La cubana Ninón Sevilla, estrella del cine mexicano

Written by Libre Online

29 de septiembre de 2021

Fue a México de corista… La vieron bailar en una fiesta y le hicieron la primera proposición para el cine… La vieron bailar en el teatro, confundida con el resto del coro, y le hicieron la segunda proposición… Ella rechazó la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, ¡la quinta! Proposición… Cuando supo cuánto podía ganar y a lo que podía llegar en el cine, aceptó… Ahora tiene las piernas aseguradas en un millón de pesos mexicanos, posee un flamante “cola de pato” y una casa ¡y se va a casar con el productor que le hizo la primera, la segunda, la tercera, la cuarta y la quinta proposición!.. La sexta fue de matrimonio.

Por Don Galaor (1950)

(Fotos Exclusivas de Charlie Seiglie).

NINÓN SEVILLA es una estrella cubana en la pantalla mexicana. Pero una real y positiva estrella cubana, con acento, y estilo y ritmo nuestros. En cualquiera otra estrella nacida en Cuba, notaremos la influencia del medio en cuanto habla dos palabras, dentro y fuera de la pantalla. En Ninon Sevilla no. En Ninon Sevilla sigue siendo todo cubano. Acento, gracia, ingenio, ¡choteo!.

Sus frecuentes viajes a La Habana son productos de su cubanísmo invulnerable. Viene a algo más que a asomarse al panorama familiar. Viene a montar sus bailes, a enriquecer su léxico popular a inyectar a su espíritu la nueva savia del ingenio criollo, para seguir siendo quien siempre fue. Una artista cubana.

Por eso estamos hoy asediándola hoy con instantáneas y preguntas para una entrevista. Porque sabemos que el público está interesado en saber cómo ha surgido al estrellato de la pantalla mexicana esta hermosa mujer que se llama Ninón Sevilla.

-Yo fui a México en calidad de corista. Era una más, en aquel conjunto de muchachas cubanas que ilustraba con evoluciones y bailables los momentos musicales de la revista.

-Entonces, Ninón, ¿usted no fue a México a conquistar un puesto en el cine?.

-¡Ni hablar! Yo era corista en La Habana. Y de corista fui a México. ¿Y quiere que le diga más? Me gustaba el coro. Me sentía bien como corista. Ninguna otra ambición había en mí que hacer bien mi parte en los conjuntos.

-¿ Y cómo es que ha llegado tan alto en el cine?

-Haciéndome de rogar muchísimo.

-Cuénteme.

-Pues verá. La cosa empezó como en los cuentos. Me llevaron a una fiesta otras compañeras coristas. Había en aquella fiesta actores, actrices, empresarios y hasta productores de películas. Se bailaba y yo salí a bailar también.

-¿Un son?

-Un bolero primero, una guaracha después, un son, una conga…¿comprende? Piezas cubanas. Claro yo le daba lo suyo. Les ponía mi pimienta. Llevaba algún tiempo fuera de La Habana y la música me transportaba al Parque Central, al Malecón, a todo esto que es lo mío. Pero lo hacía por mí, para sentirme un poco en Cuba. No me importaba si me miraban o no.

-Y la estaban mirando.

-Me estaban chequeando, que no es lo mismo. Cuando se convencieron que yo bailaba lo mío, me llamaron y me preguntaron:

-¿Quiere usted trabajar en el cine? ¡Para qué me lo preguntaron! Me puso en candela.

-¿Por qué, Ninón?

– Porque yo había oído que esas preguntas solían hacerlas los conquistadores, los “vivos”, ¿comprende? Para atraer la atención de las muchachas.

– ¿Y qué les dijo?

-Que no quería trabajar en el cine. Que no me interesaba.

-¡Y que no me hablaran de cine porque yo era corista de teatro y no necesitaba más! Entonces uno de ellos, me preguntó en qué teatro bailaba. Se lo dije. Allá se fueron a verme. Yo estaba en el coro. Con mis compañeras. Hacía mis evoluciones, como lo que era: parte del engranaje del conjunto. Cumplía con mi deber sin soñar con salir del grupo. Claro que el sueño de toda muchacha de conjunto es sobresalir, subir, ascender ¡ser estrella! Pero yo no soñaba. Yo iba a lo mío. No tenía ambiciones. Que me dejaran en el coro, eso era todo mi problema.

-¿Cómo se produjo la segunda proposición?

-En el escenario, cuando terminamos aquel número, ya estaban allí. Se me acercó uno de ellos. -Señorita -me dijo-, la he visto a usted bailar en el conjunto, y le vuelvo a repetir que usted tiene un gran porvenir en el cine. Le contesté: -¡Déjeme de hablar de cine! Ya le he dicho que no quiero dejar el teatro. ¡No tengo nada que ir a buscar al cine! El buen hombre, lleno de paciencia, buscó una tarjeta en sus bolsillos. Me la entregó diciéndome: -Si algún día cambia de parecer, vaya a verme a mi oficina…

-¿Y se fue sin una respuesta?

-¡Oh, sí! La respuesta fue que me dejara en paz. Y que me esperara sentado, porque de pie se cansaría.

-Un caso insólito. El productor debió creer que soñaba.

-Esos me decían todas mis compañeras. Me decían que en el cine se ganaba mucho dinero, y se llegaba rápidamente a la popularidad. Que era una loca rechazando semejante oportunidad. “Sobre todo siendo ellos los que te buscan”, me decían. “¡Cuántas quisiéramos estar en tu lugar” y yo no queriendo comprender.

La estoy escuchando hablar desde hace mucho rato y no se le ha escapado un solo modismo mexicano. Ella, que ha convivido entre mexicanos desde hace muchos años, habla como si no se hubiera movido de La Habana.

Ha terminado de montar un número que estrenará en su próxima película y se siente un poco fatigada, pero animada. La anécdota de su entrada al cine, es única. Una de esas cosas insólitas que parecen inventadas para llamar la atención. Porque ¿a qué muchacha de su edad no está latente la ambición de ser la estrella de la pantalla?.

Pues Ninón Sevilla no, Ninón Sevilla no admitía que le hablaran de cine. Y era solo prevención contra los que se aprovechaban de esta ambición juvenil, para entretener con invitaciones a las muchachas. Ninón había oído muchas historias galantes, de lindas criaturas caídas en la conquista fácil tras la promesa de hacerlas estrellas. Y ella no quería ser una más.

Cuando la convencieron sus propias compañeras, que lo suyo podía ser un caso diferente, se arriesgó a visitar al productor que le diera la tarjeta. El productor la recibió en su despacho con otros auxiliares. Le preguntó:

-¿Sabe cantar?.

-Sí.

-Pues cante algo.

-¿Para qué?

-Para oirla, para saber que podemos hacer con usted en el cine.

-Ya se lo he dicho que no quiero saber nada del cine.

-¿Sabe usted lo que puede ganar en el cine?

-¡No me importa!

Con todo, consiguieron convencerla y cantó. La enzalzaron con palabras salameras. Le dijeron que si estaba dispuesta, podía firmar, cuando quisiera el contrato.

-¿Qué contrato?

-¿Quiere leerlo? Si no le gusta, no lo firme.

Ninón Sevilla leyó el contrato, la cantidad que estipulaba la emocionó un poco. Firmó.

Se buscó un argumento, se trabajó en los escenarios, se buscaron los mejores arreglistas musicales. Se hizo una extraordinaria propaganda a la nueva estrella que surgía.

Éxito tras éxito ha conquistado esta cubana en el cine mexicano. Ninón Sevilla una corista que no tenía interés en el cine, ha sabido convertirse en una estrella a nivel mundial.

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