LA INQUISICIÓN EN CUBA

Written by Libre Online

26 de septiembre de 2023

Jorge Quintana (1955)

Inquisición fue el nombre que se le dio al Tribunal Eclesiástico establecido por el Papa Gregorio IX, en 1223 para inquirir y castigar los delitos contra la fe. A España llegaron los inquisidores a aquellos lugares dominados por los católicos solamente. Pero a partir de los Reyes Católicos, quedó establecida en toda la Península española. El Conde de Aranda, en 1770, disminuyó sus privilegios y Napoleón la declaró desaparecida; pero la restableció Fernando VII, en 1814. Duró hasta 1834, es decir, todo el reinado absoluto del Borbón. En los Estados Pontificios, no fue abolida sino hasta 1848.

En Cuba, las noticias que se tienen sobre la existencia de la Inquisición la dan como establecida –era cosa natural en una factoría española– desde el siglo XVI, y como ha sido poco estudiada, el Dr. Carlos M. Trelles —en 1935— contribuyó con algunos datos para tratar –decía él–     de disipar, aunque ligeramente, las densas sombras que todavía obscurecen esa parte de la historia cubana. Trelles tuvo junto a su mesa de trabajo, el magnífico estudio de José Toribio Medina, “Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Cartagena de Indias”, publicado en Santiago de Chile, en 1809, y termina su trabajo confiando que no pasaría mucho tiempo sin que surgiera un Medina cubano o antillano, que nos dé a conocer el Archivo de la Inquisición de las Indias e Islas del Mar Océano, que se estableció en Puerto Rico, en 1519. 

He aquí lo único que nos dejó el acucioso investigador y biógrafo matancero, acerca de las actividades de la Inquisición en Cuba, desde 1518 hasta 1610: «La señora Irene Wright, historiadora americana, que hace muchos años reside en Sevilla, dijo lo siguiente en su obra «Early History of Cuba», publicada en 1916:  «Hay pruebas de que por 1517-1518, un Juan Muñoz descrito como   «Un   indio español vestido como un cristiano», fue quemado en la hoguera.»

 No sé bien si en ese horrible suceso tuvo intervención el odioso Tribunal; sólo he podido averiguar que el indio cristiano Muñoz fue quemado vivo en febrero de 1518 y que el 13 de octubre de dicho año se mandó por una Real Cédula que a Gonzalo de Guzmán (más tarde gobernador de Cuba) se le concedieron los bienes ($200 que dejó Muñoz al ser privado de la vida). Por otra Real Cédula, la del 20 de mayo de 1510, fue nombrado inquisidor de las Indias o Islas del Mar Océano don Alonso Manso, Obispo de Puerto Rico, cargo que desempeñó durante veinte años hasta 1539 en que falleció.

Existe un oficio de Manso, como inquisidor al obispo de Cuba, fechado en 1520. Fray Juan de Wyte, que fue obispo de Cuba desde 1518 a 1525, no llegó a venir a esta Isla, y fue, en realidad, nuestro primer inquisidor; y como no se encontraba en Cuba tuvo que hacer sus veces, por delegación del obispo Manso, su provisor el bachiller Sancho de Cepeda, que fue el juez que actuó en una causa de inquisición incoada en esa época, la de Alonso de Escalante, escribano español en la ciudad de Santiago, en 1517, quien fue preso en 1530 acusado de hereje y expulsado de Cuba. Escalante tenía una fundición en Santiago y al llegar a Sevilla fue quemado en dicha ciudad, según consigna la mencionada historiadora.

En 1532, siendo obispo de Cuba el violento y autoritario Fray Miguel Ramírez, que llegó a Santiago en enero de 1529, amenazó con quemar a los vecinos por herejes, y en plena catedral acusó públicamente y después excomulgó (en julio de 1532) al Licenciado Juan Vadillo, magistrado de la Audiencia de Santo Domingo, que fue enviado por orden del Rey para residenciar al gobernador Gonzalo de Guzmán. La excomunión de Vadillo fue anulada en diciembre por Alonso Manso Inquisidor de las Antillas y obispo de Puerto Rico.

El contador Pedro de Paz declaró, en agosto de 1532, que el obispo Ramírez se había descomulgado públicamente y había dicho que lo iban a destruir los inquisidores. Dicho funcionario era de carácter tan irascible, que rompió su báculo en el Cabildo sobre la cabeza de un prebendado y amenazó a cinco vecinos de Santiago con quemarlos por herejes. Fue llamado a España en enero de 1533 para que justificase su conducta.

El obispo Fray Diego Sarmiento, no menos violento que Ramírez, fue nombrado Inquisidor con amplias facultades en 1538 y apenas llegó a Santiago procesó al tesorero de la Isla, López de Hurtado, yendo a su casa con cinco criados armados; y como al verse atropellado el tesorero desenvainara la espada, gritó entonces el Obispo a sus criados: “Tomad, mozos, este bordón y préndele por la Inquisición.” El Tesorero tuvo que huir y esconderse, haciendo poco después graves inculpaciones al Obispo, entre ellas, la de que se apoderaba de todo, incluso de las mujeres hermosas. 

Como el Obispo se excedió en sus funciones, el Consejo de Indias lo requirió en dos ocasiones, y en 1541 el Rey le prohibió que se mezclase en la Jurisdicción del Santo Oficio. También el gobernador de Cuba, Bartolomé Ortiz, acusó fuertemente a Sarmiento.

El obispo Juan del Castillo sostuvo enconadas discusiones con los gobernadores Gabriel Montalvo y Francisco Carrera, a los cuales excomulgó en 1576 y 1577, teniendo además choques con el Ayuntamiento y los oficiales reales, por todo lo cual se vio tan odiado por el pueblo, que temiendo ser asesinado pidió al Rey que lo trasladara a España.

Por su parte el obispo Fray Antonio Díaz Salcedo, excomulgó, en 1587 y 1590, a los gobernadores capitán Gabriel de Luján y al maestre de campo Juan de Tejada. Este se quejó al Rey, en 1590, diciendo que «el Obispo era un lobo más que un pastor de almas, un sumo pontífice, un inquisidor general y un virrey, todo en uno, que deshonraba todo un linaje por vía de Inquisición a la menor contrariedad, y que traía revuelta la Isla con sus descomuniones, que procede como inquisidor y pedía, por último, que lo «cambiara para allá».

El gobernador Juan Maldonado Marnuevo se quejó al Rey de las exigencias del obispo Fray Bartolomé de la Plaza, en 1598.

El historiador Pezuela consigna que el obispo de Cuba Fray Juan de las Cabezas Altamirano tomó posesión del Santo Oficio de su Diócesis cuando estaba próximo a partir para Guatemala y que leyó edictos por 1605 como inquisidor ordinario, concediendo indulgencias de todos los delitos hasta entonces cometidos.

Y el obispo que le sucedió, en 1610, el intolerable don Alonso Enrique de Armendáris, declaró en plática pública hecha a sus feligreses, que él era también inquisidor ordinario: y excomulgó al gobernador Gaspar Ruiz de Pereda y al Municipio de La Habana, en 1614.

La Inquisición, como Tribunal de Fe, quedó establecida en la ciudad de Lima en 1569 y en la ciudad de México, en 1571. Se trató de establecer igualmente un Tribunal de Inquisición en la Isla de Santo Domingo, en 1594; y el 10 de agosto de 1608 dispuso el Rey, previa consulta al Consejo de Indias, que se establecería un Tribunal de esa clase en la Isla Española o Santo Domingo, pero habiéndose vuelto a tratar de ese asunto en el Consejo, se acordó, por Real Cédula del 25 de febrero de 1610, que se estableciesen en Cartagena de Indias y a ese Tribunal le correspondía, entre otros, las causas que se incoaren en la mayor de las Antillas, nombrándose como representante oficial del Santo Oficio en Cuba al Notario eclesiástico Juan B. Guilisasti.

Como se habrá notado, sólo se tienen escasas noticias de la Inquisición en Cuba desde 1518 a 1610. Creemos, sin embargo, que durante ese periodo deben haber sido encausados en la Gran Antilla y quemados vivos, aquí o en España, algunos de los titulados herejes como sucedió al 

constituirse, en 1610, ese terrible Tribunal en Cartagena de Indias, pese a que los documentos hasta ahora encontrados sobre el citado Tribunal son contados.

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