Por Roberto Luque Escalona
Los chinos poco le han dado a la Humanidad, a no ser el papel -pero no la imprenta-, la
pólvora -aunque no llegaron a la artillería- y la brújula -que no los convirtió en navegantes
*La más acabada demostración de la intrínseca perversidad de este gobierno es la persecución judicial contra Donald Trump. Hace tiempo que me convertí en seguidor y votante de Trump. La conducta criminal de sus enemigos ha reforzado mi convicción de que estoy en lo cierto al seguirlo. Es América contra el pantano de Washington, un pantano donde lo peor no es el fango, sino las alimañas.
*Fue en los años 50, hace tres cuartos de siglo. Hablo de la campaña contra Joseph McCarthy, senador republicano por Wisconsin, a quien ya nadie parece recordar. Desde entonces no se atacaba a un político americano como se ataca a Donald Trump. Son dos personajes con muy poco en común. Solamente la saña con que se ataca a Trump me ha hecho recordar a McCarthy.
*Merrick Garland, el destornillado Attorney General, uno de los peores miembros de la camarilla demócrata, quiso ser miembro de la Corte Suprema, desgracia que impidieron los republicanos. Ahora es el abanderado de la cacería de brujas montada contra Donald Trump.
*China es una de las naciones más antiguas. Pero en su varias veces milenaria historia nunca ha ganado una guerra. Siempre ha vivido bajo el despotismo en sus diversas formas, lo cual hace que los chinos consideren la falta de libertad como una situación natural. La otra nación con pretensiones de dominio mundial, los rusos, al menos han creado arte, literatura, cine, música, danza, mientras que los chinos poco le han dado a la Humanidad, a no ser el papel -pero no la imprenta-, la pólvora -aunque no llegaron a la artillería- y la brújula -que no los convirtió en navegantes.
Los rusos han atacado Ucrania, el mayor país de Europa fuera de la propia Rusia, mientras que los chinos no se atreven con Taiwán, una isla del tamaño de la antigua provincia de Oriente. Los chinos todo lo quieren resolver a base de espionaje; parecen ignorar que las guerras las ganan los soldados, no los espías. Recuerdo las palabras de un chino lavandero de quien yo era cliente durante mi época de estudiante en La Habana.
-Nosotlo lo chino no somo bueno pa la bala. Somo bueno pa lavá la lopa.
*El escritor chino más famoso es Ling Yu-Tang. El 31 de diciembre de 1959, la muchacha que era mi compañera en el baile del Tennis Club de Holguín, me habló, entusiasmada, de él. Era una belleza y yo me había enamorado de ella en cuanto la vi, pero el amor no impidió que yo ripiara al pobre chino. Lo peor es que no recuerdo por qué lo hice; supongo que quería impresionarla.
*Volvamos a nuestros tiempos, aunque aquellos eran mejores. Cornel West aspira a la nominación presidencial por el Partido Republicano. Cornel Who? Sorry, si usted no sabe quién es, yo tampoco. Pero Cornel, “who ever he is”, ya tuvo su momento de notoriedad. “Congratulations”, Cornel.
*Ucrania, cuya vida como estado independiente comenzó hace apenas 33 años, nunca fue un país importante para los Estados Unidos. Hoy por hoy, solamente lo es para la familia Biden, que allí ha volcado millones de nuestro dinero buscando aumentar el suyo. Una manifestación de ese amor familiar es la patraña sobre la destrucción del gasoducto ruso en el Báltico, que algunos quieren culpar nada menos que al propio Putin. El gasoducto sólo pueden haberlo destruido los ucranianos, únicos beneficiarios de esa destrucción… además de Hunter Biden, socio de negocios de los ucranianos; negocios, al parecer, turbios.
*Cuando Mike Pence, siendo vicepresidente, se negó a impugnar los espurios resultados electorales que le daban la victoria a Joe Biden, lo puse como un zapato. Recuerdo haberlo llamado “Benedict Pence” por el general traidor Benedict Arnold. Ahora ha confirmado mi mala opinión sobre él al apoyar las acusaciones contra Trump, quien, dicho sea de paso, continúa inconmovible en las encuestas.
Su partido es el Demócrata, Mr. Pence. Cámbiese. Súbase al Burro y que le vaya bien.
*Muchas jugadas sucias pueden hacerse contra Trump. Lo difícil es lograr que quienes lo hemos seguido dejemos de seguirlo. Tan difícil como amedrentarlo. Demostrando una vez más su condición de líder, ha vuelto a lo suyo como si tal cosa, como si la persecución montada contra él no fuera la campaña más virulenta desatada contra un político en toda la historia de América.
*Con el giro que han tomado los acontecimientos, Ron DeSantis debería renunciar a sus aspiraciones presidenciales. Cuando termine el próximo cuatrienio DeSantis tendrá apenas 50 años. En política, la impaciencia no es buena consejera.
*En el sector obámico del campo demócrata se habla de una nueva variante en la boleta presidencial, con Barack Obama de candidato a la Vicepresidencia. Debo preguntarme si eso no sería contrario a la Constitución, pues supongamos que Biden-Obama ganen las elecciones y que Biden muera o quede inhabilitado por sus chocheras. En ese caso lo sustituiría Obama, lo cual tengo entendido que sería ilegal, inconstitucional, pues la Constitución sólo permite dos períodos en la Presidencia y Obama ya tuvo los suyos.
Se ha especulado con la posibilidad de eliminar a Kamala Harris de la boleta presidencial y sustituirla con Michelle Obama, lo que al menos no sería anti-constitucional y le permitiría a Barack Hussein gobernar a través de ella. Entre las trabas que afronta dicha operación están la falta de interés de Michelle Obama en la política y su deficiente desempeño social. No sabe ni sentarse con las piernas unidas.
*En Cuba usábamos una frase para definir a Fidel Castro, “Fidel no es un tramposo; Fidel es La Trampa”. Los demócratas también son La Trampa. Parte de esa actividad tramposa es el lugar de nacimiento de Obama. No comprendo por qué es imposible determinarlo con certeza.
*Ha muerto Cormac McCarthy, uno de mis escritores favoritos. Varias de sus novelas fueron llevadas al cine, pero ninguna como la magnífica No Country for Old Men, magistralmente interpretada por Tommy Lee Jones, Javier Bardem, Josh Brolin y Woody Harrelson. Bardem interpreta a Anton Chigurh, uno de los dos personajes asesinos más aterradores de las últimas décadas del cine americano; el otro es el Dr. Hannibal Lecter, personificado por Anthony Hopkins. Un detalle interesante que ilustra el talento histriónico de esos actores es que ni Chigurh ni Lecter tienen “caras de malos”.
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