Visitas a planteles de Instrucción y Educación de Matanzas (Oficiales y Particulares)
En la escuela número 22, aludida, se da a unos 50 niñas una taza de café con leche y algunas galleticas.
El lunes toman chocolate.
Seis niñas, escogidas entre las de mejor posición social, sirven el desayuno a las pobres, aprendiendo así de una manera práctica, los dictados del altruismo.
Las clases empiezan a las 8.30 con mucha exactitud.
La escuela de la señorita Hernández está admirablemente dirigida.
Las niñas, (unas 250 aproximadamente, sobre 390 matriculadas) pertenecen a una de las barriadas más pobres de Matanzas, cu la parte denominada, por eufemismo, Versalles. Sin embargo todas están vestidas con pulcritud: y es que cada día, a su ingreso, se les pasa una revista especial de aseo.
En las aulas se leen máximas de moral muy elevada, escogidas entre las mejores de José de la Luz, el gran educador cubano.
Se tiene un registro, teniendo en cuenta la asistencia a las dos sesiones del día, y cada maestra tiene también un Diario de Clases en el que anota las asignaturas, de acuerdo con el Horario establecido.
Cada bimestre hay un examen, que se repite por consecuencia cinco veces durante el año escolar. Al finalizar el año hay un examen general.
En los exámenes de bimestre, el Inspector Escolar se cerciora personalmente de los adelantos de los alumnos. Hay un Registro en el que el Inspector deja su firma cada vez que visita una Escuela; sin embargo, el director o la directora tienen que avisar directamente la Superintendencia cuando se ha efectuado una visita de inspección, y la duración de la misma.
El Inspector debe examinar el expediente que se forma a cada alumna para reunir sus cuadernos y los trabajos bimestrales, fijándose si la calificación está de acuerdo con los segundos.
La calificación máxima es de 5 puntos, y corresponde a sobresaliente.
En la Escuela de la señora Hernández pude observar orden, limpieza, y silencio absoluto en las aulas.
El dibujo es objeto de atención preferente en las escuelas cubanas, y no es escaso el número de aluminas que demuestran para este estudio magníficas disposiciones.
Muy adelantadas encontré a varias de las niñas de la escuela número 22, y cito gustoso a Amelia Roque, Alicia Jaén, Julia Hormaza, Mercedes Sierra, etc., de las que se demuestra orgulloso, y con justicia, la señora Directora.
Encontré también perfectamente atendida la clase de los trabajos manuales; notables muchos de ellos.
La Escuela está dotada de una máquina de coser.
En el quinto y sexto grado el estudio del inglés es obligatorio.
El aumento continuo de la población escolar en Cuba es asombroso; y la Escuela a que acabo de referirme, de 3 aulas con 75 alumnos que tenía en 1902. ha alcanzado una matrícula casi quíntupla que exigiría siquiera diez aulas, si no fuese tan grande la desproporción entre las almonas matriculadas y las que asisten a las clases. Las últimas, como lo hemos visto, representan solamente un 60% de las primeras.
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