Todos los niños tenían una novia. En el 99% de los casos ellas nunca se enteraban.

Estaba el grupo de muchachos retozando en la calle, veían a una bonita niña pasar por la acera y uno decía: “Mira, Panchito, por ahí viene tu novia, chico ve, dale un abrazo y un besito”.

Y Panchito muy serio y asustado decía: “No, no, no la voy ni a mirar, estoy bravo con ella, le estoy dando de lado, la estoy castigando”.

Eso de “castigar” a las muchachas es la cosa más absurda de la niñez, a veces ya era una mujer y hasta se casaba y el joven todavía creía que la estaba “castigando”.

A mi amiguito Manolo Amich le gustaba una niña, me hacía caminar 15 cuadras todas las tardes para ir a verla, jamás la vimos, nunca salió al portal. Hoy debe tener cerca de 80 años y nunca se enteró que fue “novia” de Manolo cuando en realidad estaba dentro de su casa jugando a las muñecas.

En el barrio había un vecinito que se llamaba Julicho y le encantaba una flaquita que se llamaba Mabel (era prima de mis amigos Renán e Iván Llanes) hasta decía que “cuando fuera grande se casaría con ella”.

Jamás le habló, nunca le lanzó un piropo, y un día le pregunté por él y me respondió: “No, yo no conozco a ningún Julicho”.

Todas y cada una de las mujeres que me están leyendo tuvieron un fantasmagórico novio cuando tenían 8 años y nunca se enteraron de su existencia.

Tuve en el Colegio Americano, en el Kindergarten, una compañerita de clases que se llamaba Lolita Gallusi, a la mitad de la clase le encanta Lolita, y como cinco se autoproclamaban “novios de ella”. Ella jamás se enteró que era tan popular a los seis años.

Solo le ganaba la maestra Violeta Espinosa de quien todos los muchachitos estaban enamorados de ella.

Y pasan los años, muchos años, y alguien le dice al viejito: «¿Sabes quién vino de Cuba? Tú “noviecita” Petronila, le van a dar la bienvenida y celebrar sus 82 años”.

Y el anciano muy serio dice: “¡Que va, yo no voy, yo todavía le estoy dando de lado, además mi mujer le tiene mucho celo porque sabe que fue mi “primera novia”!.