LA HIPOCONDRIA CLIMATOLÓGICA

Written by Adalberto Sardiñas

8 de agosto de 2023

Una parte de la comunidad científica, y la casi totalidad de la prensa, radial, escrita y televisiva, se empeñan en convencernos de que, “allá afuera”, existe una ola de calor tan grande, que es el preludio al Armagedón que el cambio climático, en un futuro casi predecible, nos traerá por nuestras transgresiones a la madre Naturaleza. Es tan enormemente tenaz esta avalancha propagandística, exagerada al máximo, que un buen número de seres humanos, sufren de una temerosa aprensión por el futuro bienestar de sus vidas, en una especie de hipocondría climatológica.  Afortunadamente, la inmensa mayoría no piensa, ni lo ve así. 

Resulta notoriamente explícito que el propósito es convencer al público en general de la inminencia de un cambio climatológico con efectos devastadores alrededor del mundo. El tema más machacado en el debate climático recae en el calentamiento global con el lema sobresaliente de “el mundo en fuego”, tomando como ejemplo los incendios en California, Australia y Canadá, para enfatizar la peligrosidad del mundo que nos espera vivir. 

Si es cierto que estos enormes incendios han sido causantes de grandes pérdidas materiales y humanas, por el otro lado, no reflejan el cuadro real en cuanto al llamado “calentamiento global”, ya que, en los últimos 20 años, el sistema de satélites ha reportado que, aunque en ese periodo de tiempo el 3% de la tierra, a escala mundial, se prendió en llamas, las áreas quemadas en total se han reducido. En otras palabras, el porcentaje de fuegos cada año, ha ido en descenso desde el 2001, lo que indica que algo positivo se ha venido haciendo para combatir ese fenómeno.

A pesar de toda la propaganda aupada por cierta interesada comunidad científica, por el espectro político “progresista”, y por una prensa obsesionada con el holocausto final, lo cierto es que, en efecto, hoy existe más humo que candela en el teatro mundial. Tanto así, que el año 2022, el último con una data completa, el planeta mostró una baja récord de 2.2% de áreas abrasadas. Estas cifras, de por sí, desafían las aseveraciones repetidas, por millonésima vez, por los “políticos verdes”, y sus compañeros de viaje, de que el mundo está en llamas. 

En las pasadas últimas semanas, los decibeles de la propaganda han ido en constante crescendo, denunciando una, más que preocupante, mortífera, ola de calor, porque los termómetros se mantuvieron por encima de los 90 grados por un par de semanas en varios estados de la nación. Pero ¿es que no hemos tenido, jamás, estos veranos calurosos con éstas y más elevadas temperaturas? Aquí se produce, incuestionablemente, un olvido a conveniencia. Y se ignoran, no sé por qué, las enseñanzas de la Naturaleza, que se repiten, rutinariamente, siglos tras siglos, desde el génesis de los tiempos.

Si las olas calurosas son, como afirman la prensa y sus acólitos, tan letales, los seres humanos no hubieran sido capaces de sobrevivirlas tantos miles de años, cuando aún no existían los ventiladores ni el aire acondicionado. Sin embargo, a lo largo de infinitas olas de calor, desde que el ser humano se implantó en el planeta, sin ninguna ayuda artificial, la especie se ha adaptado a las fluctuaciones climáticas de frío y calor, para lograr su sobrevivencia. Y es que el humano tiene un enorme poder de resistencia y adaptación que parecen ignorar los agoreros del apocalipsis.

En oposición a las opiniones divergentes en el mundo científico, que no hallan acomodo en un consenso claro y determinante, sino que, al contrario, se debaten en contradictorias opiniones, reflejos de diversos estudios y teorías, la Naturaleza, nos ha provisto de veranos incómodos, calientes, que deben considerarse como parte normal de la existencia y no como anomalías punitivas contra nosotros. Y, de la misma manera, hemos tenido, y seguiremos teniendo, inviernos fríos, igualmente incómodos, como parte del balance de los cambios climáticos, a los cuales, por larguísimos periodos de tiempo, se ha enfrentado, y prevalecido, la especie humana.

Tan altos rumbos han tomado la incontenible ola, no de calor, sino de alarmantes proyecciones catastróficas, que la Organización Mundial de la Salud emitió, el pasado año, un reporte destacando que “la mera conciencia del cambio climático, y sus consecuentes extremos eventos y sus impactos, pudieran llevarnos a un número de enfermedades, físicas y mentales, incluyendo tirantes relaciones sociales, ansiedad, depresión, conducta suicida, alcoholismo y abuso de narcóticos”

Estos ataques de ansiedad, y el miedo que los produce, de acuerdo a lo que nos anticipa la no muy reputada Organización de la Salud, equivalen, en inequívocos términos, a un colectivo pánico hipocondríaco no más racional que las amenazas que se profieren a diario en nombre del cambio climático.

Sin embargo, todo lo dicho en los párrafos anteriores, no implica, en lo absoluto, una negación a la existencia de ciertos factores climatológicos negativos que representan un reto a la humanidad. Pero, debe decirse, y reconocerse, que tales factores, como el calentamiento global, cuya existencia se exagera, se están combatiendo vigorosamente, y que, en la pasada veintena, han caído en descenso, para beneficio de los habitantes del Planeta Tierra.

Pese a todos los augurios fatalistas, lo cierto es que los seres humanos en la actualidad viven más, con una calidad de vida mucho mejor, que aquella que tuvieron nuestros ancestros, y, si el calor se hace muy incómodo, tenemos a nuestra disposición, como producto del avance tecnológico, el aire acondicionado, al servicio de todos, incluyendo aquellos ambientalistas y ecologistas que lo detestan, pero lo disfrutan, aunque a regañadientes.

BALCÓN AL MUNDO

Las tensiones crecen en el área caliente próxima al centro de las hostilidades entre Rusia y Ucrania. Ahora se reportan provocadores incidentes de parte de Bielorrusia en violación del espacio aéreo de Polonia, que, potencialmente, podrían desatar un conflicto donde la OTAN tendría que intervenir en defensa de uno de sus miembros: Polonia.

Por otra parte, y ésta es una mejor noticia, Arabia Saudí trabaja en un plan de paz entre Rusia y Ucrania. El bloque occidental ya le ha dejado saber a los saudíes que Ucrania no sacrificará nada de su territorio, y que, de acuerdo a la posición de éstos, las cosas deben retornar a los días previos a febrero 24, cuando su nación fue invadida.

Al parecer, estando la guerra estancada, luce factible una paz negociada, aunque ante la faz mundial, Ucrania la ha ganado.

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India, que produce el 40% del arroz mundial por contratiempos naturales de inundaciones y daños a las cosechas, se ha visto obligada a suspender la exportación de ese producto con considerables perjuicios a países de Asia, África y el Medio Oriente, cuya alimentación incluye, en alto grado, el consumo de arroz. 

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En Rusia siguen cayendo, con más frecuencia, los drones, con la consiguiente alarma de la oficialidad gubernamental. El martes pasado, no fue un drone, sino una mujer, hasta ahora no identificada, quien hizo explotar un coctel molotov en una oficina de reclutamiento militar, en San Petersburgo, provocando un incendio que causó daños menores.

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Hace dos semanas supimos que el ministro de Relaciones Exteriores de China, quien gozaba de la protección de Xi Jinping fue depuesto sorpresivamente. Hoy nos llega la noticia de que el comandante en jefe de la fuerza de misiles de ese país, Li Yuchao, ha sido separado del cargo, también sorpresivamente, y sin ninguna explicación. Li, según rumores dentro de la cerrada sociedad china, no había sido visto en meses, hasta la noticia de su despido, que fue dada escuetamente sin detalles.

Estas dos remociones invitan a especulaciones en el mundo político de alta esfera, aumentando la sospecha de que pudiera existir una lucha interna dentro del círculo íntimo del gobierno de Xi, y altos jerarcas del Partido Comunista.

De todos modos, por ahora, Xi parece estar en total control del país, pero, cuando el río suena…

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