La Provincia de Matanzas  y su evolución (1919)

Written by Libre Online

23 de abril de 2024

Cultura Cubana. Adolfo Dollero

Evolución de la ciencia en la provincia de Matanzas

Médicos-Cirujanos.-  Químicos.- Naturalistas.- Ingenieros

La Provincia de Matanzas ha contribuido al desarrollo de las ciencias en Cuba de un modo muy notable.

Son muchos los matanceros que se han distinguido y se distinguen en el país y en el extranjero por sus trabajos y conocimientos científicos.

Las Ciencias Médicas y las Ciencias Naturales, cuentan, más que ninguna otra, campeones formidables entre los hijos de esta Provincia excepcional por su cultura. Todos ellos pertenecen al siglo XIX, ya que sólo después de la mitad del siglo XVIII empezaron a afluir a Matanzas los primeros médicos, cirujanos y farmacéuticos.

Sabido es que la Instrucción Pública estuvo totalmente descuidada en el primer siglo de la fundación de Matanzas; pero tan pronto como mejoraron las condiciones económicas, empezó el éxodo de la juventud matancera que se dirigía hacia la capital de la Isla, ávida de adquirir los mejores elementos del saber humano.

Eso acontecía a principio del siglo XIX.

Pero Matanzas no producía todavía intelectualmente, y exceptuando algunos trabajos agronómicos, no encontramos una contribución efectiva al estudio de las ciencias antes de la mitad del siglo pasado.

Las ciencias naturales entonces, especialmente la botánica, adelantaron mucho por obra de Sebastián Alfredo de Morales, sabio habanero que había hecho de Matanzas su terruño.

Su Flora Cubana, obra notable premiada en París, y muchos otros trabajos suyos están allí para probar la fecundidad intelectual de ese hombre dotado de innegable talento y amor al estudio.

Manuel J. Presas, médico y naturalista matancero, escribió también una notable Historia Natural de Cuba, y otros trabajos. Ambos, Morales y M. J. Presas, fueron amigos de Poey, quien no les escatimó su aprecio y sus elogios.

También Francisco de Jimeno, erudito enciclopédico, contribuyó eficazmente al amor y al desarrollo de los estudios científicos.

Cuando Morales empezaba a producir, estos estudios habían tomado aún escaso incremento, y solamente el gran habanero Poey había podido conquistar renombre de verdadero sabio.

Ya el gallego D. Ramón de la Sagra, economista más que naturalista, había empezado a publicar en La Habana sus: Anales de Ciencias, Agricultura, Comercio y Artes (desde julio de 1827), los mismos que en 1831, (segunda época) se llamaron Anales de Agricultura e Industria Rural: pero el valer de esa publicación ha sido muy discutido y recuerdo que J. A. Saco los encontraba plagados de absurdos y de contradicciones.

Más tarde en el Repertorio Físico-Natural colaboraron con Poey, Presas, Gundlach, Joaquín Barnet, etc.

Es indudable que Cuba, todavía insuficientemente preparada, no ofrecía un campo fácil a la investigación científica.

Desde hace unos 25 años Carlos de la Torre brilla como astro de primera magnitud por sus innúmeros descubrimientos y trabajos antropológicos, geológicos, paleontológicos, etc.

Al Dr. de la Torre no sólo se le distingue en Cuba, sino en el extranjero igualmente.

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