Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
José Julián Martí Pérez nació en la calle Paula #41 en La Habana el viernes 28 de enero de 1853, fue bautizado en la Iglesia del Santo Ángel el sábado 12 de febrero de 1853.
Su padre Mariano Martí Navarro era natural de Valencia y su madre Leonor Pérez Cabrera de Santa Cruz de Tenerife, se habían casado el 7 de febrero de 1852.
Marcelina Aguirre y Constanza, nació en Santander en 1831. Llegó a Cuba en 1848 en la fragata Santander capitaneada por su padre. Se casó en 1851 con José María Vázquez, quien había sido testigo de la boda de los padres de José Martí. Dada esta relación, Marcelina Aguirre se convertiría luego en la madrina de bautizo de José Julián Martí Pérez.
En los próximos 20 años la familia Martí Pérez vivió en 15 lugares diferentes. En Tulipán residió durante poco tiempo con Carmen y allí nació su hijo José F. Martí Zayas Bazán el 22/nov/1878.
Entre 1857 y 1859 vivieron en Valencia en España (en 2003 colocaron una placa en esa casa).
Estudió en el colegio San Pablo cuyo director era Rafael María de Mendive (su segundo padre).
En 1866 se matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Ingresó también en la clase de Dibujo Elemental en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana.
El 21 de octubre de 1869, con 16 años, ingresó a la cárcel acusado de traición por escribir una carta. El 4 de marzo de 1870 fue condenado a 6 años de prisión, siendo el preso #113, le pusieron en el tobillo derecho un grillete, unido a una cadena con tres largos eslabones que rodeaba su cintura. Desde este día trabajó en la cantera de San Lázaro (limitada por la calle Hospital, calle 25, calle O y calle Príncipe).
El 5 de septiembre de 1870 le fue conmutada la pena para ser desterrado a Isla de Pinos el 13 de octubre. El 18 de diciembre salió hacia La Habana y el 15 de enero de1871 fue deportado a España, viajando en el vapor Guipúzcoa hacia Cádiz, donde llegó el 1° de febrero de 1871.
El 16 de febrero de 1871 llegó a Madrid y vivía en la calle Desengaño #10, estuvo estudiando hasta el 23 de mayo de 1873. Allí se enamoró de la madrileña “M”.
Pero en Madrid conoció también el reverso de la moneda: supo de los testimonios de los soldados destinados a la Guerra de los Diez Años.
En Madrid se cuece el carácter y se radicalizan las ideas independentistas del joven Martí, que dolorido de cuerpo y alma después de salir del presidio, fue cuidado por el Dr. Carlos Sauvalle otro cubano deportado con quien compartió sus pensamientos revolucionarios.
Matriculó como alumno libre en la Universidad Central, la carrera de Derecho, enfermó en noviembre y fue operado por las secuelas que dejó el presidio político, recibió las noticias de una Cuba en guerra, pero también pudo conocer una cultura extraordinaria, visitó el teatro, los museos y los talleres de los maestros pintores, se interesó fundamentalmente por la pintura de Velázquez y de Goya, en definitiva, vivió una vida intensa desde el punto de vista cultural que lo alejó de sus estudios.
Su amigo Fermín Valdés Domínguez abandonó Cuba con rumbo a España el 30 de mayo de 1872.
Martí residió en Zaragoza desde mayo de 1873 hasta noviembre de 1874, período en el que realizó su último año para conseguir la titulación de Bachillerato en el Instituto Goya en la Plaza Magdalena, donde se conserva su expediente. Allí obtuvo el 30 de junio de 1874 el título de licenciado en Derecho Civil y Canónico y el 24 de octubre de 1874 el de Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza. Aunque se licenció con sobresaliente, Martí no pudo recoger sus títulos porque no tenía dinero para que se los expidieran. La Universidad de Zaragoza corrigió esa situación a título póstumo en 1995.
En Zaragoza se enamoró de la joven Blanca de Montalvo, una aragonesa, hija de una familia humilde con 6 hijos que residían en la calle Manifestación, cerca de donde él vivía.
La pasión, a pesar de la oposición paterna, fue adelante y se veían a escondidas, en los paseos, etc. Fue sin duda un amor auroral e inolvidable. En el poema de ‘Versos sencillos’ que dedicó a Aragón, de gratitud y afecto, dice en la última estrofa: “Amo la tierra florida, / musulmana o española, / donde rompió su corola / la poca flor de mi vida”.
Han sido muchos los que dedujeron que con Blanca Montalvo se inició en el amor y en el sexo.
A Blanca le dedicó su cuento Hora de Lluvia en 1873.
En 1874, regresó a Madrid y se fue a París junto con su amigo Fermín Valdés Domínguez (1853-1910 fue detenido junto con los 8 estudiantes de medicinas fusilados el 27 de noviembre de 1871, lo condenaron a 6 años de cárcel) que quizás fue quien le pagó el viaje, porque él no tuvo dinero ni siguiera para poder pagar sus títulos en Zaragoza. En París se entrevistó con el famoso novelista Víctor Hugo.
Desde el puerto de El Havre viajó a Southampton luego a Liverpool donde se embarcó en el transatlántico Celtic hacia Nueva York donde llegó el 14 de enero de 1875.
El 26 de enero partió en el vapor City of Mérida, llegaron al puerto de La Habana el 31, pero no pudo salir del barco. Por fin llegó a Veracruz el 8 de febrero de 1875 y luego de trasladarse por tren arribó a la capital el 10 febrero. Sus padres y 5 hermanas habían viajado a México para esperarlo allí.
En la estación de Nueva Vista le esperó su padre, Mariano y le dio la triste noticia que su hermana Mariana había muerto un mes antes. Además, allí estaba el político y escritor mexicano Manuel A. Mercado (1838-1909) quien junto con el cubano Pedro Santacilia, casado con la hija mayor de Benito Juárez, ayudaron a Martí para emplearse en la Revista Universal y el 7 de marzo de 1875 se publicó su primera columna en la revista.
En este período se enamoró de una extraordinaria mujer, centro de atención de escritores y artistas, por su cultura y su belleza: Rosario de la Peña, todos la llamaban Rosario la de Acuña porque su rechazo había provocado, dos años antes, el suicidio del poeta Manuel Acuña.
En la capital mexicana vivió en la calle Moneda, cerca del Zócalo y fue vecino de Manuel Antonio Mercado, Secretario del Distrito Federal, quien se convirtió en uno de sus mejores amigos.
Fue allí donde conoció a la camagüeyana Carmen Zayas Bazán, vecinos de la redacción de la Revista Universal en la calle primera de San Francisco, en el #12 y Martí visitaba a su padre para jugar ajedrez. Se hicieron novios a comienzos de 1876.
En una carta que le envió le decía lo mucho que lo amaba desde el primer día que lo conoció, pero los celos me están matando. Debía saber la infeliz de los amores de Martí con Rosario con Eloísa Agüero (actriz que conoció en Guatemala en 1877) y quizás de otros.
El 16 de noviembre hubo una revuelta contra el gobierno y Porfirio Díaz se convirtió en dictador desde el 28 de noviembre de 1876. Eso motivó el cierre de periódicos y revistas, incluyendo Revista Universal, se refugió en casa del cubano Nicolás Domínguez Cowan y como en México no podía seguir fue a Cuba (del 2 de enero al 24 de febrero de 1877 (53 días) estuvo de incógnito en La Habana como Julián Pérez) a pedirle ayuda a su amigo Fermín Valdés Domínguez de padre guatemalteco.
Estando en La Habana el 22 de enero, lo consultó el Dr. Juan Santos Fernández Hernández, quien le diagnosticó flictena conjuntival en el ojo derecho, afección que se presenta en la conjuntiva bulbar (una membrana del globo ocular) y puede aparecer en enfermedades como la sarcoidosis.
En febrero de 1877 llegó a Guatemala para trabajar en la Escuela Normal Central dirigida por el cubano José María Izaguirre como profesor de Literatura e Historia de la Filosofía.
Durante estos meses consoló su soledad con el trato de María García Granados, la inolvidable Niña de Guatemala (1860-1878) de apenas 16 ó 17 años e hija del general y presidente de Guatemala de 1871-1873. María murió el 10 de mayo de 1878.
Regresó a México para casarse con Carmen el 14 de diciembre de 1877, como estaban tan cerca de Las Navidades demoraron el viaje a Guatemala hasta el 26 por la madrugada que salieron en una diligencia o carruaje, protegidos por una escolta. La última parte del viaje la hicieron en mula y caballo, hasta llegar a Acapulco el 7 de enero de 1878. Gracias a la escolta pudieron librarse de los ataques de ladrones. (como algo interesante, le pasó a Martí y a Carmen lo mismo que les pasa a los cubanos que actualmente atraviesan México y que son asaltados y robados).
De Acapulco embarcaron en un vapor de la Línea del Pacífico que iba de San Francisco a Panamá. Al desembarcar en Puerto Quetzal en Guatemala tomaron una diligencia hasta la capital y el 15 de enero de 1878 ya estaba Martí de nuevo dando clases.
Concluida la Guerra del 68 volvió a Cuba el 31 de agosto de 1878, para radicarse en La Habana, y el 22 de noviembre nació José Francisco, su único hijo. Comenzó sus labores conspirativas figurando entre los fundadores del Club Central Revolucionario Cubano, del cual fue elegido vicepresidente el 18 de marzo de 1879.
El 17 de septiembre de 1879 fue detenido y el jueves 25 de septiembre de 1879 (tenía 26 años, 7 meses y 28 días) fue deportado por segunda ocasión. En el vapor correo “Alfonso XII” salió para España. Se especula que el propio gobernador de la Isla, Ramón Blanco, organizó la medida para neutralizar la gestión revolucionaria del héroe.
Se sabe que Martí viajó junto con 574 pasajeros y varios centenares de oficiales, sargentos y soldados del ejército español repatriados, unos enfermos o heridos, otros concluido su servicio militar. El barco podía transportar 178 en 1ª Clase, 68 en 2ª y 1,087 en 3ª, donde iba Martí.
El 11 de octubre de 1879 llegó el independentista a Santander. Fue conducido por un inspector de policía a la casa del gobernador que lo remitió a la cárcel inmediatamente Santa María la Egipciaca, donde conoció a tres infelices cubanos enviados de Sancti Spíritus en silencio por el vapor anterior, (9 meses más tarde llegaron a bordo del vapor correo Ciudad de Cádiz 69 cubanos deportados y entre ellos los hermanos José y Rafael Maceo Grajales y Guillermón Moncada, también fueron encarcelados allí).
De sus primeras impresiones del viaje recogidas en una carta que le hizo a Miguel F. Viondi desde Santander el 13 de octubre de 1879, donde Martí le dice: “No pudo serme menos desagradable la navegación. Del Capitán, (Eugenio Bayona) hombre entero y simpático, del Sobrecargo, Leandro Viniegra, generoso espíritu venido a este empleo después de recias tormentas en la vida, recibí incesantes y no comunes muestras de celosa consideración”.
Mas abajo, en la misma carta, Martí precisa de los 574 pasajeros, a los cubanos, cuando dice: “Tres cubanos: Ramón Roa, con su fidelísima memoria de cosas pasadas y su leal conducta para conmigo; el joven Ojea y Cárdenas, bueno y fiel y Luis Díaz, un estimable y juicioso matancero, fueron los únicos compañeros de viaje y en la cárcel, sin cesar los vi a mi lado.
Hoy, al fin, luego de haber demorado dos días su viaje en espera de resolución de Madrid sobre mí, se han ido los tres. Muy especialmente se ocuparon a bordo de evitarme impresiones penosas, que para mí no lo hubieran sido y no lo fueron”.
En esa cárcel permaneció hasta el 13 de octubre. Entonces gracias a la intervención de Ladislao Setén, un Diputado a las Cortes por Laredo y que había hecho el viaje con él desde La Habana, el cual se hizo fiador de su libertad. Pasó unos 10 días en aquella urbe, esperando la orden de poder irse a la capital. El 22 de octubre el gobernador civil de la provincia visó su pasaporte y a la semana ya estaba en Madrid.
Desde que salió de la cárcel hasta su partida hacia Madrid, Martí vivió en la casa de Carmen Vázquez Aguirre, la hija de su madrina Marcela Aguirre. Los buenos oficios de doña Carmen (casada con Jerónimo Pérez de Regules), permitió a Martí hospedarse 9 días en su casa en la plazuela de Pombo, pues de otra manera su destino hubiera sido la prisión preventiva o una libertad vigilada hasta tanto saliera para la metrópoli.
Muchos son los lugares del Santander actual que mantienen las huellas del paso de Martí por esta ciudad, pero que aún mantienen vivos los signos básicos que reseñara el Apóstol en sus Apuntes y posteriores artículos desde Nueva York.
Empecemos por el Café Suizo que hasta finales del XIX estuvo emplazado donde Martí lo conoció y frecuentó y del que dijo: “y de más exaltado vocerío en el café Suizo, donde discuten los provincianos españoles como en la plaza pública los griegos, ya los merecimientos del torero, ya la gracia de la actriz, ya la virtud de la dama, ya los precios del mercado, ya los riesgos y la política de la nación” y que hoy continúa brindando los servicios con el mismo espíritu comercial pero emplazado en el actual Paseo de Pereda, antiguo Paseo de La Ribera.
Fue en los soportales de los Arcos de Botín, en la entonces Plaza de la Libertad, actual Plaza de Pombo, donde vivía su madrina Marcelina Aguirre y su hija Carmen, en el # 21 de la calle Hernán Cortes, donde Martí residió en Santander.
De Santander Martí relata muchos hechos y experiencias, cuando dice en su Cuadernos de Apuntes: “Al subir a mi casa vi a un niño que me recordó al mío. Lo acaricié, me incliné a besarlo. El niño me sonreía, y la madre me dijo brutalmente ¡Vaya, vaya señuritu, está bunitu, eh esta bunitu, Ea, Pus vaya para arriba! ¡Y yo, en tanto, tenía llenos de ardientísimas lagrimas los ojos y de suave perfume el corazón!”
El 23 de octubre de 1879, partió hacia Madrid.
En Madrid, se entrevistó con el ministro de la Guerra, Arsenio Martínez Campos y pudo participar en los debates políticos sobre el proyecto de ley abolicionista de la esclavitud en Cuba. También pudo visitar el Museo del Prado y asistir a una representación teatral en el Teatro Real.
Estuvo menos de dos meses en Madrid, se conoce que, a mediados de diciembre, sin que haya podido precisarse el día, se marchó furtivamente de España y se trasladó a Francia, donde ya estaba el 18 de diciembre, fecha en que asistió a la Fiesta París-Murcia, donde vio actuar a la famosa actriz Sarah Bernhard, a quien admiraba. Dos días después embarcó hacia Nueva York por el puerto de El Havre, ciudad a la que llegó el 3 de enero de 1880 a bordo del trasatlántico-correo Francia.
Estando en Nueva York de inmediato entró en contacto con la comunidad cubana de rebeldes y exiliados. Después de un año en Nueva York, le ofrecieron un puesto de profesor el 21 de marzo de 1881 en Venezuela. Dejó Nueva York para trabajar como profesor de literatura en Caracas. Fundó la revista La Revista Venezolana, pero sólo duró dos números, ofendió a las autoridades al escribir un artículo en elogio de un escritor que era considerado un paria político en Venezuela.
Escribió en Nueva York estas impresiones sobre Santander: “Hay al norte de España un pueblo de gente recia, como norteña y laboriosa es Santander. En Santander salió de manos del pulcro hablista y batallador católico Pereda el brioso justador y celebrado hombre de letras Menéndez y Pelayo. De Santander son las bandadas de mujeres trabajadoras que con el agua a la rodilla, cargan o descargan de los buques haces de bacalao que manejan diestramente; las hermosas aguadoras, que, sin más sostén que su linda cabeza, mantienen en alto el grueso cántaro, caminito de la fuente; la Alameda melancólica, cuyos árboles pujantes se alzan y juntan con majestuosa bóveda, cual si con ellos hubiese querido hacer naturaleza excelso templo, y el bullicioso Sardinero, lindo pueblo de baños, con sus alegres damas veraniegas, que parecen sueños o magas marinas, vestidas no de trajes ligeros, sino de las espumas de la mar”.
También colaboró en publicaciones de México, Argentina y Honduras. Mantuvo una gran amistad con Enrique Estrázulas, Cónsul General del Uruguay en Nueva York. En 1891 representó al Uruguay en la Conferencia Monetaria Internacional.
A principios de 1890, con la ayuda de su amigo Rafael Serra, un negro admirable, fundó en Nueva York La Liga, en la calle Bleeker, en la parte baja de la ciudad: fue una especie de academia en la que se les daban clases de inglés, historia y gramática a obreros cubanos y puertorriqueños.
El primero de octubre de 1890 fue nombrado profesor de español de la Escuela Central Superior Nocturna, situada en la calle 63 número 220 Este, Nueva York.
Debido a las presiones de España, a mediados de 1891, tuvo que abandonar todas sus colaboraciones como escritor y diplomático con los otros países de las Américas. Entonces Martí le pudo dedicar la mayor parte de su tiempo a las labores de Cuba, y así lo hizo. Por esa fecha comenzaron sus viajes dentro de los EE.UU. y por países donde se encontraban los exiliados cubanos: República Dominicana, Haití, Jamaica, Panamá, Costa Rica y México.
En todas partes era recibido con gran clamor, en los EE.UU. distinguiéndose dos ciudades en particular, Cayo Hueso y Tampa. En Tampa pronunció los discursos “Con todos y para el bien de todos” y “Los Pinos Nuevos”.
Tampa, a la vanguardia de todo el exilio cubano, se le unió en su totalidad. Cayo Hueso ya había enseñado sus colores desde antes de La Demajagua y lo recibió como a un héroe.
Cuando llegó a Nueva York en enero de 1880 lo recibió su amigo y compañero de presidio en Cuba, Miguel Fernández Ledesma que vivía en 337 West 31 St. pero a los pocos días, se mudó a la casa de huéspedes de Carmen y Manuel Mantilla, en 49 East 29 St., en el Flatiron District.
Con Carmita y sus hijos estuvo Martí varias veces en la playa Bath Beach en Brooklyn donde se inspiró para escribir Los Zapaticos de Rosa.
En 1890 Martí, por sugerencias de su médico, se fue a los montes Castkills (situados a 137 millas, unos 220 km al N.O. de la ciudad de Nueva York) para tratar de mejorar sus complicaciones pulmonares. Estando en una cabaña junto al río, escribió los Versos Sencillos (46 poemas).
Fue a Tampa varias veces, salió de Nueva York en tren el 23 de noviembre de 1891 para llegar el 25. El 22 de diciembre de 1891 y llegó a Tampa el 24. Su último viaje fue el 2 de febrero de 1895.
Martí logró conquistar para la causa a Estrada Palma (1835-1908) y lo visitaba frecuentemente en Central Valley (49 millas/78 km al Norte de la ciudad de Nueva York) le gustaba conversar con el maestro Don Tomás a quien consideraba un amigo, al que llamaba “mi almohada” lo que demostraba la confianza que le tenía y le pidió que lo ayudara en la formación del Partido Revolucionario Cubano. Su último viaje a Central Valley fue el 8 de enero de 1895.
Estrada Palma siendo Presidente de la República en Armas fue capturado por soldados españoles en octubre de 1877 y deportado a España.
El 28 de enero de 1895, se reunió con sus amigos en el famoso restaurante Delmonico’s (en el 56 de Beaver St. cerca de Wall Street) para celebrar su 42 cumpleaños y despedirse.
El 29 redactó un documento que contenía la orden de iniciar combate, el cual fue enviado a Cuba a Juan Gualberto Gómez dentro de un tabaco. El 30 partió de New York para siempre.
Hay otras direcciones relacionadas con Martí como:
• 361 West de la Calle 58.
• 120 Front St., Apt. 13, parece haberlo usado como oficina personal siendo corresponsal de importantes periódicos como La Nación de Buenos Aires, La Opinión de Caracas y El Partido Liberal de México.
• 345 de la 4ª Avenida, estaba el 8 de junio de 1880, según el Censo, en una casa de huéspedes.
• 21 East 9th Street en Central Greenwich Village, donde estaba la casa de huéspedes de la francesa Madame Griffou, donde se reunieron por primera vez el 2 de octubre de 1884, Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo.
• En 1893 Martí estuvo en Amelia Island (42 millas al N.E. de Jacksonville, Fl.) allí en la Isla Fernandina fue la mayor catástrofe que sufrió cuando el 8 de enero de 1895 el gobierno americano le incautó los 3 barcos, armas y $58,000 que había recaudado para invadir Cuba.
• 349 West de la calle 46 entre la 8 y 9 Avenidas, parece ser la última dirección donde estuvo prácticamente escondido hasta el 30 de enero de 1895 que salió de N.Y. en el vapor Athos hacia su encuentro con Máximo Gómez en República Dominicana, para luego desembarcar por Playitas cerca de Cajobabo (85 km al Este de Guantánamo) el jueves 11 de abril de 1895 junto con Máximo Gómez y cuatro más.
Después de recorrer 275 km el domingo 19 de mayo, a los 73 días de haber desembarcado, Martí cayó muerto de su caballo por 3 balas enemigas en Dos Ríos (22 km al NE de Jiguaní y a 57 de Bayamo).
Unos días antes el 15 de abril, había sido nombrado por Máximo Gómez, Mayor General.
Como dato interesante en la vida de Martí. Su esposa fue Carmen Zayas Bazán, Carmen Vázquez Aguirre fue quien le dio albergue en su casa en Zaragoza en 1879. Estudios recientes aseguran que la andaluza Carmen Dauset Moreno, nacida en Almería en 1868 fue su Bailarina Española, quien Martí vio bailar en un teatro en Nueva York, aunque siempre se creyó que era Carolina Otero, conocida como la Bella Otero.
En febrero de 1880 en Nueva York vivió en la casa de huéspedes de la santiaguera Carmen Miyares Peoli (1848-1925, casada con el también santiaguero Manuel Mantilla), quien le dio abrigo, sostén, lo cuidó y fue cómplice de sus actividades independentistas. La mayoría de los historiadores alegan que Martí fue el padre de María Mantilla (1880-1962) y que ella se lo dijo a su hijo César Romero.
Al morir César Romero, el actor de cine, su hermano Ernesto donó a la Universidad de Gainesville, varios libros que conservaba su madre María Mantilla y entre ellos está un ejemplar de los Versos Sencillos dedicado a Carmen (Carmita), su abuela, que ha quedado como único testimonio de sus relaciones amorosas, porque después de la muerte de Martí en Dos Ríos, para proteger el nombre de Martí, ante los prejuicios de la época y la maldad de sus enemigos, Carmita destruyó cuanto podía poner al descubierto sus amores.
Además, ocultaron sus relaciones entre 1891 y 1895 para no afectar la causa de Cuba y antes de esa fecha para que no se enterara Carmen Zayas Bazán y pudiera aprovecharse del asunto para impedir el viaje del hijo a Nueva York. Martí siempre negó haber tenido relaciones con Carmita antes de ella enviudar el 18 de febrero de 1885.
Seguramente algún día se hará una prueba de ADN a Martí y a María, para verificarlo.
El médico más representativo en su vida fue el Dr. Fermín Valdés Domínguez su amigo desde la infancia, amistad que duró toda la vida y durante la cual compartieron ideales independentistas. En más de una ocasión este amigo lo curó no solo de dolencias físicas, sino también de alma.
Si bien es cierto que no se recogen las enfermedades que el apóstol padeciera de niño, sí se sabe que el presidio que sufrió el joven Martí laceró su salud hasta su muerte.
Muchos reportes independentistas de la época expresan que sus meses de trabajo forzado en el presidio político le afectaron su salud. Fue un mal eterno, era la marca sagrada y su escudo de lucha por la independencia de la patria. Partiendo piedras en una cantera bajo un sol inclemente su frágil salud se resintió para siempre, y toda su vida le atormentó una llaga que el hierro le ahondó al pie y lesiones oculares.
La cadena que tuvo que arrastrar le había producido una lesión inguinal que le ocasionaba mucho dolor y provocaba la aparición de adenopatías (secas) en la región inguinal.
Durante su primer destierro a España comenzó a presentar fiebres y dificultades respiratorias, el cubano Carlos Sauvalle se ocupó de los gastos por la atención médica. El médico cubano Hilario Candela y el español Juan Ramón Gómez Pamo, le diagnosticaron sarcoidosis, enfermedad sistémica que afecta múltiples órganos y sistemas del organismo. Fue operado tres veces de un tumor del testículo que resultó ser un sarcocele. Por tratarse de un tumor quístico las intervenciones quirúrgicas que le realizaron en Madrid eran punciones del quiste para extraer líquido lo cual mejoraba su salud.
El Dr. Francisco Montes de Oca en México, le tuvo que extirpar el testículo afectado por el sarcocele.
El Dr. Eligio Palma lo atendió en más de una ocasión de bronco laringitis, afección que padecen con frecuencia quienes practican la oratoria.
Estando en Ybor City, tenía a dos ayudantes uno blanco y otro mulato (Valentín Castro Córdova), el 16 de diciembre de 1892 ambos sujetos aprovecharon que estaba tomando vino de Mariani, un reconstituyente de la época y le pusieron veneno en el vaso. Martí sintió el raro sabor y lo escupió. Llamaron al Dr. Miguel Barbarrosa Márquez (cubano) quien lo obligó a vomitar y luego le hizo un lavado de estómago.
Se recuperó y fue cuidado por la negra de Consolación del Sur, Paulina Hernández casada con Ruperto Pedroso y dueños de una casa de huéspedes en la calle 12 y la avenida 8. A partir de ese momento Ruperto se encargó de su seguridad.
El Dr. Juan Cisneros Correa lo trató en Nueva York, cuando se recrudecieron los dolores producidos por las llagas causadas por las cadenas y grilletes.
El Dr. Ramón Luis Miranda fue el último médico que lo atendió en Nueva York y en su casa estaba viviendo cuando partió hacia su destino final.
Al desembarcar en Cuba por Playitas, al pie de Cajobabo, tenía ampollas en las manos. No acostumbrado a tareas de esfuerzo físico el remo le provocó esas lesiones.
Nota: Si alguno de ustedes se comunica con Willy Chirino pregúntele ¿cómo se llamaba el libro de Martí que trajo en su maleta de Pedro Pan?
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