La Caridad del Cobre: Y si vas al Cobre, quiero que me traigas una virgencita de la Caridad 

Written by Libre Online

14 de septiembre de 2022

El observador que interroga. Símbolo y ejemplo apuntó La Virgen Milagrosa. Patrona de Cuba . La dulce inspiradora. El ruego del corazón desgarrado.

Por Alberto Baeza Flores (1955)

EL OBSERVADOR 

QUE INTERROGA

El que visita a Cuba, con deseo de averiguar cómo es y quién es el cubano, y se interna por las provincias, advierte una devoción que abarca a casi todo el pueblo. La imagen venerada es pequeña, pero el fervor es muy grande. El color de la Virgen es Moreno. Es una prieta, criolla, cubanísima y su santuario está como corona sobre una colina en una de las estribaciones de la Sierra más importante de Cuba apuntó hay que ir a oriente para verla, pero se le venera, en millares de altares que copian la imagen Santa en toda la isla.

Los que visitan a Cuba por primera vez has solido preguntarme si el cubano es creyente. A ellos les cuesta compaginar la devoción hacia la Caridad del Cobre, con espíritu, a veces, excesivamente familiar de esta devoción. Me han preguntado si el “chiqueo” hacia el culto de la Caridad del Cobre es irreverencia. Eso de no nombrar,  lo íntimo,  a la imagen Santa como “Cachita”, el oír vocear el número de la Caridad con las cábalas de la lotería, el escuchar cantar con entonación de ritmo y son popular el peregrinaje al santuario le llena de interrogaciones. Han oído a los vendedores de billetes de la lotería gritar en La Habana: el ocho como la Caridad… “La Caridad sale hoy”  y han oído en Oriente vocear el 5 como el número de “Cachita” han escuchado el contagioso estribillo: “y si vas al cobre – quiero que me traigas – una virgencita, de la caridad.” me han preguntado esos viajeros: “¿es que se trata de un culto ligero”?

Les he dado siempre mi explicación sincera: el cubano ni es irreverente ni es ligero en su fervores. Es un pueblo que responde a su naturaleza extraordinaria,  a esa mezcla prodigiosa de sangre y de mitos, de dolores y esperanzas. Es un pueblo saludable, aunque pudiera rumiar amarguras. Es un pueblo de fe y de ilimitados sacrificios. Su filosofía es, a veces,  la de la adolescente. Sabe sonreír con naturaleza y por intuición, aunque le tenga sin cuidado lo que filósofos y pensadores han afirmado sobre el humor,  la sonrisa y la risa, como condiciones de madurez, de inteligente filosofía ante la vida de Cultura superior. En su culto hacia la Caridad del Cobre el cubano es como es: espontáneo,  sincero, con las manos abiertas y el corazón franco no se oculta para proclamar su fe  No cree que la mirada grave, el gesto adusto y hosco sean  maneras de expresar su amor por la imagen Santa. Siente que su fervor hacia la Virgen morena tiene varios caminos y la consideran tan querida y tan suya que la nombran cómo pueden nombrarse los sentimientos más queridos del corazón esa familiaridad es cariño entrañable y fe sin reservas

SÍMBOLO Y EJEMPLO

Como para que el culto de la Caridad se adentrará más hacia el espíritu de Cuba, la Virgen apareció sobre las olas. Así quiso, simbólicamente, mostrarle al cubano su destino marino, enseñarle a amar el mar.

Como para que este fervor fuera más hondo aún, y se sembrara en todo el pueblo, la Santa imagen se apareció, flotando en la bahía de Nipe , para que tres humildes y modestos criollos – pueblo puro- la recogieran, la salvaran la llevaran en reverencia hasta el interior.

Rodrigo y Juan de Hoyos y el moreno Juan Moreno eran, sin duda, el pueblo de Cuba.

Fue en una madrugada de 1628 y como para que no hubiera confusión posible,  cuando Rodrigo de Hoyos intentó levantar la imagen,  que flotaba sobre una tabla, pudo leer: “ Yo soy la Virgen de la Caridad”.

Los tres humildes descubridores de la Santa imagen habían ideado recoger sal eran trabajadores pobres y laboriosos. Recogieron su sal y mientras se disponían a emprender la marcha hacia el interior, depositaron, con mucho amor, a la Virgen morena, en una barbacoa. Sobre la cama que servía a los criollos humildes para descansar de las fatigas del día,  estuvo el Madero que sostenía la Virgen Santa, y ellos no dejaron de rezar en sus corazones mientras preparaba la primera peregrinación hacia Hato de Barajagua. Así partieron. Hato de Barajagua estaba a 60 km del sitio donde habían encontrado la imagen, pero la fe puede más que todo y ellos llegaron hasta Hato de Barajagua porque se sentían animados de fe. 

En Hato de Barajagua, la Caridad tuvo su primer altar.  Fue un altar modesto, rústico, pero devotísimo. Enterado el administrador de aquellas faenas mandó que construyeran una ermita. Uno de los que habían encontrado la imagen sagrada se ocupó de que nunca faltará una lámpara encendida como símbolo y síntoma de la fe de todos.

LA VIRGEN MILAGROSA

Los primeros milagros fueron las desapariciones y apariciones de la imagen Santa. El administrador de las minas de Del Cobre dispuso entonces,  que la imagen fuera trasladada al pueblo… Fue llevada en procesión con mucho amor y reverencia. Fray Francisco Bonilla se encargó de conducir la marcha de la fe.  Desde el alcalde mayor hasta el más modesto de los pobladores participaron en la ceremonia. La Virgen fue depositada en el altar mayor de la parroquia.

Pero he aquí que la Virgen se presentó, repetidas veces, a una niña llamada Apolonia. La Caridad apareció sobre unas rocas. El pueblo comprendió que la Caridad indicaba así, a través de una niña inocente, el sitio donde quería permanecer, y como si aún no fuera suficiente la señal del milagro, los pobladores vieron,  en el mismo sitio en el cual la Virgen se había mostrado a la niña Apolonia, tres columnas de fuego.

No podían dudar.  Allí levantaron la primera iglesia. Más tarde con la ayuda fervorosa de los vecinos de Santiago de Cuba, Bayamo y otras poblaciones de Oriente, iba a levantarse un nuevo templo para reverenciar la Santa imagen.

Pero antes la Virgen iba a hablar a través de un nuevo milagro. Alguien acaso demasiado codicioso de bienes terrenales, ordenó sacar mineral de cobre en el sitio donde la Virgen había aparecido a la niña Apolonia, y excavar la rica veta que cruzaba bajo el santuario,   pero he aquí que de pronto el rico mineral se volvió “cristal y cristalillo” y su consistencia se hizo tan dura que rompió los picos que intentaron extraerlos.

PATRONA DE CUBA

El 10 de mayo de 1916, la Caridad del Cobre fue nombrada,  en un acto solemne, Patrona de Cuba. Es muy simbólico que fueran los veteranos de la guerra de la independencia los que gestionaron de las altas autoridades eclesiásticas esta designación. El papa Benedicto 15 se hizo eco de la solicitud de los veteranos de la guerra de Cuba y la nombró Patrona de la Isla.

El nuevo santuario fue inaugurado el 8 de septiembre de 1927, pero aún tendría que transcurrir cinco años para que la Virgen pudiera descansar sobre nuevo y esplendoroso altar. Fue el 8 de septiembre de 1932 que fue consagrado el nuevo altar de la Caridad.

LA DULCE INSPIRADORA

A ella,  a la Virgen prieta y generosa,  han acudido los enfermos del cuerpo y los necesitados de un consuelo para el alma acongojada. A la Virgen de la Caridad han alcanzado sus ojos dos poetas que,  a través de sus versos, han expresado lo que millares quisieron decirle a la Virgen. Uno de ellos – Hilarión Cabrizas- escribió “La Plegaria del Peregrino Absurdo“.

“Madre India; Madre mía; madre cubana y prieta; ahora que hago un alto en mi vida inquieta para llegar hasta tu altar, escucha, madre mía, la confesión secreta de un niño grande y loco, romántico y poeta, que su dolor se va a rezar”.

El dolor era grande. Uno de esos dolores íntimos interiores, en los que advertimos que el mundo se nos desgarra hacia adentro hacia el territorio del corazón. El poeta sentía su alma como una abre con ella “cripta oscura” el dolor  iba arando en su vida noche y día.

Pero aquí , sin testigos,  en estas soledades, saltan a flor de labios mis íntimas saudades,  y van sinceras hacia ti.  Acórreme, mi prieta virgencita del Cobre; ¡Tú sí puedes mirarme cansado triste y pobre y comprender lo que hay en mí”.

Y la confesión fue dicha como un sollozo. “¡ Mis ansias como salvajes potros –  se desbocaron,  y caí… !” 

Cristo hubiera confortado al doloroso repitiéndole, acaso,  alguna de sus parábolas y alguna de sus frases o diciéndoles que nadie está exento de caer y rodar. Una vez conminó, el poeta de Galilea, a los que pedían una sanción injusta, les advirtió que el que se sintiera libre de pecado que lanzara la primera piedra.  Nadie se atrevió a alzar la mano.

Caer y sufrir es también parte de la vida.  Lo que importa es que las penas no dejen el corazón agrio sino que ponga la dulzura y la bondad de la experiencia.

“Pero ha rodado el cuerpo sin enlodarse el alma; y me he purificado,  porque bebí con calma ¡Todo el veneno que bebí!”

Este poeta, que así se confesaba a la Caridad del Cobre, si sabía lo que es padecer y guardar la ardiente lágrima en la soledad, en el corazón.

Era un pecador arrepentido y, acaso sin sospecharlo, estaba dándole la razón a Adler, el indagador de las vidas y las almas, el autor de “conocimiento del hombre”. Adler escribió estas palabras definidoras: “el verdadero conocimiento del hombre solo puede desarrollarlo realmente, dados los defectos de nuestra educación actual, un tipo de hombre: el pecador”, aquel que estuvo envuelto en todos los errores de la vida del alma humana y logró salvarse, o el que por lo menos haya pasado al borde de ellos. El  mejor conocedor del hombre será,  de seguro,  el que haya pasado él mismo por todas las pasiones”.

Escuchemos la confesión final del poeta:

“Por eso,  Madre India,  vengo hasta la montaña a contarte mis penas, a mostrarse mis entrañas encallecida de sufrir. Pero que nadie sepa lo que yo te he contado; que no conozcan nunca que contigo he llorado la inmensa angustia de vivir!

“¡Cuando esté muy lejos de ti, madre querida,  cuando buscando un bálsamo a mi enconada herida entre los dos se extiende al mar,  acuérdate del raro y absurdo peregrino que lloró aquí en tu templo, aquí siguió su camino, ¡y que después más nunca nadie ha visto llorar!”

EL RUEGO DEL 

CORAZÓN 

DESGARRADO

La otra rogativa es de otro poeta,  un poeta que cantó el amor y el dolor, con palabras temblorosas a la manera de Bécquer,  el romántico de las intimidades del corazón. Su nombre: Gustavo Sánchez Galarraga. Él le pidió,  también,  a la Virgen morena, un ruego del corazón,  pero este Sánchez Galarraga fue por Cuba:

“ Virgen de Cuba, Virgen trigueña y amorosa que sobre el mar en furia apareciste ayer. ¿Por qué en esta tormenta que a las almas acosa no tornas,  dulce Madre, de nuevo aparecer?”. 

Oración donde hay angustia y hay esperanza a la vez donde hay fervor y amor coma unidos al dolor.

Símbolo es que la Patrona de Cuba sea la Caridad. La Caridad es una virtud hermana de la fe y de la esperanza,  una de las tres  virtudes teologales. Esto tiene el culto de un pueblo a su Patrona: virtud de amor, virtud de dolor,  virtud de esperanza y de fe,  y,  sobre todo: caridad.

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