Por Roberto Luque Escalona

*Volvamos a la realidad, a nuestra realidad. Donald Trump, para lo que siempre ha sido desde que irrumpió en la política,   estuvo algo apagado durante el discurso en el que anunció su postulación a la Presidencia en el 2024. Me pregunto si los años y el exceso de actividad no estarán haciendo mella en su organismo de 76 ajetreados años. En todo caso, parece haber una especie de deterioro en su liderato; Mitch McConnell, con quien está en muy malos términos, acaba de ser reelegido líder de la minoría republicana en el Senado.

Lo bueno es que, a pesar de haber sido un gran Presidente, el Partido Republicano no depende de él, de su condición física o espiritual. Tenemos a DeSantis. Y a Pompeo. Los del Burro, aparte de Biden y sus chocheras,  sólo tienen a Mr.Tricky Fraud, que ganó para ellos las elecciones del 2020, pero que difícilmente pueda repetir ese exitoso desempeño. 

*En una localidad texana cercana a Austin, un  profesor negro le expuso a sus alumnos  una muy particular teoría sobre superioridad racial. Según dicho profesor, los negros son una raza superior. La información sobre el asunto es muy escueta, por lo que me he quedado sin saber los fundamentos de dicha superioridad. Esto me recuerda una frase que aparece en una novela de Truman Capote que he citado más de una vez, aquella que decía que alguien, no recuerdo quién, “tenía la cabeza llena de locas ideas de negros”. Por cierto, el profesor fue cesanteado, lo que me pareció muy mal ¿O es que ya no se puede hablar basura en este país?

*Curiosidades cubanas una, la quema de Hatuey. La muerte en la hoguera estaba destinada a los herejes. Un salvaje que andaba en cueros y descalzo, e ignoraba  hasta la existencia de la rueda no podía ser hereje; no se puede rechazar aquello cuya existencia se ignora, y el pobre cacique no tenía ni la más taína idea de lo que era el cristianismo. Cuauhtémoc era el rey de los aztecas, y algo similar era el Inca Atahualpa. Pero cuando Cortés y Pizarro ordenaron  sus respectivas ejecuciones, éstas fueron por medio de la horca. En fin, que no sé de ningún otro jefe indio que muriese en la hoguera, a no ser Hatuey.

Otra rareza histórica son los propósitos que llevaron a Antonio Maceo a incursionar en Pinar del Río, donde no había ingenios que destruir. Fue como si Maceo y Máximo Gómez nunca hubiesen visto un mapa de Cuba. De la bahía de Mariel, en la costa norte,  a la ensenada de Majana, en la costa sur,  sólo hay 45 kilómetros, que se podían bloquear con apenas 25,000 hombres y artillería, haciendo imposible el cruce. Tan imposible, que Maceo, cuando quiso regresar a territorio habanero, debió hacerlo de noche y en un bote, cruzando la bahía de Mariel  donde lo esperaba una pequeña partida que pocos días después chocó con una fuerza superior y hasta allí llegó el general Antonio. Otro hombre fundamental muerto en una escaramuza, como Céspedes, como Agramonte, como Reeve (nuestro héroe americano del que nadie habla), como Crombet, como Martí. Demasiados. Años después, a la nefasta tradición se sumarían Frank País y José Antonio Echeverría.

*Vuelvo a Trump, que es América donde vivo y donde casi seguramente moriré. Donald Trump es el Presidente americano más exitoso de los últimos treinta años; sólo Reagan puede comparársele. Sin embargo, ha sido también el político americano más atacado y vilipendiado que yo pueda encontrar en mi memoria, que es bastante minuciosa. Como si sus éxitos no hubieran ocurrido o, lo que es peor, como si a sus críticos no les importaran, aunque tales logros fueran en beneficio de América.

Si, es un outsider que vino a complicarles la vida, la muy buena y dulce vida, a eso que 

podríamos llamar “la clase política”, los que de la política viven y siempre han vivido y no saben vivir de otra manera y ni quieren aprender a hacerlo ni nunca  querrán, que a quienes se acostumbran a vivir sin trabajar es imposible convencerlos de que hay otra manera de vivir.

Donald Trump ha puesto en peligro esa especie de paraíso, y esa y no otra es la causa del odio que lo persigue e intenta destruirlo. Sólo un odio de grandes proporciones puede explicar el favoritismo por alguien como Ron DeSantis, que podría ser tan nefasto para ellos como el mismo Trump.