La Demajagua

13 de octubre de 2021

Dentro de la isla un reducido grupo de valiosos cubanos laboraba intensamente para lograr que la  Metrópoli española les permitieran participar de manera activa en la vida política y económica de Cuba.  Pero la expulsión de los cubanos de las Cortes Españolas, señaló la imposibilidad de llegar a ciertos acuerdos por la vía de las negociaciones o de la política.

Así quedaba abierto el camino a la lucha armada y a un sacrificio absoluto por parte de los nativos.

Se sucedieron diferentes reuniones de los conspiradores. En la reunión del 6 de octubre en el ingenio El Rosario se tomó el acuerdo del 14 de octubre como fecha del alzamiento aunque algunos de los conspiradores eran partidarios de aguardar hasta que, vendida la zafra, se dispusiera del dinero suficiente para adquirir armas; otros defendían la idea de hacerlo de inmediato.

En esa reunión se firmó el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones, mediante el cual se exponía las causas que motivaban a pronunciarse en armas contra el gobierno español, como por ejemplo en el primer párrafo se declaraba que “… España nos gobierna a hierro y sangre; nos impone a su antojo contribuciones y tributos; nos priva de toda libertad política, civil y religiosa; nos tiene sometidos en tiempos de paz a comisiones militares que prenden, destierran y ajustician sin sujeción a trámites ni leyes; prohíbe que nos reunamos, si no es bajo la presidencia de jefes militares; y declara rebeldes a los que imploran remedio para tantos males…” 

El Manifiesto fue firmado  por Carlos Manuel de Céspedes, Jaime M. Santiesteban, Bartolomé Masó, Juan Hall, Francisco J. Céspedes, Pedro Céspedes, Manuel Calvar, Isaías Masó, Eduardo Suástegui, Miguel Suástegui, Rafael Tornés, Manuel Santiesteban, Manuel Socarrás, Agustín Valerino, Rafael Masó, Eligio Izaguirre.

Pero, … las circunstancias decidieron para alterar la fecha del levantamiento. Sucedió que llegó a Manzanillo un telegrama del capitán general Francisco Lersundi, el cual cayó en manos del telegrafista Ismael Céspedes, en el que se ordenaba detener a todos los conspiradores. La noticia llego a Carlos Manuel de Céspedes propietario de la finca La Demajagua quien decidió que había que obrar rápidamente, antes del 14; y aunque hubo fricciones entre los conspiradores Céspedes envío razones del adelanto, y los patriotas se unieron más tarde en la toma de Bayamo.

Breve historia de La Demajagua

Uno de los mas relevantes hechos de la Historia de Cuba del siglo XIX, fue el protagonizado por el Licenciado Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio azucarero La Demajagua cuando dio el primer grito de independencia en Cuba a escasos 15 kilómetros de la jefatura española situada en Manzanillo, jurisdiccion denominada después “Altar de la Patria”.

La Demajagua fue nombrado, así se supone, debido a su situacion en una zona abundante en árboles “majagua azules”  originarios de Jamaica y muy bien adaptados al suelo oriental cubano. El ingenio se hallaba ubicado en una finca rústica propiedad entonces de Jose Joaquín Palma quien en 1843 vendió a Magin Pla un pequeño trapiche con la acción de una caballería de tierra por la cantidad de cien pesos. Después el trapiche pasó a manos del hermano de Pla, pero en 1857 presentó quiebra representado en ese momento por el Licenciado Carlos Manuel de Céspedes. 

En la reunión de acreedores el representante de Francisco Javier de Céspedes ofreció casi once mil pesos por “la finca, el trapiche, cinco esclavos y todas sus dependencias”  quedando adquiridos por Francisco Javier. Más tarde compró una máquina de vapor para la zafra del 1860 cuyos restos es la que aparece en la imagen aprisionada por un árbol “Jagüey”, y que con el tiempo ha pasado a ser la representacion  del central azucarero y de la fecha histórica patria. 

El 14 de marzo de 1866 Carlos Manuel de Céspedes compra a su hermano Francisco Javier la finca para lo cual hipoteca todos sus bienes. En manos de Carlos Manuel la finca mejora muchísimo. Además introdujo una gran reforma: realizar la mayor parte del trabajo de la zafra azucarera con obreros asalariados, amén del trabajo de los esclavos.

Con todos esos adelantos en aquella época poco usual sucede el levantamiento del 10 de Octubre de 1868 con que se inicia la primera gesta libertadora, la cual se extendió por una década.

He aquí copia del acta rendida por Bartolomé Masó –segundo en jefe en el levantamiento del 10 de octubre- narrando los hechos históricos de aquellos días.

(Se ha respetado la ortografía y redacción de la original acta). 

 “Al General en Gefe del Ejército Libertador C. Carlos Manuel de Céspedes- 

Cuartel Gral en Naguas el 13 de Octubre de 1868.

=Gral.=

Adoptada la resolución de llevar a cabo el día 10 del actual el movimiento revolucionario combinado para el 14 en el ingenio “El Rosario”, la noche del seis del mismo a fin de precaverlo, antes de ser iniciado, vista la actitud que demostrase el Gobierno español de un fracaso no difícil; y consecuente con la orden de V del G; que me fue comunicada aquella propia noche en mi finca, San José de Blanquizal se hizo el llamamiento a los patriotas conjurados de la Jurisdicción, para que, desde luego, fueran congregándose con dicho objeto en su ingenio “Demajagua”; debiendo esperar yo con los míos en mi citada finca, sus ulteriores órdenes: Allá para las 6 de la mañana del referido día 10 y de su orden, al pasar el correo ordinario que conducía la correspondencia franca de Manzanillo a Bayamo, traté de apresarlo y apoderarme de las valijas; lo que no pudo resultar porque alarmada la población desde la noche antes ya el postillón venía sobre aviso y por demás precavido; en tanto, que, al aproximarse a mi avanzada donde le acechaba penetrando parece mis intenciones, retrocedió, con su caballo tendido a escape, regando paquetes por el camino y alarmando a aquellos vecinos y transeúntes. De pronto tiré del revólver para hacerle fuego, y al ir a dispararle me detuve, ante la reflexión del crimen que sin fruto ostensible para nuestra causa iba a cometer, sacrificándose sobre todo una víctima que me había dado la espalda. Hícelo perseguir, sin embargo, por dos hombres montados; y como a los pocos minutos regresaron estos manifestándome haberle dejado ya en la Capitanía del Partido distante solo, poco más de 2 kms de Manzanillo, y otros tantos de mi citada finca, di la orden de montar y ya puesto en marcha con una descubierta y al mando del C José Rafael Masó, se me incorporó el C Juan Hall, con los suyos, llegando ambos a la Demajagua con más de 200 hombres. Como a las diez del día nos encontrábamos congregados en aquel ingenio sobre 500 patriotas; mandados formar por el Gral en Gefe, se dió el El Grito de Independencia! Enarbolándose el Estandarte que lo Simboliza, a cuya sombra prestaron todos el juramento solemne de vencer ó morir antes que volver a ver hollado el suelo de la Patria por ninguna de las tiranías. 

El Gral en Gefe, reunió sus esclavos y los declaró libres desde aquel instante invitándoles para que nos ayudasen si querían, a conquistar nuestras libertades; lo mismo hicieron con los suyos los demás propietarios que le rodeabamos.

Acto contínuo se pasó revista al armamento: circunstancias que no son del caso enunciar, hicieron que este resultara menos numeroso de lo que se esperaba; y así por esta causa como por no ser ya posible la sorpresa, se resolvió en consejo desistir del asalto combinado sobre Manzanillo en el antedicho ingenio El Rosario en la noche del 6, permanecimos el resto del día de hoy donde nos hallábamos, para observar los movimientos del enemigo; hacernos fuertes, si por el contrario nos atacaba, y marchar al día siguiente para Naguas, cuyo punto se había hecho reconocer con bastante antelación para establecer en él nuestro cuartel general y dirigir desde allí las operaciones. Desde luego se robustecieron las guardias avanzadas de aquel campamento, acuartelándose el grueso de la fuerza, municionados los tiradores y preparados todos para cualquier eventualidad.

Transcurrió aquel día sin que ocurriese otra cosa de particular que la salida de algún correo conductores de las diferentes órdenes giradas para toda la jurisdicción, y la entrada de nuevas partidas de patriotas, que por la distancia no habían podido concurrir antes de hoy; debiendo advertir que por los primeros fueron  conducidos varios prisioneros entre los cuales se contaban los españoles Don Victorino Alvarez y Don Pedro Albailer, comerciantes de Bayamo, que se dirigían a la capital por la vía de Manzanillo, conduciendo ambos respetables cantidades de dinero en oro y libros para sus respectivas transacciones…”  Bartolomé Masó 

Destrucción de La Demajagua

Una semana después de proclamado el “grito” de libertad para la isla de Cuba en el Ingenio la Demajagua, este fue cañoneado por el navío de guerra español Neptuno, en represalia por el inicio de la contienda en contra del gobierno de la Metrópoli.

En octubre 17 no solo bombardearon el ingenio convirtiéndolo en escombros sino que además un grupo de hombres desembarcaron del navío prendiendo fuego a todo lo fundamental  en la finca y los alrededores: la casa, los barracones, etc.  El lugar convertido en ruinas quedó olvidado por todos, hasta que la Historia de Cuba decidió recoger su dolor, su memoria, y la imagen de su pasado; asignándole un lugar en las páginas a la que es merecedor.

Pasaron muchos años, hasta que  en ese escenario, lugar prístino considerado “Templo de la Patria“ -recuerdo del primer grito de independencia-,  atendido por los Veteranos de la Guerra Independentista y la Logia Masónica “Buena Fe“ se erigió un obelisco en honor al Venerable Maestro Céspedes.

En 1922 y sobre un pequeño promontorio fue construída una modesta casa de madera habitada por el que fuera ayudante del Padre de la Patria, el Coronel Juan Ramírez; hasta que pasado el tiempo se convirtió en una Sala de Museo.

Símbolos de La Demajagua 

La campana original del ingenio La Demajagua.   Tiene una altura de 59 m y su espesor es de 5 cm.  Pesa 204.5 Lb., lo que la aproxima a los 93 Kg.

Es de bronce macizo y esta fechada como dato de su “nacimiento” en el año 1859 y según declaración del catalán Don Ginestad Puncet “fue fundida en Francia, … aunque nació simbólicamente en un acto de sublevación el sábado 10 de octubre de 1868 en el ingenio azucarero La Demajagua” cuando su propietario Carlos Manuel de Céspedes designa a Miguel García Pavón hacerla vibrar llamando –dice él- a “los treinta y cinco legionarios que allí quedábamos, pues los demás compatriotas habían sido enviados en comisión por los barrios de Manzanillo y parte de Bayazo. … e igual llamando a los esclavos de la hacienda –algo mas de una veintena de ellos- a reunirse frente a él, convirtiéndose la campana a partir de ese instante como parte esencial del templo patrio al anunciar el proceso de abolición de la esclavitud.

Dijo el Coronel Miguel García Pavón en su relato “Ofrenda de Cariño“ -publicado el 14 de julio de 1923- donde expone además la conciencia de los patricios iniciadores de la lucha, y explica la situación de Céspedes y el telegrama del gobernador Lersundi. Oriundo de Bayamo, el coronel Pavón fue el último sobreviviente de aquellos sublevados en el 68. 

BiografÍa  de la Campana 

Según datos históricos la campana fue llevada a Cuba en 1860 e instalada cerca de Manzanillo en el ingenio La Demajagua, entonces dueño de la finca lo era Francisco Javier de Céspedes, hermano de Carlos Manuel, quien la hubo obtenido por escritura pública Nº 26, otorgada ante el escribano Nicolás Lasso el 9 de octubre de 1857. 

  Fue instalada sobre un madero ubicado en el frente de la hacienda con la finalidad de tocarse diariamente y señalar los cuartos de horas en que se podía medir la jornada laboral.  Igualmente, entre sus misiones estaba la de llamar a la población campesina en auxilio ante cualquier situación difícil.

Sin embargo, tiempo después la finca pasó a ser propiedad de Carlos Manuel de Céspedes y entonces su manual repiquetear estuvo fuera de convocatoria aquel sabatino 10 de octubre de 1868.

Temprano en la mañana estando todos concentrados y conjurados para declararse en pie de lucha contra el gobierno colonial español, sucedió el último toque a la campana y esta vez de modo ininterrumpido. En esa ocasión Pavón golpeaba constantemente el badajo contra el bronce para convocar a blancos y negros. Luego entonces Céspedes hablándoles de cómo compartir el sacrificio heroico para alcanzar la independencia de Cuba, ofreciéndoles la libertad a sus esclavos,  dijo:   

“…. hasta este momento habéis sido esclavos míos, desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar la independencia. Los que me quieran seguir, que me sigan, los que se quieran quedar, que se queden, todos seguirán tan libres como los demás”…”  …”Yo por mi parte, juro que os acompañaré hasta el fin de mi vida, y que si tengo la gloria de sucumbir antes que vosotros, saldré de la tumba para recordaros vuestros deberes patrios y el odio que todos debemos al gobierno español,…”

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