La Habana, (EFE).- El joven cubano Ibrahim Navarro acaba de tomar “la decisión más difícil” de su vida: dejar atrás a su mujer y dos hijos para intentar llegar a Estados Unidos, una travesía que sabe peligrosa e incierta, pero que siente “necesaria”, su “única alternativa” para escapar de “la falta de oportunidades” y la “asfixia económica”.
No está solo. Decenas de miles de cubanos, en su mayoría personas de entre 25 y 45 años, están marchándose de su país desde hace casi dos años -principalmente por la profunda crisis económica que atenaza la isla- en un éxodo sin precedentes.
“Me voy por los graves problemas económicos que hay, la falta de oportunidades que tienen los jóvenes y los miles de impedimentos para progresar aquí”, cuenta días antes de salir hacia Nicaragua, único país de la región que no pide visado a los cubanos y primera parada habitual de quienes emprenden la ruta centroamericana.
Con 38 años y más de la mitad de su vida trabajando como camarógrafo y editor, este joven confiesa sentirse “nervioso”: consciente de las restricciones para entrar en Estados Unidos, de los “coyotes” (traficantes de personas) y del actual tapón de Tapachula (sur de México), aunque dice estar convencido de que va “con la carta de ganar”.
Navarro, residente del barrio marginal de Jesús María, en La Habana Vieja, y colaborador en varios medios de comunicación, lamentó que en su barrio “de cuatro jóvenes, tres están pensando en irse y el cuarto no lo hace porque no tiene 4.000 dólares o más para pagarse un boleto (de avión)”.
Nueva crisis, nuevo éxodo
La crisis económica de Cuba, agravada en los últimos años por la pandemia, los errores en la gestión económica estatal y el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos, ha desatado un éxodo migratorio récord por su duración y el volumen de personas.
En Cuba, lograr alimentos, medicinas o combustible es difícil. Supone aguardar largas colas y pagar cada vez más, debido a una inflación galopante. Un cartón de 30 huevos, que solo se encuentra en el mercado negro, equivale a dos tercios del salario estatal medio y al doble de una pensión de jubilación.
La mayoría de los que deciden emigrar, ya sea por la ruta centroamericana, por la vía legal o en rústicas balsas por el peligroso estrecho de Florida, lo hace en busca de mejores oportunidades económicas, como el propio Navarro: “Uno tiene deseo de hacer cosas, de trabajar, prosperar, pero se corta al no tener un salario que te respalde”, apostilla.
Este joven cubano lamenta además que a jubilados como su madre no les alcance su retiro de 1.500 pesos cubanos (cup) “para nada”: Con eso “no llegas ni a un naylon (bolsa) de pollo, ni menos a un paquete entero”, lamenta.
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