero toda su superficie se ha cubierto de estalactitas de arabescos, que las hacen parecer lámparas de alabastro. Una de éstas mide más de vara y media de largo: la anchura confundida entre cristalizaciones de la bóveda es considerable, y va disminuyendo hasta terminar en punta. Los guías tienen cuidado de señalarla a los viajeros, como que es una de las joyas de la Cueva de Bellamar, y le dan el nombre de La Lámpara de don Cosme; porque un caballero así llamado ha ofrecido por ella una suma considerable de dinero. El Sr. Parga no consintió en realizar la venta por no privar a los visitadores de vista tan preciosa.

» Las planchas estalactitas de la Sala de Bendición se extienden por la bóveda formando elegantes cortinajes: uno de ellas la atraviesa simétricamente partiendo del Manto de la Virgen. Muchas, columnitas hay también en esta sala fantástica que uniéndose a las cristalizaciones de la bóveda, forman lindos retretes y bellas perspectivas”.

La Sala de la Bendición, así como el Templo Gótico, merece verse con más detención que la que generalmente gastan los visitadores. La primera impresión, por más que le señalen a uno ciertos objetos en particular, no es producida más que por el conjunto. El que quiera gozar de todo el encanto que ofrecen aquellas grutas, es preciso que se detenga, que se recoja un tanto, hasta que cesando el ruido de las voces y de los pasos, llega uno a hacerse cargo del solemne silencio que reina en aquellas cavidades, interrumpido solamente por el golpe de las gotas de agua que acompasadamente caen de las bóvedas después de haber brillado suspendidas en las puntas de las estalactitas.

«Poco ofrece la Cueva de Bellamar cuando se pasa la Sala de la Bendición: no porque deje de haber nuevas maravillas, sino porque éstas son hasta ahora de difícil acceso. Al extremo de la Sala se entra en La Galería del Lago, de corta extensión, en la cual hay un gracioso nicho y un enorme derrame estalactítico llamado El Banco de Nieve. Concluye esta galería en la boca, inaccesible todavía a los viajeros, que conduce al Lago de las Dahalias, bajo cuyas aguas se encuentran las preciosas cristalizaciones transparentes, que partiendo de un centro común imitan perfectamente la vistosa corola de aquella flor.

» El visitador tiene que renunciar al placer de ver el Lago de las Dahalias, y volver por el mismo camino a la Sala de la Bendición para entrar de nuevo en la Galería de la Fuente. Recorriendo, al volver en dirección opuesta, los objetos ya vistos, el viajero goza de nuevos puntos de vista; pero al llegar a la Fuente, sale de la galería de este nombre para tomar otra a la izquierda llamada La Galería de Hatuey.

«A los pocos pasos se llega a una altísima bóveda sin otro adorno que sus bellas proporciones, bajo la cual se alza, derecha y delgada, una larga estalagmita llamada La Lanza de Hatuey.

«La parte de la galería que sigue a esta bóveda, aunque sin otras curiosidades que los fósiles o alguna capa de arcilla plástica: que por donde quiera se encuentra en la Cueva de Bellamar, es en extremo pintoresca, porque el sendero sube y baja serpenteando de modo que produce perspectivas extrañas.

«En ella se encuentra una estalagmita rara por su color azulado, que marca la entrada a un bello camarín llamado El Retrete de las Bellas Matanceras: tan bello como el de la India: pero más simétrico en la distribución de las bóvedas y pilares.

«Termina este lindo dije en una bovedilla baja revestida de preciosas estalactitas, cuya extensión es de unos siete pasos al fin de la cual hay a la izquierda un grupo de estalactitas, dispuestas con tal simetría, que figura con toda exactitud uno de esos nichos de altar en que la arquitectura gótica, despliega todo el lujo de su brillante ornato. Llámase El Nicho de María.

«A pocos pasos se llega al arranque de la Galería de Hatuey, que es el Templo Gótico.

«La boca por donde se sale a ésta se halla a alguna distancia del piso del Templo: por lo cual el Sr. Parga ha construído una baranda, que no solamente hace seguro el paso, sino que proporciona al viajero la ocasión de detenerse a contemplar un nuevo y más hermoso punto de vista de aquella imponente caverna. El Manto de Colón con sus soberbios pliegues, queda a poca distancia frente al espectador, y los demás pilares que sostienen la augusta bóveda, se ven perderse en dilatada perspectiva.

«El Gran Altar, la figura del Guardián de la Cueva, lo tenebroso de los subterráneos no descubiertos, la escasa luz que entra con algún rayo de sol perdido, alguna partida de viajeros que tal vez atraviesan aquel recinto con paso lento y cirios en las manos: todo forma un conjunto de majestad y belleza, que hiere vivamente el alma, y hace que se eleve a las altas regiones de la eterna sabiduría.»

No teniendo en cuenta lo caprichoso de los nombres de los varios lugares y de las principales cristalizaciones de las Cuevas de Bellamar, se puede decir que la descripción que de ellas hizo Eusebio Guiteras es de tal manera fiel y exacta, que más sería de todo punto imposible.

Desde su época algunos nombres han sido olvidados o sustituidos por otros; algunas galerías han sido ampliadas y otras nuevas han sido descubiertas; algunas cristalizaciones han aumentado de volumen, modificándose su forma; han aparecido nuevas estalactitas y nuevas estalagmitas, pero la impresión general es siempre la misma-, grandiosa, magnífica, estupenda.

Las luces eléctricas han sustituído los farolitos y los cirios de antaño, contribuyendo a acrecentar la belleza del inolvidable espectáculo, cuya contemplación cuesta hoy un peso a cada persona.

En algunos puntos el piso es resbaladizo y húmedo, en otros firme y seco; y la temperatura es mucho más baja que en el exterior.

Hay otras Cuevas en la  Provincia de Matanzas y en el mismo Valle de Yumurí, pero ninguna de ellas se puede comparar a las de Bellamar, que también fueron descritas por José Victoriano Betancourt.

Se dice que las Cuevas de Simpson fueron descubiertas con anterioridad a las de Bellamar.

Simpson las arregló en 1876

Al Oeste del Yumurí existe la Cueva de Managuaco, y hay otras en Canímar.

Por el camino de Cárdenas a Varadero existe la del Muerto, que tiene también su leyenda.

Las bellezas naturales de Matanzas llamaron la atención desde antaño, y el año 1854 ya se publicaba sobre ellas una obra pintoresca que reunía las vistas más interesantes.

La Costa de Matanzas es de tres tipos. Uno es abrupto. Es la costa de emersión que empieza desde los límites de la Provincia de la Habana hasta el fondo de la Bahía de Matanzas.

Otro tipo es el de la costa que sigue, desde la Bahía de Matanzas hasta el Río Camarioca: este pedazo de costa es menos abrupto que el primero.

El último es de costa baja, cenagosa y arenosa: del Río Camarioca hasta la Provincia de Santa Clara.

En toda la costa matancera hay varios accidentes, a saber: La Bahía de Matanzas, la Laguna de Maya, la Península de Hicacos, la Bahía de Cárdenas y un grupo de Cayos.

El Cayo principal es el

de las 5 leguas

Cenagoso también es el pedazo de costa que linda con la Bahía de la Broa.

En el relieve del terreno de la Provincia debe tenerse en cuenta que existen dos regiones físicas determinadas claramente. La parte Noroeste, accidentada y más rica en minerales: llega hasta las Tetas de Camarioca; y la parte conocida con el nombre de llanura de Colón.

Los terrenos de esta última parte son bajos y tienen poca inclinación, lo que ha motivado las inundaciones de El Roque; para impedirlas, el ingeniero Aniceto Menocal ideó el canal que desde hace tiempo se está construyendo.  Son  terrenos fértiles.

Buena parte del Territorio de Matanzas está ocupado por las Ciénagas: le pertenece una parte de la de Zapata, y por el Norte están las Ciénagas de Bibanasí y la de Majagüillar.

(Continuará la semana próxima)

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