La historia de la refugiada húngara Judith Kepecz-Hays

Written by Alvaro J. Alvarez

18 de agosto de 2021

Esta historia bien pudiera ser contada por una cubana, pero con una sola diferencia, tenía que haber escapado por el mar. El haber vivido en un país comunista en Europa Central, donde las fronteras, al ser terrestres, hacía mucho más fácil, para una familia entera, poder escapar junto con sus hijos pequeños (recordemos la tragedia de Elizabet Brotons, la madre de Elián González, quién junto a otros 10 falleció en noviembre de 1999, tratando de escapar en un pequeño bote de aluminio).

El ejército soviético se adueñó oficialmente de Hungría en abril de 1945, de modo que esta historia comenzó a los 11 años de la ocupación por las tropas de Stalin, cuando los estudiantes húngaros comenzaron el 23 de octubre (actualmente fiesta nacional) su revuelta contra el régimen pro-soviético.

Después de sesenta y cinco años y en el otro lado del mundo, Judy Kepecz-Hays aún recuerda la sensación de miedo: “Caminábamos por el bosque hacia la frontera. Mi mamá me dijo que no hiciera el menor ruido”, recuerda. “Hubo casos de bebés que murieron asfixiados accidental-mente mientras sus padres intentaban sofocar sus llantos para que no alertaran a los soldados.”

A principios de noviembre de 1956, poco después de la brutal represión de la breve revolución húngara, Judy Kepecz-Hays tenía seis años y huía de Hungría con sus padres, su hermano Gabriel de 3 años y su hermana Susan de 18 meses. “Recuerdo que un día le pregunté a mi madre qué era ese líquido rojo que se veía en las cunetas.”

La familia escapó de Budapest dejando casi todas sus pertenencias allí, pues cualquiera que llevara una maleta despertaba sospechas. Judy no pudo despedirse de sus abuelos, a los que ninguno de ellos volvió a ver. Tomaron un tren (durante 229 kms.) hasta un pueblo situado junto a la localidad de Szombathely, a unos 19 kms. de la frontera con Austria. Desde allí cruzaron la frontera andando por el bosque.

Al llegar a Austria, los llevaron a un gran campo de refugiados donde vivieron durante tres meses y medio. “La gente era muy amable. Nos recibieron y nos dieron la bienvenida”, cuenta Kepecz-Hays. “Los niños del campo íbamos a la escuela local todas las mañanas. Nos hicieron sentir muy seguros. Muy bienvenidos.”

Kepecz-Hays y su familia fueron de las 200,000 personas refugiadas que huyeron del país en los meses que siguieron a la revolución, que había comenzado el 23 de octubre, 1956. En esa fecha, cientos de miles de personas se echaron a la calle para exigir derechos civiles y políticos, pero al día siguiente los tanques soviéticos entraron en la capital. 

En las semanas siguientes, los enfrentamientos entre los mal equipados “revolucionarios” y el poderoso Ejército Rojo se saldaron con miles de muertos. Hubo cientos de ejecuciones sumarias por participar en el levantamiento.

Austria, que recibió al 90% de los refugiados, aún estaba recuperándose de la devastación de la II Guerra Mundial. Como la mayoría de los países europeos en ese momento, no estaba bien preparada para la súbita afluencia de personas refugiadas, pero a pesar de la magnitud de la crisis humanitaria que se desarrollaba a sus puertas, proporcionó refugio, ropa y alimentos a todas las personas que llegaron. A los niños y las niñas se les brindaron cuidados y acceso a la educación.

Ya a comienzos de noviembre de 1956 se enviaron a la ONU y sus miembros peticiones de ayuda, con arreglo al espíritu de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Los Estados aunaron fuerzas y durante el año siguiente, casi40 países se unieron para ayudar a atender a las personas refugiadas que habían llegado a Austria y Yugoslavia.

En Europa, la mayor parte de los refugiados húngaros fueron reasentados en Reino Unido, Francia, Alemania, Suecia y Suiza, países cuya nacionalidad obtuvo más tarde la mayoría de ellos. Otros fueron reasentados más lejos, en Australia, Canadá o en los Estados Unidos como la familia de Judy.

La bienvenida que recibieron las personas refugiadas de Hungría hace 65 años contrasta claramente con la forma en que se recibe hoy a las que huyen de la guerra y la persecución.

Hoy han pasado 65 años desde que escaparon de Hungría y JudyKepecz-Hays, es una agente inmobiliaria que ha triunfado en el área de Sarasota, Florida y le conmueve profundamente las imágenes de personas refugiadas que huyen de guerras o conflictos. “Me recuerdan mi experiencia y me parte el corazón verlas. Mis padres no sabían lo que iba a suceder en Hungría. Sólo querían una vida mejor para sus hijos. Eso no ha cambiado. Da igual quién seas o de dónde vengas.”

(Este artículo fue publicado por primera vez en la revista Time, el 21 de octubre de 2016).

Nota:Yo llamé a JudyKepecz-Hays a su oficina de bienes raíces (Realtor) en Sarasota y ella me autorizó a contar esta interesante historia de una refugiada que siendo una niña tuvo que huir de su patria porque sus padres no querían vivir en un estado comunista y totalitario.

El apellido de la familia es Buky. Su madre Rosalie falleció de cáncer, su hermana menor Susan tristemente también ha fallecido de diabetes. Su hermano Gabriel se graduó de ingeniero estructural, trabajó durante muchos años en el área de Chicago y ahora se encuentra viviendo y trabajando muy cerca de ella, en la Isla de Anna María. El más pequeño de la familia, es maestro de escuela en Chicago y entrenador de ajedrez, John P. Buky, ganó la subvención del Fondo para maestros en su proyecto: Integración del ajedrez en el plan de estudios de la escuela primaria de matemáticas. Esto allanará el camino para llevar el ajedrez a todos los salones de clases de las escuelas públicas de Chicago.

En el equipo de Judy se encuentra su hermano Gabriel y su sobrino Charles (hijo de Gabriel) y en 2016 vendió $70.35 millones entre bienes raíces residenciales y comerciales, clasificando como el equipo número uno en el condado de Sarasota ese año por su volumen de ventas combinado, $61.07 millones residenciales y $9.28 millones comerciales.

Los Tres Buky, Judy, Gabriel y Charles forman el equipo ganador Kepecz-Hays, de la Coldwell Banker Residential Real Estate. Otra prueba más del fracaso del comunismo, su pueblo huye y triunfa en otras tierras porque en el suyo solo encuentra odio, miseria, fracaso, destrucción y muerte.

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