JOSÉ MACEO Y GRAJALES

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30 de enero de 2024

Por Jorge Quintana (1954)

Antonio Maceo es el Titán. Tiene genio, señorío, alteza de miras, grandeza humana. José Maceo es el León de Oriente. No tiene el genio de su hermano Antonio, pero se le iguala en señorío, alteza de miras y grandeza humana. Los dos pertenecen a una familia destinada a la gloria de la patria. El padre morirá en un combate. Los hermanos todos caerán, unos tras otro, en las distintas campañas. Hasta Rafael, el brigadier de la Guerra Grande que muere prisionero en una cárcel de las que España fomentó en sus colonias isleñas de África para reducir la rebeldía cubana, es grande en la hora de la muerte. Y ninguno de estos Maceo alcanza a ver la liberación de la patria, porque el sino glorioso demanda el sacrificio de que han de cerrar los ojos sin lograrlo.

José Maceo y Grajales nació en San Luis, Oriente, el 2 de febrero de 1849. El 1º de mayo es bautizado en la iglesia parroquial de su pueblo natal. La madre tiene de su primer 

matrimonio tres hijos. Ha quedado viuda. Marcos Maceo se une a ella para ayudarla a acabar de hacer hombres a aquellos hijos y para que le brinde un nuevo hogar. Cuba vive la tragedia de las conspiraciones. A la arbitrariedad los cubanos oponen su inconformidad. Y conspiran. 

Cuando José Maceo vino al mundo, en los Estados Unidos el grupo de “La Verdad” auspiciaba los primeros movimientos expedicionarios de Narciso López. A los dieciocho días de nacido, el venezolano desembarca en Cárdenas y nos trae con el ímpetu de sus hombres la bandera de la patria. Los Maceo crecerán y se educarán en el respeto a la nacionalidad y añorarán, como todos los cubanos, que la opresión ceda a la razón y a la justicia, que la imposición se incline ante el derecho. Apenas si ha tenido tiempo de aprender a leer y a escribir, cuando ya las conspiraciones que preparan el movimiento de octubre de 1868 sacuden a toda la región oriental. Diecinueve años tiene cuando el 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes se subleva en La Demajagua. 

El 12 de octubre apenas si han transcurrido unas horas y ya los Maceo comienzan a contestar presente en las filas insurrectas. José y Antonio serán de los primeros. El padre va con ellos. El aprendizaje militar es cosa que requiere tiempo, pero allí, al lado de su hermano Antonio que muy pronto se revela como un jefe de condiciones, está José, sencillo, evidenciando su valentía cada vez que los soldados españoles le brindan la oportunidad. 

Los grados se van conquistando a golpe de lucha. Es disciplinado, responsable, tenaz. En 1871 ya es capitán. Junto a su hermano Antonio y bajo las órdenes del general Máximo Gómez, participa en el ataque al cafetal “La Indiana”. Después será Rejóndon de Báguanos donde resultó herido de tanta gravedad que se le creyó muerto. En julio de 1872 ya es comandante. A las órdenes del coronel Antonio Maceo combate en los llanos de Jamal. El 3 de agosto derrota a los españoles en “El Rayo”.

 Dos años más y es teniente coronel. Opera entre Guantánamo y Baracoa. El 12 de octubre de 1875 asalta y saquea el pueblo de “Las Minas”. El 19 de diciembre combina sus fuerzas con las de Pedro Martínez Freyre y ambos operan en la zona de Mandinga. El 20 José Maceo ataca a los poblados de Montecristo, Canutillo y Nuevas Grandes. En 1877 se hace sentir, secundando a su hermano Antonio en la Campaña de Guantánamo. El 7 de agosto de ese mismo año libra la acción de los Mangos de Mejías. Su hermano Antonio está gravemente herido. Los españoles lo saben y le acosan. José le defenderá con celo filial. El general González Muñoz manda la fuerza española. José se multiplica. Tiene pocos hombres y poco parque, pero no está dispuesto a dejarse copar y menos arrebatar al hermano indefenso. Cambia todos los días de campamento. A veces ofende al enemigo y otras se atrinchera para defenderse mejor. Así un día y otro, hasta que el general Antonio Maceo logra reponerse y puede escapar.

El año de 1878 es el año fatal. Es el Pacto del Zanjón. Los Maceo lo inician con intensa actividad. El 28 de enero José Maceo ataca un convoy entre Palma Soriano y Victoria de las Tunas. El 8 es San Ulpiano, donde los hombres de San Quintín supieron del coraje cubano y sufrieron una aplastante derrota. Pero la Paz del Zanjón se ha impuesto. Y José es de los que secunda a su hermano Antonio en la Protesta. El 15 de marzo concurren a los Mangos de Baraguá para hacer una nueva profesión de fe en el destino cubano, repudiando lo pactado. Diez días más tarde el propio general Antonio Maceo, en una proclama, lo anuncia a los habitantes del Departamento Oriental. Pero la lucha es inútil. 

Los jefes capitulados desalientan mucho más que el enemigo. Algunos se han ido y los que se han quedado, gestionan presentaciones valiéndose de antiguas influencias. El 25 de mayo el general Antonio acepta el Pacto y abandona la isla. En las montañas orientales se quedará José con los otros jefes protestantes de Baraguá, esperando el resultado de las gestiones que en Jamaica va a realizar. Todo es inútil. Y José también tiene que aceptar la capitulación y regresar a la ciudad. En Santiago de Cuba fija su residencia. Es brigadier. Los que le conocieron saben de su bravura y hablan de ella como si fuera un hecho de leyenda.

No ha de transcurrir mucho tiempo sin que el insurrecto que vive dentro de José Maceo se subleve de nuevo. En el exterior Antonio y Flor Crombet hablan de traer una expedición. El 26 de agosto Guillermo Moncada, José Maceo y Quintín Banderas se sublevan en la propia ciudad de Santiago de Cuba, abandonándola rumbo al monte cercano. La campaña se reinicia con varias peripecias. Los jefes españoles prefieren apelar a los métodos pacifistas que orienta el general Martínez Campos. Hacen gestiones conciliadoras. Envían a antiguos jefes cubanos para que tramiten una nueva capitulación. Ofrecen, prometen, alientan esperanzas. José Maceo se mantiene inalterable. 

El 20 de marzo de 1880 sorprende al capitán Enrique Ubieta, cubano al servicio de España. Lo recoge ligeramente herido. Lo cuida. Al día siguiente lo liberta como un homenaje al comandante Emilio Ubieta, hermano del oficial español que murió como un héroe en la batalla de Las Guásimas. Antes de libertar al capitán Ubieta le pide lleve un recado al coronel Puyón, citándolo para un combate. 

El 29 de marzo Puyón y Maceo se encuentran en Arroyo de Agua. Se acometen. El español es derrotado. Pero todo es nuevamente inútil. La población extenuada por los diez años de la lucha no quiere combatir. Y José Maceo capitula. El gobierno español pondrá a su disposición un barco mercante para que lo traslade al lugar que indique. El gobernador militar es un hombre sin palabra. Es el tristemente célebre general Camilo Polavieja. José Maceo se embarca en el “Tomas Brooks”. En alta mar un barco de guerra español detendrá al mercante, para arrebatar al general Maceo y trasladarlo a España. El nuevo destino es el castillo del Hacho, en Ceuta. En las Chafarinas lo desembarcan primero. El 15 de junio de 1882 está ya en Málaga, camino de Ceuta. Los cubanos se han organizado para facilitarle la fuga. Ese mismo día se escapa, logrando embarcarse en el fabuloso “San Antonio”. El 17 está en Tánger. El Cónsul de los Estados Unidos lo ayuda y obtiene que un barco norteamericano lo lleve a Gibraltar. El 20 se embarca en el “Hércules” en unión de Don Rogelio Castillo. Al llegar al peñón de España que Inglaterra le arrebatara y desde entonces usufructúa, son detenidos.

 El jefe de la policía británica, sobornado por el Cónsul español, los lleva a La Línea. Allí los esperan las autoridades españolas. Inmediatamente son llevados a Algeciras. El 25 ya va camino de Ceuta el general Maceo, pero lo dejan provisionalmente en la cárcel de Pamplona. Los desterrados han escrito al gobierno de la reina Victoria. En la Cámara de los Comunes está James J. O’Kelly, el periodista irlandés que viniera a Cuba en la Guerra de los Diez Años y visitara al gobierno republicano en plena manigua, recogiendo después sus impresiones en una serie de artículos que publicó con el título de “La Tierra del Mambí”. O’Kelly sigue teniendo por los insurrectos cubanos la misma simpatía. ¿No es acaso él mismo, como bien ha afirmado Fernando Ortiz, un mambí irlandés? El 12 de septiembre de 1882 el coronel Castillo es libertado, pero no Maceo. 

Desde España los desterrados cubanos denuncian el atropello. Y O’Kelly protesta también. Y la prensa. Al fin viene la negación diplomática y el gobierno de España accede a dejar en libertad al general insurrecto que desde la cárcel de Pamplona escribía a O’Kelly conmovedoras epístolas ahítas de dignidad y civismo.

En 1885 trabaja en las obras del Canal de Panamá. En agosto de 1886 está en Kingston, Jamaica. Allí se reúne con su hermano Antonio. Siguen conspirando. Alientan esperanzas. Pero nada práctico. Será preciso que el genio de José Martí levante los espíritus caídos, los organice, les infunda nueva vitalidad y les indique nuevos caminos de esperanza. José se va con su hermano Antonio a Costa Rica. En 1892 trabaja en el fomento de una colonia de desterrados cubanos en la finca “La Mansión”.

 El 27 de noviembre de 1893 muere en Kingston Mariana Grajales. Al año siguiente, el 14 de julio de 1894, contrae matrimonio en Nicoya con la señorita Elena González. Unas semanas más tarde, el 10 de noviembre, un grupo de cobardes al servicio de España atacan al general Maceo a la salida del teatro, en San José. Gravemente herido el general cubano se defiende valientemente. Un español queda tendido en el suelo. José es nuevamente un león. A los que están junto al herido les dice: “Si muere mi hermano Antonio de esa herida, no dejo español vivo en San José, empezando por el Cónsul”.

El 24 de febrero de 1895 los cubanos responden al llamamiento que les hace José Martí y se sublevan. El 26 de marzo José Maceo viaja junto con su hermano Antonio y el general Flor Crombet en el “Adirondack”. A la esposa la lleva para dejarla en Jamaica. Después, con el puñado de cubanos seguirá hacia las costas de Cuba a bordo de la goleta “Honor”. El 1 de abril desembarcan en Duaba. La persecución española es intensa. El 5 ya tienen que sostener un encuentro en Dos Brazos. El 6 llegan a la finca “Alegría”. Allí los sorprende la guerrilla española que manda el teniente Garrido. Combaten en retirada. El 10 en Alto Palmarito cae Flor Crombet. El general José Maceo logra salvarse arrojándose por un barranco. Comienza a andar, sin práctico ni guía por aquellas montañas. 

El 13 logra salvarse de nuevo por la generosidad de la cubana Juana Francisca Limonta que lo esconde en su casa cuando los guerrilleros registran todos los alrededores seguros de encontrarle. El 23 logra reunirse con los hombres de Victoriano Garzón. Dos días después ya está combatiendo con los españoles en Arroyo Hondo cuando llegan José Martí y Máximo Gómez, que han desembarcado unos días antes, en Playitas. Unas horas andan juntos los tres caudillos.

El día 29 ya está de nuevo derrotando a los españoles, mandados esta vez por el general Lachambre, en el ingenio «Triunfo». El 6 de mayo ataca los pueblos de Caney y El Cristo. El 13 destroza a la columna española que manda el teniente coronel Bosch en la acción del Jobito, pereciendo este jefe. Después será El Desierto y La Galleta. El general Gómez lo designa jefe del Primer Cuerpo de Ejército. El 30 de agosto está refugiado en su campamento con una dolorosísima ciática. 

El general Canellas lo persigue sin darle tregua. Al frente de 2,500 hombres de las tres armas le estrecha el cerco. Llega el general Antonio Maceo que ha venido a marcha forzada, en auxilio del hermano enfermo. En Sao del Indio el general Candía recibe su merecido. Después serán los preparativos de la invasión. El 20 de octubre el general Antonio Maceo le hace entrega del mando de aquella provincia. Están en Cayo Francés. Surgen algunas dificultades que impiden a éste asumir el mando y Antonio parte hacia Occidente dispuesto a escribir, en el cielo de la patria, a golpe de machete, la más bella página de su historia.

El 1 de enero de 1896 derrota a los españoles en Banabacoa. El 6 vuelve a derrotarlos en La Luisa. Esta vez los manda el coronel Tejada, un dominicano al servicio de España. El 2 de febrero vuelve a combatir en Maibío. Su actividad es incansable. El Gobierno le ordena el ataque a Sagua de Tánamo. Lo proveen de un cañón. El 14 ya estaba regando de metralla a las defensas de Sagua de Tánamo cuando los sitiados reciben un fuerte refuerzo y tiene que retirarse.

 En abril recibe a la expedición del general Calixto García. El 26 de abril ataca a un destacamento español que estaba desembarcando en Mambí, obligando al cañonero “Pinzón” que los había traído a retirarse y a los desembarcados a desbandarse. En mayo recibe a la expedición que ha traído Rafael Portuondo Tamayo. Ello le provocó un incidente con el general Calixto García. No se ponen de acuerdo en la forma en que deberá ser distribuida. Presenta su renuncia y pide permiso para salir al extranjero. El general Máximo Gómez interviene.

 José Maceo se muestra irreductible. Si no le dan el pase, atravesará la isla para irse a reunir con su hermano Antonio que está llevando a cabo la campaña de Pinar del Río. y mientras los jefes discutían, el enemigo le sorprende en Loma de Gato, el 5 de julio de 1896. Fueron dos columnas españolas mandadas por los coroneles Albert y Vara del Rey. Un balazo lo desplomó del caballo que montaba, cuando cargaba, con aquel ímpetu característico, al frente de los suyos que le adoraban. Es conducido a “La Soledad” en Ti-Arriba, donde muere entre los brazos cariñosos de sus jefes y oficiales.

Tal vez el mejor elogio que de él se haya podido hacer, es la carta que con esa noticia escribió el general Máximo Gómez a su esposa Bernarda Toro de Gómez, desde Altagracia Venero, el 27 de junio de ese mismo año. En ella le dice: “Ha muerto el general José Maceo, es verdad, como moriremos muchos, pero su memoria no puede ser olvidada; y guarda tú estas líneas que desde estos campos donde retumba el cañón te escribo, porque ellas significan mi duelo de guerrero por la pérdida del compañero y del amigo que murió en su puesto, derribado de su caballo de batalla para aparecer mañana más alto y hermoso en la historia de la Patria”.

BIBLIOGRAFÍA:

Archivo Nacional, Asuntos Políticos, Legajo 82, Número 10.

“Exhumación de los restos de José Maceo”, “La Lucha”, La Habana, 25 de septiembre de 1902.

“Deportados Cubanos por el general Camilo Polavieja”, “Heraldo de Cuba”, La Habana, 19 de enero de 1914.

“José Maceo”, “La Discusión”, La Habana, 1 de diciembre de 191L

“José Maceo”, “La Caricatura”, La Habana 13 de enero de 1899.

“Sao del Indio”, “El Porvenir” 7 Nueva York, 30 de septiembre de 1895.

“José Maceo”, “La Caricatura”, La Habana, 7 de julio de 1900.

Bacardí, Emilio, “Crónicas de Santiago de Cuba”, Santiago de Cuba, 1924-1925, diez tomos, (Tomos VIII y X).

Carbonell, Néstor, “Proceres”, La Habana, un volumen.

Castellanos, Gerardo, “Panorama Histórico”, La Habana, 1934, un volumen, 1669 páginas.

Castillo, José Rogelio, “Autobiografía”, Le Habana, 1910, un volumen, 421 páginas.

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