LA DIPLOMACIA ANTE EL NAZISMO Y EL HOLOCAUSTO, UN RECUENTO

16 de febrero de 2022

Somos muchos quienes habiendo vivido adolescencia y juventud en Cuba antes de 1959 recordamos como en ese ya lejano pasado apenas existían alusiones a la exterminación de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.  Excluyendo personas iniciadas en el tema por alguna razón coyuntural no se podría decir que la cuestión fuera traída frecuentemente al orden del día nacional. Conste que Cuba no era un caso aislado en la materia, porque parece ser que incluso aquí en Europa existía un manto de silencio que la cubría.

Las cosas han cambiado y mucho. Mejor así porque desgraciadamente el antisemitismo es un vicio moral que muchos llevan en sus alforjas, cualquiera que sean sus orígenes. En la parte del mundo en la que el islamismo predomina, sin sorpresa la misa antisemita está dicha.  Pero es un hecho que ese inadmisible odio esta presente en medio mundo,  se sirve sobre la mesa aderezándolo  a manera plato fuerte en el pseudo combate religioso y político. Lo vemos por todas partes: en Inglaterra, en Estados Unidos donde se producen atentados contra sinagogas, si no en exabruptos como el que recientemente protagonizó a sus expensas Whoopi Goldberg en el programa de televisión The View. 

Es sin lugar a dudas y por tal razón que la existencia de instituciones como el Mémorial de la Shoa resulta indispensable. Abierto al público en enero de 2005 en una callejuela de lo que fuera hace siglos la judería de la capital francesa, la institución atesora archivos de todo tipo abiertos al público gratuitamente. No mas flanqueada la puerta de entrada los visitantes caminan entre las paredes del Muro de los Nombres sobre las cuales están grabados alfabéticamente los de 76 000 deportados remitidos entre 1942 y 1944 desde Francia a los campos de exterminación. En aras de una mejor comprensión del fenómeno genocidiario en el Siglo XX las matanzas de armenios y ruandeses son también explicadas, junto a las judías en toda su magnitud a los visitantes. En coordinación con la autoridad competente, este singular museo auspicia y promueve programas dirigidos a escolares de todas las edades.

Actualmente el Memorial presenta hasta el 8 de mayo una exposición que intenta explicar como funcionó y actuó en Alemania el cuerpo diplomático acreditado en el país a partir de la llegada al poder de Hitler y su partido nacionalsocialista. Si como lo explicaron a la prensa sus comisarios, el papel de los periodistas que trabajaban en Berlín ha sido abundantemente analizado desde hace años,  no es lo mismo en cuanto al comportamiento y a las acciones del cuerpo diplomático. No se puede ignorar que el nazismo tenía simpatizantes y cómplices allende sus fronteras.

Testigos privilegiados con acceso a informaciones a veces confidenciales, a través de consulados que atendían a ciudadanos extranjeros implicados en múltiples actividades, los diplomáticos fueron objeto de atención y de notoriedad cuando se implicaron en coadyuvar a la expatriación de personas perseguidas por razones políticas o de víctimas en potencia por el solo hecho de ser judíos. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial infinidad de documentos han permanecido literalmente enterrados en archivos militares y de la administración. Ya comienzan a salir a la luz. Hay que admitir que durante cierto tiempo, y por razones que por complejas no es posible abordar ahora aquí, las víctimas que sobrevivieron y sus familias fueron reticentes a divulgar sus experiencias y a donar sus archivos, susceptibles de exponer ante la opinión pública detalles horribles acerca del Holocausto.

Parte de los lectores de LIBRE conocen la cronología de la progresión hitleriana en la Alemania durante la década 1930. A pesar de la realidad las cancillerías se debatían en un marasmo de contradicciones y de intereses con frecuencia contradictorios. Sin embargo, los informes que muchos de entre ellos enviaron a su superioridad demuestran que estaban al tanto no solo de lo que ocurría sino también de lo que se estaba gestando en materia de crímines racistas. Los casos de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos son paradigmáticos en estos aspectos.  En este sentido, pero en circunstancias diferentes, tal realidad me remite a los reportes que enviaban a La Habana José María Chacón y Calvo en 1936 y los embajadores de Francia a París en 1959 y 1960.  Desde luego siempre corresponde al poder político sopesar, interpretar y actuar en consecuencia. Es la eterna articulación que en diplomacia liga saber con hacer o no hacer, circunstancia que ahora mismo está sobre el tapete en conflictos de tanta actualidad como los que atañen a China, a Ucrania, a Rusia, al comercio internacional, al suministro de gas y a la crisis sanitaria.

En esta exposición el enfoque se precisa en la huída de los judíos hacia el exterior. El conocido caso del trasatlático St. Louis, cuyos 937 pasajeros vivieron la odisea que sabemos en mayo de 1937, ocupa lugar predominante con un gran panel y varios cortes de noticieros que más o menos explican lo acaecido. Al final 583 de aquellos candidatos a una emigración que no fue  a Cuba, perecerían de una u otra manera aniquilados por los nazis. Otros, varios miles,  pudieron escapar hacia países que los acogieron, pero relativamente fueron muy pocos. Llama la atención los casi 20 000 que consiguieron ir en 1940 hacia un lugar tan insólito como la Concesión Internacional existente aún como enclave en el puerto de Shanghai: no era requisito tener visa para entrar en dos sectores ocupados por Francia e Inglaterra desde fines del Siglo XIX. Toda similitud con la situación actual de los cubanos que tratan de emigrar a donde sea y como sea, no es necesariamente una coincidencia.

Entre la diplomacia protectora de muchos protagonistas, la colaboradora de otros y la homicida de los alemanes,  fue puesto en escena un ballet trágico que esta muestra museística y erudita permite recorrer en las salas de esta institución indispensable. Los países que luchaban contra el nazismo todo lo sabían, pero durante mucho tiempo faltó la voluntad de actuar y de salvar a una minoría que estaba siendo sacrificada en aras de una titulada solución final. En esta parte de la historia contemporánea que a estas alturas no ha terminado de escribirse, esta interesante exposición agrupa y suma elementos sustanciales, al juicio que podemos hacernos de eventos capitales de la historia del siglo pasado y de su proyección en el difícil presente que estamos recorriendo.

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