LA DEPORTACIÓN QUE NO SERÁ TAN MASIVA

Written by Adalberto Sardiñas

3 de diciembre de 2024

El adjetivo implica que la deportación, de acuerdo a la promesa del presidente-electo, Donald Trump, será mayúscula al extremo de lo ciclópeo. Se espera que, l4 millones, tal vez más, residan en la nación de manera ilegal, y que, de ésos, unos cuantos millones, la mayoría, serán enviados de regreso a sus países de origen. El anuncio simplifica toda la gestión de una manera que desafía la realidad. En términos prácticos y reales, los tales millones, al final, no pasarán de dos o tres. ¿Por qué? Porque los números no engañan y el coso de tal empeño excedería por amplísimo margen, el posible beneficio que traería a la economía la anunciada “deportación masiva”.

Empecemos por reconocer que la nación necesita deshacerse de los cientos de miles de inmigrantes ilegales, quizás millones, que han cometido crímenes en el país, y de aquellos que arrastran crímenes cometidos en sus propios países. La sociedad americana no tiene por qué aceptar ese tipo de lacra en sus ciudades. Ni someter a sus ciudadanos a esa oprobiosa carga.

 Por el otro lado tenemos, en el otro extremo de los millones que han ingresado al país, no ayer, ni en los últimos cuatro años con la cómplice aquiescencia de Joe Biden, sino que han llegado a la nación 15, 20 o 30 años en el pasado y han formado núcleos familiares contribuyentes a la prosperidad nacional con su trabajo y esfuerzo. De esos millones, han surgido vástagos, ciudadanos americanos por virtud de su nacimiento, que han escalado posiciones respetables en la sociedad al convertirse en prestigiosos profesionales, médicos, maestros y abogados con una vida provechosa y decorosa para bien de la sociedad.

Hablar de una deportación masiva, así, en término suelto, y al azar, puede lucir bonito para el consumo político, pero en la práctica del diario vivir dista mucho de ser una tarea fácil. 

El principio en que se basa este esfuerzo por depurar nuestras calles, si así se le quiere ver, no deja de ser prudente. Pero, dentro de la prudencia, también hay espacio para otras consideraciones de peso desde el punto de vista moral, humano, y, por supuesto, económico.

No podemos, en busca de puntos políticos, ignorar lo que es incuestionable. Si la inmigración indocumentada, o ilegal, es, por una parte, nociva, por el carácter reprobable de millones de ellos, lo cierto es que existen muchos más inmigrantes indocumentados con un récord excelente que merecen la oportunidad, por mérito a esa conducta, de legalizar su status en el país en el que han vivido una gran parte de sus vidas. 

En el centro de la ecuación cuando tratamos el tema de la inmigración bajo el prisma de la última década, nos topamos de frente con el fenómeno demográfico. Un creciente número de países, grandes y medianos, empiezan a sufrir una merma en sus respectivas poblaciones con consecuencias, en muchos casos, con potenciales efectos económicos desestabilizadores. Rusia y China son ejemplos a la mano. Ambas pierden población y no tienen espacio para suplir sus déficits poblacionales por vía de la inmigración.  Nuestra nación no es, precisamente, un observador desinteresado y ajeno, sino parte de ese engranaje deficitario. Sin embargo, al contrario de los países mencionados, tenemos la enorme ventaja de una inmigración lista y deseosa de venir a vivir, trabajar, y perseguir el sueño americano.

Una simple mirada a nuestro espectro industrial nos revela, sin adentrarnos en datas y estudios profundos, así, a simple vista, el impacto de la inmigración en muchas de nuestras actividades económicas. ¿Cómo, y a qué nivel, sufriría la industria de la construcción, de la jardinería, de la agricultura, y de otras muchas, si la fuente laboral se redujera en la medida en que la deportación masiva nos anuncia? ¿Ayudaría esta escasez laboral a mitigar la inflación cuando los empleadores, especialmente en el sector agrícola, se vean forzados a pagar mayores salarios por los servicios? ¿Pagaríamos entonces el mismo precio de hoy por los mismos alimentos cuando la labor más barata desaparezca?

Donald Trump ha prometido una ofensiva contra aquellos residiendo en el país ilegalmente y nombró a Tom Homan como su “border czar” para implementar el plan. El presidente-electo, y sus consejeros, también trabajan sobre planes para restringir ciertas formas de la inmigración legal. No obstante, ejecutivos de varias corporaciones, en diferentes ramos, generosos donantes a su campaña, han expresado, abiertamente, que sus respectivas industrias necesitan una fuente laboral consistente. 

A la luz del sentido común, y con la pupila fija en la tradición americana, se puede augurar, sin mucho margen para el error, que la cacareada “deportación masiva”, después de todo, no será tan masiva.

¿Habrá deportación? Sí. ¿Masiva? Depende. Si hablamos de dos a tres millones, y esa cantidad satisface a los favorecedores de lo “masivo” entonces habrá una deportación, pero no tan masiva como se proclama.

Recuerden que durante la primera administración de Trump hubo cierta persecución contra la inmigración ilegal, se construyó, a medias, el muro, pero no existió, ni remotamente, una deportación masiva. 

América, después de todo, continúa siendo un Estado de derecho, donde “the rule of law” siempre prevalece.

BALCÓN AL MUNDO

No deja de extrañar que tres gobiernos vociferantes, provocadores y fanfarrones, como Cuba, Venezuela e Irán, hayan caído en calmado silencio desde que Donald Trump fue electo presidente el 5 de noviembre. 

Parece que con Marco Rubio al frente de la diplomacia americana, en cumplimiento con los planes del presidente ha elevado un mensaje claro para ese trío. 

La incógnita en la política exterior de USA es Ucrania. Si la paz se produce en la mesa de negociaciones, ojalá que Ucrania no sea sacrificada.

Sería peor que la invasión de Putin per se.

                                                               *****

Comcast, con su anuncio que planea soltar MSNBC y otros pequeños canales de televisión, provocó tremendo nerviosismo y un corre corre entre el staff de la súper izquierdista empresa máxime cuando Elon Musk ofreció comprarlo. También otros super ricos liberales se mostraron interesados en el canal.

Por cierto, que en último contrato firmado la semana pasada Rachel Maddow tomó un corte de 5 millones de dólares. Ahora son 15 en lugar de 20. 

                                                             ***** 

Los líderes del gobierno canadiense están listos a tirar por la borda a México para salvar tratados comerciales con Estados Unidos. México está contra la pared. Por un lado, la amenaza de deportación de miles de sus ciudadanos que residen en este lado de la frontera y por el otro la pérdida de buenos acuerdos comerciales que irán a Canadá.

Temas similares…

0 comentarios

Enviar un comentario