LA FAMA INICIAL DE LOS COMANDANTES

Written by Demetiro J Perez

22 de agosto de 2023

Gracias a la televisión -y a que durante unos meses siguió existiendo la libertad de prensa-algunos comandantes y hasta capitanes cobraron cierta fama.

Eso, desde luego, le encendía la sangre al ser más egocéntrico que ha ensuciado con su presencia la faz de la Tierra.

Estaba como una hiena detrás de los arbustos esperando con ansias el momento de comerse las entrañas de todo aquel que levemente le hiciera sombra.

Nuevas “estrellas” brillaban en el firmamento cubano: Eloy Gutiérrez Menoyo, Rolando Cubela, Huber Matos, Pedro Luis Díaz Lanz, y muchos más se hicieron semi famosos de un día para otro.

Yo -que me pasé los meses iniciales de 1959 frente a la pantalla de mi Zenith de 17 pulgadas tratando de saber exactamente lo que estaba pasando- puedo garantizar que la presencia de ellos era constante y sonante…

Lo primero que hizo el recién estrenado dictador fue crear las “ORI” donde metió a todas las organizaciones en un saco y puso a los comunistas al frente de ella. Todos los supuestos “méritos revolucionarios” se fueron a volina.

Fueron presos, fusilados, exiliados, o bajaron las cabezas y se integraron.

Creó las Milicias para opacar y eliminar a las ya maltratadas “tropas” del Directorio, del Segundo Frente del Escambray y no se sorprendan: hasta el Movimiento 26 de Julio quedó diezmado y fue parte del burujón.

Es decir que más valía un tipejo vestido de miliciano gritando “Viva Fidel” en un batey que un coordinador del 26 de Julio en la provincia de Matanzas no sumiso.

A los comandantes más conocidos con anterioridad como Raúl Chibás y Humberto Sorí Marín los choteó al presidir tribunales revolucionarios.

A Huber Matos que solo le escribió una carta de protesta renunciando lo hizo talco.

A uno que cogió tremenda fama ( Faustino Pérez) lo desprestigió nombrándolo al frente del detestado ministerio de bienes malaversados.

Solo les permitió cierta fama a sus más cercanos compinches absolutamente fieles a él -Raúl, Ramiro, Almeida, Efigenio- pero sin pasarse de la raya.

Intervino las estaciones de televisión y solamente él aparecía en nuestras pantallas -mañana tarde y noche- con interminables y aburridas peroratas.

A Camilo lo mató y al Che lo mandó al matadero. Su hermano con su pajarería se choteó solo.

Y lanzó una de sus frases más lapidarias y apocalípticas: “No me digas lo que hiciste por la revolución, sino lo que estás dispuesto a hacer”. La “revolución” después luego, era él…

Y ahí mismo surge una sanguinaria tiranía con un solo “tristemente célebre” quien hoy se encuentra en el infierno tratando de quitarle y adueñarse la fama al Diablo.

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