José de la Luz y Caballero y el desarrollo de la instrucción privada

Written by Libre Online

23 de junio de 2021

De la época de Vives arranca la fundación de grandes colegios en Cuba. Por contraste, a medida que se hizo más duro el absolutismo del gobierno colonial, mayor adelanto tuvo la enseñanza organizada sin auxilio del Estado.

En La Habana fueron famosos antes de 1830 la academia Calasancia, precursora de las Escuelas Pías de Cuba, y el colegio de Buenavista, en los cuales se aplicaron planes de estudios que comprendían casi todas las materias que hoy se cursan en las escuelas elementales y primarias superiores, aunque con métodos basados esencialmente en el ejercicio de la memoria.

En 1829 se abrió el colegio de San Cristóbal o Carraguao, que duró cuarenta años y se mantuvo “al nivel de lo mejor que en Europa se conocía”. Rival del Carraguao en organización y profesorado fue el colegio de San Fernando. En Matanzas pronto funcionó un colegio a la altura de los habaneros: La Empresa, donde se distinguieron como educadores los ilustres hermanos Guiteras. Más adelante (1842) se abrió en la capital de Oriente el colegio de Santiago, que durante medio siglo había de distinguirse por la excelente preparación que diera a la juventud. Por último, en 1848 apareció en La Habana el colegio del Salvador.

El educador cubano más notable del siglo XIX fue José de la Luz y Caballero. Nació  el 11 de julio de 1800, recibió las primeras enseñanzas en el convento de San Francisco. Después cursó estudios de Filosofía y Leyes en el seminario de San Carlos y en la Universidad, mientras seguía la carrera eclesiástica.

José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero. Pedagogo y filósofo. Considerado maestro por excelencia y formador de conciencias que engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana. Escribió artículos en las publicaciones de su época, libros de texto, realizó traducciones, y compuso discursos. Su obra más sorprendente fue “Aforismos” notas breves que fue escribiendo durante su vida, datos y observaciones relacionados con todo lo que le llamaba la atención, Pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana, el 11 de julio de 1800. Hijo de Antonio José María, funcionario y oficial del gobierno colonial, y de Manuela Teresa de Jesús. Procedía de un hogar de propietarios criollos, creció en un ambiente dominado por relativas estrecheces económicas y una educación estricta. La familia fue dueña del ingenio San Francisco de Paula y de la hacienda Santa Ana de Aguiar. No obstante, estas propiedades produjeron ciertas preocupaciones a la señora Manuela Teresa al morir su esposo, hasta el punto de que necesitó de la ayuda de un tío, el presbítero José Agustín Caballero, en lo tocante a la educación de sus hijos. Más, las necesidades no fueron tan perentorias y la familia pudo vivir una vida hasta cierto punto holgada.

El joven Pepe fue tutoreado en los estudios por su tío José Agustín el cual, junto al ambiente religioso del hogar, propició que su sobrino adquiriese dotes intelectuales de altura. Así, José de la Luz, ya a los doce años estudiaba latín y filosofía en el convento de San Francisco. En 1817 se titula de bachiller en filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. Tiempo después, las inclinaciones personales y los deseos de la madre y el tío hicieron que iniciara una carrera común a muchos de los vástagos de los hogares criollos adinerados de la época, el sacerdocio. Ingresa entonces en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio.

En el Seminario de San Carlos se graduó de bachiller en Leyes. Allí conoció a Félix Varela y Morales, del cual recibió clases así como de su tío José Agustín. Precisamente es en estos años, y a través de sus experiencias en el Seminario y de sus estudios de las doctrinas de aquellos enciclopédicos maestros, que profundiza su proximidad con el espíritu científico renovador del Siglo XVIII europeo, estudia a filósofos europeos como Locke, Condillac, Rousseau, Newton y Descartes. Igualmente se adhiere a las luchas de Varela y Caballero contra la filosofía y los métodos de enseñanza escolásticos entronizados en las asignaturas y en los planes pedagógicos del Seminario y de todos los centros de enseñanza de la capital y, se vincula a los esfuerzos culturales, científicos y cívicos del Obispo Espada.

Entregado al cultivo de sí mismo, con desprecio de las diversiones que suelen ocupar gran parte del tiempo al hombre en la juventud, pronto Pepe de la Luz ganó reputación por sus grandes conocimientos. Sustituyó a Saco como profesor de Filosofía del seminario, y cuando, a los veintiocho años, hizo su primer viaje a Europa, es fama que dominaba las  principales lenguas habladas en el Viejo Continente. Tres años pasó Luz visitando monumentos, bibliotecas, museos y hombres eminentes de Inglaterra, Francia, Alemania e Italia.

Al volver a Cuba dio clases de Filosofía y empezó a dedicarse a la instrucción primaria. Tomó la dirección del colegio de Carraguao y allí introdujo una novedad pedagógica revolucionaria:  lo que él llamó el método explicativo. Consistía ese método—según palabras del propio Luz—»en hacer discurrir a los alumnos sobre cuanto leen, explicándoles palabras por palabras, según va siendo necesario para la inteligencia del discurso». El aprendizaje de la lectura así dejaba ser mero ejercicio mecánico, para convertirse en trabajo de interpretación, en cultivo de las ideas. Hoy eso es lo común; entonces representó un viraje completo: el libro de texto pasó de dictador a siervo; el alumno empezó a elaborar y discutir las ideas que aquél le trasmitía.

A presenciar las clases en que Luz ensayaba el método explicativo, «como a una fiesta patriótica—decía un contemporáneo—acudieron los mejores vecinos del pueblo», solemnizando así «la emancipación que del entendimiento de nuestra niñez hacía un habanero como otro habanero (el padre Várela) había emancipado antes del entendimiento de nuestra juventud…».

Estudió Luz y Caballero la fundación de una escuela normal de maestros (como parte de un «Instituto Cubano»), cuyo plan de estudios y organización trazó; tomó parte activa en los trabajos de la Sociedad Económica; probó su capacidad en cuestiones filosóficas desde la cátedra y la prensa, y no ocultó sus opiniones políticas contrarias a la tiranía y a la trata, por lo cual el sucesor de Tacón (Ezpeleta) habría d informar al Gobierno central respecto a él, que era «bien nocido por sus ideas poco conformes a la integridad nacional». Años adelante, al liquidarse el proceso de La Escalera otro capitán general, O’Donnell, habría de manifestarse igualmente convencido de las «opiniones y tendencias» de Luz.

Llega a dominar idiomas como el inglés, francés, italiano, alemán, y en 1821 traduce la obra del conde de Volney.

Sus conocimientos sobre teología y sobre la vida religiosa propiciaron que se pronunciara repetidamente contra el clero español residente en Cuba. Tal vez fueron estas convicciones las que lo alejaron del claustro religioso y ya en 1824 lo encontramos como director de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos, a la cual accede por medio de pruebas de oposición. Anteriormente, tal responsabilidad había caído en manos de José Antonio Saco, condiscípulo y amigo íntimo de Luz, así como en las del maestro Varela, su creador.

Desde el comienzo de su actividad como Director de la Cátedra de Filosofía se empeñó en aplicar a fondo y hasta sus últimas consecuencias los conocimientos e ideas de su maestro, Félix Varela. Se hizo famoso no sólo entre sus admiradores, sino también entre sus detractores, por su fidelidad a la metodología y doctrinas de Varela, al cual, según sus propias palabras, citaba casi diariamente y por cuyos textos se guiaba para impartir las clases.

En 1848, por último, fundó el gran patricio su colegio del Salvador, al frente del cual estuvo hasta el año 1862, en que ocurrió su fallecimiento.

Don Pepe escribió poco: sus grandes energías las dedicó preferentemente a educar, en el más amplio sentido de la palabra, desde el aula primaria y la cátedra filosófica, igual que en la tertulia íntima, y, sobre todo, mediante el ejemplo de pulcritud de conducta que siempre dio como hombre, como intelectual y como miembro sobresaliente de la comunidad en que vivía. De sus escritos son notables por el perenne valor moral que encierran muchos de ellos, sus Aforismos.

Labor docente

Como educador, para muchos su actividad más destacada, desempeñó el cargo de Director del Colegio de San Cristóbal, en el cual solicitó licencia para inaugurar una Cátedra de Química, y ofreció un curso de Filosofía, entre 1834 y 1835. Fundó el Colegio del Salvador, en enero de 1848, reconocido en aquellos momentos por la implantación de métodos modernos de enseñanza, en el que puso a disposición de alumnos y profesores su biblioteca particular; allí se impartieron clases especiales de Filosofía, Alemán y Latín a los alumnos más destacados, se procuró incluir lo más avanzado en materia de ciencia con la utilización de métodos modernos de investigación, y se intentó infundir a sus discípulos un sentido de elevación humana.

El deber del Maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensasen por sí mismos. En ambos colegios publicó folletos anuales con los exámenes generales. Presentó, además, un proyecto para la creación de un Instituto cubano, especie de escuela práctica de ciencias que no pudo convertir en realidad. Su concepción pedagógica consideraba que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y la observación, y que el método experimental, además de ser el único productivo, era también el único verdaderamente analítico y que podía denominarse científico.

Falleció en La Habana el 22 de junio de 1862. Su muerte produjo consternación general en el país, y hubo manifestaciones de dolor por la desgracia, en toda la isla se cerraron las escuelas durante tres día en señal de luto.

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