Y aquí debemos preguntarnos en popular “cubano campechano”: “Bueno, ¿y a santo de qué?”
¿Por qué motivo la Federación Rusa tiene que heredar todos los privilegios y el asiento de la URSS?
¿Por el hecho de que le apoyan otras once repúblicas de la desaparecida Unión Soviética? ¿Y qué?
Eso no significaba nada para los estatutos de la ONU, ni los precedentes que ya existían en dicho organismo en el caso de otras desaparecidas naciones.
Lo correcto hubiese sido dar de baja a la URSS, un país ya disuelto, como se hizo con otros, y dar entrada a la Federación Rusa y las catorce repúblicas como nuevos miembros.
El asiento permanente en el “Consejo de Seguridad” debió quedar vacante, como era procedente hacer, o ser sometido de nuevo a discusión y votación.
¡Pero la inservible ONU demostró, una vez más, que no servía para nada!
Dicho organismo no tuvo escrúpulos en expulsar a China Nacionalista, nación fundadora y redactora, y sacarla del “Consejo de Seguridad”; pero ahora admitía sin reparos a la Federación Rusa otorgándole todos los privilegios de la inexistente URSS.
La “Organización de las Naciones Unidas”, que no es otra cosa que “el brazo diplomático” de la Internacional Comunista, continuó adelante con sus infecundas labores, su presupuesto de despilfarro y sus reuniones y cócteles diplomáticos que nunca solucionan nada que tenga importancia.
Y los embajadores de algunos países democráticos, como los Estados Unidos, el Reino Unido, Israel y otros más, continuaron también con sus discursos inútiles que caían siempre en los oídos sordos de la mayoría de los miembros, hoy casi todos izquierdistas o abiertamente comunistas.
Desde Edward Stettinius Jr., primer embajador de Estados Unidos en enero 17 de 1946, hasta Linda Thomas-Greenfield, actual embajadora en la ONU a partir de febrero 25 de 2021, todas sus disertaciones, protestas y reclamaciones han sido infructuosas, a pesar de que, algunos, han representado o representan prominentes figuras de la política norteamericana, conocidos y respetados en todo el planeta, como Henry Cabot Lodge Jr., Adlai Stevenson II, George H.W. Bush, John A. Scali, Daniel Patrick Moyniham, Jeane Kirkpatrick, Madeleine Albright, Susan Rice, Nikki Haley y otras destacadas personalidades más.
Pero, eso sí, las “Naciones Unidas” le han dado la más cordial bienvenida a los tiranos comunistas y sus secuaces, como en 1964, cuando el entonces “Ministro de Industrias” Ernesto “Che” Guevara, ocupó el podio de la ONU.
El aventurero criminal que llegó a Cuba con licencia para asesinar a cubanos inocentes, otorgada por su “gángster en jefe” Fidel Castro Ruz, tomó el podio para desbarrar contra todos los valores democráticos. Al raquítico tísico le recibieron y le despidieron con calurosos aplausos.
“¡Seremos como el Che!”, parecían indicar sus ovaciones, como repitiendo las enseñanzas de las maestras comunistas que adoctrinaban diariamente a los niños cubanos, con esa hueca y repetida frase.
Felipe Lorenzo
Hialeah, Fl
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