Por Roberto Luque Escalona
Ni azúcar ni carne; trastos electrónicos ajenos. Tal es la herencia que dejó ese incompetente patán que fue Fidel Castro
*La última chochera. “God save the Queen”, la frase usada por los británicos para referirse a su difunta Reina la toma Joe Biden para cerrar un discurso, agregándole el muy americano “man”. God save the Queen, man”. Que Dios nos salve de las senilidades de este hombre, que la demencia senil es algo muy peligroso cuando la padece un gobernante.
*De la bobería a la rabieta. El presidente Biden increpó a un periodista por hacer lo que llamó “preguntas tontas”. Sólo que la pregunta no era tonta en absoluto.
*Tras años de estira y encoge judicial, Hunter Biden se declaró culpable de… evasión de impuestos y tenencia ilegal de armas. Muy bien, sólo que los otros delitos de que se le acusa son de mucha mayor gravedad y en ellos está implicado su señor padre.
*La parada versallesca de Trump y el alboroto que provocó son un mensaje para Ron DeSantis. Ojalá le preste atención, que la vida y la política seguirán más allá del 2028.
*Cada vez escribo con más dificultad y me temo que con menos calidad. Los años no perdonan, y menos a mí, que perdón no les he pedido.
*El partido de la CONCACAF entre México y Estados Unidos fue escenario de la peor bronca que yo recuerde en un juego de fútbol. Los americanos golearon 3 a 0 a México, los mexicanos no lo pudieron sufrir y se armó la de Pancho Villa, con cuatro jugadores expulsados, dos por cada equipo. Lo peor fue el público, ferozmente -es el adverbio que corresponde- volcado a favor de los visitantes. Ese público, que hasta “putos” les gritó a los jugadores americanos, no vino desde México para ver el juego; son gente que reside aquí.
*Biden continúa suelto y sin vacunar. Su penúltimo disparate fue anunciar la construcción de un ferrocarril a través del Océano Pacífico, proyecto que espera poner en marcha en su próximo período presidencial. Esto puede parecer ridículo, y lo es, pero sobre todo es preocupante que la ridiculez se origine en el Presidente de los Estados Unidos. Aunque no haya guerra, no se puede vivir en paz bajo el gobierno de alguien así, maldita sea su estampa.
*George Soros pudiera estar enfermo. Ha puesto su Imperio del Mal en manos de su hijo Alex, de quien se dice que es peor que su padre, lo cual dudo. Hay niveles de maldad que son insuperables; entre ellos están los que alcanzó George Soros desde muy temprana edad. Imaginen un adolescente judío que les sirva de chivato a los nazis. Ya es un nonagenario, así que debe irse preparando para comparecer ante Satanás. Toda una vida, una demasiada larga vida dedicada a hacer daño a quienes daño no le hicieron.
Difícil es comprender los motivos del odio de George Soros por América. La única explicación que se me ocurre es que hay personas que nacieron para odiar.
*Breve mirada a Cuba. De la mayor productora azucarera y con una cabeza de ganado mayor por habitante a la versión gigante de las islitas turísticas del Caribe y sede de instalaciones extranjeras de espionaje electrónico. Ni azúcar ni carne; trastos electrónicos ajenos. Tal es la herencia que dejó ese incompetente patán que fue Fidel Castro, ídolo de todos los millones de imbéciles y canallas que no tuvieron que padecerlo y de algunos masoquistas que lo padecieron, esos que son capaces de amar a quienes les hacen la vida un hollejo.
*Bururú-barará, ¿cómo está Miguel? Si es Miguel Díaz-Canel por quien preguntan les diré que encantado de la vida, paseando por Europa. Con la familia. En Italia recibió el cordial recibimiento del Papa Francisco, muy distinto al frío -más bien gélido – trato con que Francisco recibió a Donald Trump cuando nuestro Presidente lo visitó. Por supuesto, todos tenemos nuestras preferencias. Evidentemente, el Papa prefiere a los dictadores comunistas antes que a los gobernantes democráticos. Sin embargo, la reciente ola represiva en Cuba, que ha llevado a cientos de personas a la cárcel no ha sido ignorada por el Pontífice, que le pidió a Díaz-Canel su puesta en libertad. Al Papa, lo que es del Papa.
*Hay cubanazos que no hay forma de que le llamen Putin al gobernante ruso. Siempre lo llaman Putín.
*En los países donde ha existido la esclavitud, los prejuicios raciales son inevitables. “Negros, ni el que fue a Belén”, decía mi abuela María Borja refiriéndose al Rey Mago Baltasar, que negro era. Mucho más agresivo era Ignacio Villa, el simpático y sonriente Bola de Nieve: “Blancos son los inodoros y ya saben ustedes lo que yo hago en ellos”, decía. Sin embargo, las relaciones raciales en Cuba eran mucho mejores que las que prevalecen aquí. Los anglosajones son poco aptos para tratar con personas diferentes. ¿A quién se le ocurre, por ejemplo, que los negros no puedan ocupar ciertos asientos en los vehículos de transporte público?
*Lauren Boebert, congresista republicana por Colorado, una de nuestras muchachas bélicas, ha iniciado un proceso de Impeachment contra el Presidente Biden. Muy Bien. Mientras más tiempo le dedique a defenderse, menos tendrá para planear y ejecutar sus desmanes.
*El Informe Durham ha puesto en evidencia la profunda corrupción del FBI. La institución que fuera un baluarte de la democracia americana se ha convertido en un peligro para ella. Hillary Clinton también sale muy mal parada, pero su perversa condición sólo es ignorada por quienes son capaces de ignorar lo evidente.
*Ser viejo plantea muchas limitaciones, aunque yo no me quejo, que peor es estar muerto. Pues sí, se le ocurren a uno buenas ideas y no las puede poner en práctica por limitaciones impuestas por la vejez. Por ejemplo, se me ha ocurrido un proyecto sobre las actividades violentas llevadas a cabo por cubanos en tierra ajena, desde las andanzas de Domingo Goicuría en Centroamérica a mediados del siglo XIX a las de Patricio de la Guardia en África ciento treinta años después, pasando por la Guerra Civil Española -en la que participaron 1 100 cubanos- y las incursiones en Argelia, el Congo, los Altos de Golán, Etiopía; en fin, toda esa especie de locura bélica en una nación cuyo protagonismo ha sido un fenómeno peculiar, quizás único en el mundo moderno, una vocación por la aventura imposible de encontrar en otras naciones pequeñas.
Un tema fascinante, pero ya no para mí, que apenas puedo escribir una sección de notas una vez a la semana.
0 comentarios