LA CANDELARIA PATRONA DE CINCO PUEBLOS CUBANOS

Written by Libre Online

16 de febrero de 2022

Una virgen que no está en el santoral africano. Patrona de Consolación, de Morón, del Wajay, de Candelaria y de Ceiba Mocha. Doscientos mil cubanos le rinden

fervoroso culto. Al fundarse la Iglesia, pidieron una imagen de «Nuestra Señora de Consolación» y de España enviaron la virgen de la Candelaria. El pueblo no quiso» que se devolviera. Interminable cadena de milagros. Virgen del amor grande y hermoso y no de las frivolidades. La adoran agricultores e industriales. Resuelve problemas agrícolas y económicos. Inponente misa con coros y orquestas. Gigantesca procesión en que el pueblo acude con velas en la mano y todas las casas se iluminan con luces de bengala. La histórica promesa para que Batista retornase al poder.

Por ALBERTO ARREDONDO. Fotos de RAÚL AMPUDIA (1955)

FERVOR

Fervor silencioso, hondo, sostenido y grave. Fervor sin ostentación, sin alardes, sin la vanidad de lucir la fe como se luce un estridente adorno personal ¡Fervor de hombres, mujeres, ancianos y niños! ¡Comunión sencilla, colectiva y sincera, de todo un pueblo en la eucaristía de su propio hondón espiritual!

Esa es la expresión más cabal de la misa y la procesión de «La Candelaria» en Consolación del Sur, los días dos de febrero de cada año.

EN CONSOLACIÓN

Ni el boato excursionista hacia Santiago para rendirle culto a «La Caridad». Ni la algarabía conmemorativa de «La Tutelar». Ni la rivalidad deportiva de los altares a Santa Bárbara. Ni las limosnas con micrófono de San Lázaro y el Rincón. Ni Yemayá. ni Ochum, ni Changó ni Chaocó ni ninguno de esos viejos ritualismos africanos que ñáñigos y brujos, a ciencia y paciencia de los sacerdotes del cristianismo, han venido haciendo progresar en nuestro país para producir una fantástica, una increíble confusión de símbolos y tradiciones religiosas.

¡Sólo una Santa! ¡Solo un altar! ¡Solo un rito, una creencia, una fe sin mixtificaciones! Rito, creencia y fe hacia una virgen que por histórica equivocación, se convirtió en Patrona de Consolación del Sur y luego en la venerada santa de Morón, del Wajay, de Ceiba Mocha y de cinco pueblos más de la República incluyendo por supuesto el propio término de Candelaria que le rinde culto sincero pero sin la proyección popular de Consolación ¿Qué representa esta virgen para más de 200 mil cubanos? La pregunta iba cobrando fuerza en nuestro espíritu al paso de estos últimos años, en que escuchaba el relato de sus milagros, la historia de sus promesas cumplidas, la relación de los personajes públicos que año tras año, vela en mano, iban a darle las gracias a «La Candelaria» por alguna esperanza realizada. Y allá fuimos, a Consolación del Sur, este dos de febrero de 1955 a ver con nuestros propios ojos y a recibir, en nuestro propio pecho, las emociones de aquellos singulares festejos religiosos.

Patrona por

Equivocación

La realidad, en estas cosas de la fe popular, siempre está mezclada a la leyenda Y en la charla desordenada y sencilla con las gentes del pueblo, la verdad histórica se va integrando como las piezas de un fascinante rompecabezas.

En 1690 se levantó la primera Iglesia como Templo rústico, de criollas maderas, para sostener la fe entre los trabajadores de un extenso hato ganadero.

Alrededor de la Iglesia surgió Consolación del Sur, cuyos pobladores -consternados y temerosos— la vieron arder por los cuatro costados un aciago día de 1844.

A golpes de coraje se comienza a levantar un nuevo Templo, que en 1888 cae al suelo desplomado.  Era más la voluntad que la capacidad técnica y la virgen de «Nuestra Señora de la Consolación» que había modelado, un esclavo devoto en 1760, chamuscada y rota, necesitaba una urgente sustitución, sobre todo, para que figurase en el Altar Mayor de la Nueva Iglesia que se proyectaba construir.

A España escribieron los Sacerdotes después de una suscripción popular que encabezara doña Catalina Dueñas  y Gómez, esposa de Manuel Díaz Arrastia, abuelos de Paco Gómez el hoy conocido industrial de la madera, secundados por familias como las de O’Cherony, Rodríguez, San Pedro, Bugeda, Ubieta, Cuervo, Callava y Chirino.

Casi al terminarse la Iglesia, llegó de España el ansiado paquete donde se suponía habría de venir «Nuestra Señora de la Consolación”. Abierta la caja en un sencillo ceremonial religioso, los asistentes se miraron entre sí, llenos de asombro. Aquella no era “Nuestra Señora de la Consolación». La virgen que había llegado era «La Candelaria».

REACCIÓN POPULAR

 El padre cura y algunas beatas quisieron ocultar la noticia para devolver silenciosamente la imagen equivocada y reclamar con toda urgencia una auténtica «Nuestra Señora de la Consolación».

Pero la discreción no fue lograda. Pronto el pueblo conocía la verdad y en pública manifestación reclamaba que «La Candelaria» se quedase en el nuevo Templo y fuera la Patrona de Consolación.

De nada valieron los argumentos en contrario, principalmente de los miembros de la Hermandad de “Nuestra Señora de la Consolación”, creada en 1755 por el Obispo Morell. Para las masas populares la equivocación no era equivocación, sino un envío del cielo, un mandato religioso, un obsequio de la divina providencia, sobre todo, aquello era anuncio, para los que recordaban la “candelada” que en 1844 destruyó el Templo, de que la simbólica “Candelaria” no permitiría jamás que una Iglesia fuese pasto de las llamas en Consolación.

Ni siquiera pudieron convencer a los consolareños las agresivas reclamaciones de Candelaria, que enarbolando toda clase de derechos y argumentos, exigían que aquella virgen les fuera entregada.

¡La Candelaria se quedó en Consolación del Sur y con ella en el altar mayor se inauguró la Iglesia el año de 1875!.

Desde entonces, con cuatro días de fervorosa fiesta religiosa -ahora reducida a tres- fue estableciéndose un ritual como no lo tiene ninguna otra virgen del santoral católico que practicamos!

La virgen del

amor grande

El término de Candelaria -pese a su nombre similar al de la Virgen y pese a que también tiene por Patrona a “La Candelaria” -nunca ha podido asistir al grandioso espectáculo anual que brinda Consolación en sus tres días de festejos (1, 2, 3 de febrero). Acaso se deba a la fe, al entusiasmo, a la emoción, al fervor que desde aquel mismo año 1875 despertó “La Candelaria”.

Cuanta promesa se le hacía, pronto era promesa cumplida. Madres que rezaban por los hijos en la guerra y que pronto los abrazaban sin que hubieran recibido un rasguño. Sequías tenaces que desaparecían tras un ruego conjunto a “La Candelaria”. Paralíticos que no sanaban con las prodigiosas aguas sulfúricas de San Diego y que sin embargo caminaban después de un fervorozo rezo a la Virgen. Deshaucios inminentes, que eran sorprendentemente prorrogados.

Dificultosos viajes a La Habana, que culminaban en éxitos comerciales. Enfermos que la ciencia no curaba y que después de una visita a “La Candelaria” milagrosamente eran sanados.

Inundaciones del Río Hondo, del Herradura o del San Diego que amenazaban con barrer a todas las  cosechas y que súbitamente se detenían cuando la guajirada en masa acudía a la iglesia, llenaba el parque y lanzaba al aire la imponente, la majestuosa sinfonía de una oración.

Ante ella, ante la virgen sencilla y sonriente, no había separación de razas ni antagonismos de creencias políticas. En los rústicos bancos de la iglesia se sentaban lo mismo el rico comerciante, que el harapientonegro de la peonada agrícola.

Con la vela encendida y enterrando los pies en el fango de las calles recién azotadas por la lluvia, iban codo con codo, como hermanados por la fe, el peninsular recalcitrante que luchaba por la Madre Patria y el criollo corajudo que anhelaba la independencia.

PROMESAS DE AMOR

Detalle curioso acentuado en la era republicana: la tradición milagrosa de “La Candelaria”, apenas contiene promesas de amor. Quizás algún día le pida conseguir novio u obtener marido. Pero será la excepción.

La virgen consolareña donde ha demostrado estar a tono con la fe asombrosa que inspira, es en las cuestiones económicas, en los problemas del trabajo, en las angustias de la sociedad complicada, en los dramáticos altibajos de la salud. Su historia tiene sabor a tierra húmeda y aromosa, a guardarraya soleadas, a tabaco, a caña y a café.

SU DIVINA TRADICIÓN

Su divina tradición sabe del mundo cruel de los negocios, de la realidad angustioso del cuerpo y del espíritu, de la trágica inseguridad ante el porvenir y de los tempestuosos conflictos del presente. Es la virgen del amor grande, y no del amor pequeño.

Es la santa del hogar estable y no de la aventura frívola. Es la que llameando, produce realidades conjuntas. Es la que premia y la que castiga, porque en el fascinante relato de sus milagrerías increíbles, lo mismo se recuerda al que logró la esperanza imposible, que al que fue castigado por no cumplir una promesa.

Es la virgen simbólica de “la candela” pero una candela, una llamarada que como la del relámpago, ilumina sombras y a veces presagia tormentas.

Por eso, por todo eso se le ama, se le venera y también se le teme. La Candelaria es la virgen a la quien ningún devoto traiciona nunca, porque sabe que ya no podrá más nunca erguir la cabeza ni sostener firme la vela en una de las grandiosas procesiones de Consolación del Sur.

La misa y la procesión

La Misa de la Candelaria siempre ha sido imponente. Famosos Sacerdotes de La Habana acuden año tras año a cumplir el rito en el hermoso Templo de la Consolación.

Coros majestuosos como el del Divino Pastor, se preparan mes a mes para respaldar una misa cuyas sonoridades emotivas inundan todo el pueblo a través de amplificadores.

Las más grandes orquestas de La Habana, como tributo obligado que les dará acceso a los bailes de “La Unión”, tendrán siempre que adiestrar los violines y sus chelos para que sus cuerdas puedan acompañar eficazmente una de las más hemosas misas de la República.

Para oirla, con la aurora se levanta todo el mundo en los mil doscientos kilómetros de Consolación. Para asistir a ella, vienen a caballo curtidos vegueros de Herradura o a pie hermosas guajiras de Palenque.

De “La Laguna”, “La Rayada” o “Ceja del Negro” descienden por entre las quebradas húmedas y hermosas, negros gigantescos con ojos llorosos como de niños inconsolables, y blancos musculosos cuyos rostros, cuajados de arrugas, solo ilumina el fulgor religioso de la mirada a la Virgen.

Y guaguas repletas desde La Habana y Pinar del Río, desde San Cristóbal y Candelaria. Y caravanas interminables que por todas las rutas, los caminos y las serventías, llegan hasta el centro de la población a ofrecerle un tributo a la Candelaria, o a pagar una promesa cumplida.

Música, canciones, flores, palomas, pero sobre todo, fervor, sincero fervor en una manifestación pública que a nuestro juicio rebasó las treinta y cinco mil personas.

Luces y personas

Si imponentes eran la misa y la procesión, sencillamente maravilloso era el espectáculo de las casas iluminadas encendiendo luces de bengala al paso de la Virgen.

En cada hogar un fuego artificial, una pequeña candelada para la Candelaria, y en todo el pueblo, los vecinos con velas en las manos, desde puertas, portales y ventanas, saludando a la virgencita milagrosa y buena.

Ni viéndolo como lo vimos, podemos describir aquella policromía de luces y colores, aquel rutilante hormigueo de diez, quince y veinte cuadras en que cada creyente, contribuía al esplendor gigantesco de un original espectáculo religioso.

Espectáculo en el que descolla la virgen de la mirada triste y la boca chiquita contraída, sentada sobre un trono dorado que si inicialmente costó tres mil pesos, ahora se le calcula un valor de más de doce mil pesos.

Nada detenía el desfile. Ningún obstáculo impedia el rítmico paso de la multitud. Ni el bache, ni la zanja, ni el pedregal o el fango.

En otros años, por esas calles desfiló Wifredo Fernández, el gran artífice de la política, siempre renovando promesas en los altibajos de su brillante carrera política. Ernesto Asbert también acudía a la procesión, achacándole a la virgen sus iniciales triunfos en la vida pública del país. ¿ Lo habrá ahora la virgen castigado que ya no acude con frecuencia a las fiestas de la Candelaria?

 Marcelino Garriga que año tras año, hasta su muerte, venía a pedirle a la virgen la salud que ya le devoraba una enfermedad implacable. Macho Ferro que acudía en horas de triunfo y ahora dicen que la virgen lo tiene castigado. Ya no se contempla su figura pequeña y nerviosa en I03 desfiles de la procesión.

MÁS FIGURAS

León Cuervo Rubio, con toda la familia, los magistrados Callava y Chirino y hasta los azucareros Arturo Mañas y Jorge Barroso que el año pasado acudió a Consolación a cumplir una promesa que le hicieron a la Candelaria en momentos dramáticos para Cuba y para ellos.

El ex senador José Manuel Gutiérrez, bastón en una mano y vela en la otra, como apoyándose, a la vez, en la tierra y en el cielo.

Y asi cientos, miles de políticos, comerciantes, industriales, banqueros y gentes del pueblo, humildes pero fervorosos, que transitaban por esas simbólicas calles de Consolación acompañando a la Candelaria en su única salida anual.

Gentes que después iban hacia las engalanadas «garitas» del parque a comer las tradicionales butifarras consolareñas, el lechón con mojo o el tamal caliente. O que se dirigían a la aristocrática sociedad «La Unión» o a cualquiera de los otros centros públicos o privados.

O que se entretenían en las aceras a comprar imágenes y medallas o a probar la suerte en los mil juegos de azar cuyos tributos se emplean en mejoras para el pueblo y adornos para la virgen.

Desfile de 1955

Allí, junto con hombres y mujeres que rivalizaban en el esfuerzo de cargar el cuarto de tonelada que pesan la virgen y el trono, al lado de modestos agricultores o bien vestidos comerciantes, hombro con hombro vimos este año al doctor Carlos Saladrigas y Zayas. electo senador por Pinar del Río. que con su señora esposa, venían a ofrecerle un respetuoso homenaje de gratitud a la Candelaria.

Contemplamos al Alcalde «Ñengo» Fernández, que después de la procesión, develó, entre rutilantes bengalas, una imagen de la Virgen y le pidió  ayuda   física  y   moral para desenvolver con éxito su mandato.

Saludamos a Rubén Darío Rodríguez, ex Ministro de Educación que llegaba a formularle una promesa a la Candelaria.  Destacábase el ingeniero Amadeo López Castro y su esposa Corali Rodríguez San Pedro que  desde   tiempo   inmemorial no han faltado una sola vez a las fiestas de «La Candelaria» de quien son creyentes  devotísimos.

Emotivas anécdotas se relatan en círculos y corrillos   sobre   la   vinculada que está «La Candelaria» y sus milagros a la vida de este matrimonio que lleva 29 años de ejemplar desenvolvimiento.  Y hasta se afirma —por íntimos amigos de Amadeo y Corali— que en  cierta ocasión la Virgen le devolvió la salud después que ya los médicos lo habían prácticamente   deshauciado.

Observamos al líder ortodoxo Edmundo López Hidalgo, esperando el paso de la procesión  con  toda la familia. Estaba también Ramón Álvares, líder del Partido Auténtico, con una gravedad  que  acusaba  la realización de una promesa. A Luis Alberto Rublo, Sub Secretario de Hacienda, al lado del prestigioso médico consolareño Raúl Ferrer y Nussa.

Desfilaban también el banquero Bugeda, el Administrador del Banco del Canadá señor Modesto García, el   tabacalero  Octavio  Montoto, el Administrador de la Comisión de Fomento Angel  Manuel  Coll y su esposa Amparo Gutiérrez de Coll que todos los años regala una canastilla al niño que nazca el día de la   Candelaria.  

Enrique González, Administrador   del Industrial Bank, ex Alcalde del pueblo y persona muy querida de quien se dice «Que si  la Candelaria no lo hizo triunfar en la reelección, es porque algo habrá habido entre él y la virgen.»

Tuto Fernández, el nervioso y discutídisimo jefe del progresismo en Consolación, que aunque no llevaba la clásica vela, en cambio lucía el  histérico  bastón  de puño de plata que recordaba los tiempos de Wifredo. Para Tuto, aquella era su fiesta, pues cree que la Candelaria le ayudó a salir electo Representante en el número uno.

Vimos a Mario Obeso, Supervisor de la General   Electric  y  el   cual imagina que su cartera siempre está llena, porque la Virgen le ayuda en todos sus negocios. A Ramón Gómez, hermano del maderero Paco, Domingo O’ Chorony, José de la Concepción, Tesorero de una gran empresa habanera y centenares de personalidades más, llegadas de la capital y de toda la provincia, que harían interminable la relación.

Ante ese recuento de fervorosos creyentes de la Candelaria, el periodista tiene que llegar a la conclusión de que efectivamente estamos ante el caso —poco divulgado en el resto de la República— de una santa excepcionalmente milagrosa y de inusitada trascendencia en la vida cotidiana de más de doscientos mil cubanos.

¿QUÉ MILAGROS?

Ahora bien ¿qué milagros se cuentan de ella? ¿Qué milagros que escapen a la vulgaridad de los problemas domésticos, los asuntos de negocio y las cuestiones personales?

¿Qué milagros que no sean la fulminante detención de la sequía horrible de este año, las inundaciones de hace dos, favoreciendo el cultivo del arroz en una zona ayer inhóspita y hoy floreciente y rica?

¿Qué milagros ha hecho la Candelaria que por su notoria trascendencia, expliquen a toda Cuba la razón de su fama y de su fe?

Brevemente, tratemos de exponer uno solo de ellos que llegan hasta el periodista con las características de la verdad histórica.

El Milagro de Batista

El dos de febrero de 1952 nadie podía presumir que Batista retornaría al Poder en la forma tan sorprendente y audaz como lo hizo el 10 de marzo posterior.

Pero cierta señora perteneciente a una vieja y prestigiosa familia consolareña —la Señora Amparo Gutiérrez de Coll— llena de fervor y preocupada por los sucesos que venían conmoviendo al país, le pidió a la Candelaria que Batista volviese nuevamente a la Presidencia.

En prenda de fe le ofreció varias promesas, una de las cuales era que ella lograría que el líder del 4 de septiembre fuese al altar de la Candelaria en Consolación y le encendiese una vela a la virgen.

Calcúlese la explosión emocional de esa señora consolareña cuando se produjo el 10 de marzo. Desde entonces realizó innumerables esfuerzos por ver al general Batista y convencerle de la necesidad de que la ayudase a cumplir su promesa.

Por fin recientemente pudo conversar con la primera Dama, quien se sorprendió agradablemente de aquella noticia que por primera vez llegaba a sus oídos. Marta Fernández de Batista, católica como es, comprendió enseguida el valor de la petición y prometió a la Señora Gutiérrez de Coll que este año, en cualquier escapada que pudiera darse su esposo, ella le acompañaría hasta Consolación para colocarle las velitas a la Candelaria.

El periodista podría hacer diversos planteamientos analíticos. Los cubanos, a su vez, pueden pensar lo que les dicte la lógica, la fe o la imaginación. Pero para aquella dama, como para miles de consolareños que conocen la promesa, fue la Candelaria la que logró ese hecho político tan singular y trascendente

ADVERSARIOS SE JUNTAN

Y no se crea, por eso, que la Candelaria ha de tener o tiene una marcada inclinación a los hechos militares o una absurda predilección por un hombre político determinado.

En su misa, en su procesión, hemos visto a auténticos de Prío y a auténticos de Grau, a ortodoxos de uno y otro bando y a enemigos personales del propio Batista, musitando oraciones, encendiendo velas y ofreciendo promesas.

Hasta el que esto escribe, zarandeado por el destino, fracasado por la traición y la deslealtad en un gran empeño periodístico y editorial, por primera vez acudió a la Virgen de la Candelaria como hombre apasionado que es, para pedir premios y pedir castigos, para implorar, desde la entraña de esta nueva fe que nos renace, de este llamear incontenible que inflama nuestro espíritu, que exista justicia en la tierra para los hombres capaces y leales y haya castigo, también, para quienes pudiendo sembrar flores aromosas, se dedican a elaborar piedras filosas y agresivas.

Ojalá «La Candelaria», virgen sencilla y buena, santa del amor inmenso, patrona de los bellos esfuerzos, escuche los ruegos y las oraciones de quienes vela en mano —llama en alto— la acompañamos en este histórico 2 de febrero de 1955.

Toda Cuba tiene que inclinarse ante esta Santa, que por estar divorciada del santoral africano y de los bárbaros ritualismos ñáñigos, está feliz y tranquila, replegada en su dorado altar de Consolación, prodigando el consuelo, haciendo milagros y robusteciendo la fe de quienes la tienen como madre, como guía, como Patrona y como virgen celestial capaz de vencer todos los imposibles.

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