Intolerancia a la lactosa,  o no toda la leche es buena

Written by Libre Online

31 de agosto de 2022

Un gran porcentaje de la población mundial sufre de intolerancia a la lactosa, un mal que no es severo para la salud pero que tiene implicaciones molestas y, a veces, incluso, perjudiciales para la vida diaria. Saber cuáles son los síntomas y los alimentos que no se deberían consumir, podría evitar esos episodios en los que el organismo se rebela.

Isabel Martínez Pita

Son muchas las personas que sufren de intolerancia a la lactosa, es decir, que no pueden digerirla ni absorberla, debido a la ausencia o escasa presencia de lactasa en su organismo, bien por nacimiento o adquirida en el tiempo.

La ausencia de lactasa impide al organismo asimilar la lactosa y a consecuencia se produce una alta concentración de esta azúcar que arrastra líquido hacia el intestino delgado, produciendo diarrea acuosa que pasa posteriormente al intestino grueso, donde es fermentada por bacterias, y se producen gases que causan flatulencia, hinchazón y cólicos abdominales.

INTOLERANCIA SECUNDARIA 

O ADQUIRIDA

La falta de lactasa hereditaria puede llegar a ser permanente, pero si se trata de una deficiencia adquirida podrá ser transitoria y su origen se puede deber a ciertas patologías o situaciones concretas como malnutrición o la ingesta de medicamentos que causan una supresión de las reservas enzimáticas en el tracto digestivo.

Ivan Fajardo, médico y cirujano, profesor de la Universidad de San Carlos de Guatemala, señala en su estudio, “Intolerancia a la lactosa”, algunas de las causas que pueden provocar la ausencia de lactasa en el organismo:

“Infección gastrointestinal. Se trata de un episodio agudo de gastroenteritis infecciosa que conlleva un daño en la mucosa y microvellosidad del intestino».

«Medicamentos. Hay cierta gama de fármacos que pueden dar como resultado un daño mucoso en el tracto gastrointestinal. Algunos de éstos son aspirina, antiinflamatorios no esteroides (AINES), antibióticos, etc».

«Enfermedad crónica del intestino delgado. Algunos ejemplos son malnutrición, enteritis actínica, gastropatía diabética. Algunas personas celíacas pueden también presentar este cuadro, por lo que se desaconseja el consumo de lácteos a quienes padecen de esta enfermedad”.

DEFICIENCIA CONGÉNITA DE LACTASA

Cuando esta deficiencia es genética aparece en el nacimiento y su diagnóstico se puede hacer en los primeros años de vida. Generalmente, esta clase de intolerancia se encuentra muy ligada a la raza o pueblo étnico del que se proceda. En este caso, esta deficiencia puede ser trasmitida de generación en generación.

Existen porcentajes calculados a nivel de la población mundial que muestra que el 80 %, entre los que se incluyen el 95-100 % de los indios americanos, y el 80-90 % de negros, asiáticos y mediterráneos, sufren intolerancia a la lactosa en mayor o menor grado, y muchos de ellos presentan síntomas similares al síndrome de intestino irritable.

En cuanto a la diferenciación por sexos no existen prevalencias y en el 45 % de las mujeres embarazadas que presentan este trastorno, éste mejora a lo largo de la gestación.

SÍNTOMAS Y DEFENSAS

La sintomatología de mayor importancia a este padecimiento suele causarla la ingesta continuada de productos lácteos o alimentos que contengan lactosa, y estos síntomas son pérdida de peso, desnutrición, mala absorción, erupciones cutáneas o crecimiento lento en niños.

Algunos síntomas de menor trascendencia son los que aparecen de los 30 minutos a las dos horas después de haber consumido alguno de estos productos que contengan lactosa, y que generalmente van acompañados de flatulencia, cólico intestinal y diarrea, y éstos desaparecen entre 3 y 6 horas más tarde.

Para ello, hay que tener en cuenta que los productos lácteos “reducidos en grasa” o los “libres de grasa” generalmente tienen un porcentaje ligeramente alto de lactosa. Además, por lo general, los productos reducidos en grasa tienen con frecuencia varios derivados de la leche, tales como sólidos lácteos agregados a éstos para incrementar la dulzura, lo que produce también un incremento en el contenido de lactosa.

Fajardo incide en algunos de los alimentos consumidos con asiduidad y de los que deberíamos conocer su porcentaje en lactosa:

Leche.- La leche humana tiene el porcentaje más alto de lactosa, alrededor del 9 por ciento. La leche de vaca no procesada contiene 4.7 por ciento de lactosa. Las leches no procesadas de otros mamíferos contienen porcentajes similares de lactosa.

Mantequilla: A menos que en su proceso de elaboración se le agreguen sólidos lácteos, este producto no contendrá lactosa.

Yogur.- La gente puede tolerar mejor el yogur preparado de la manera tradicional que la leche. Sin embargo, muchas marcas comerciales contienen sólidos lácteos que incrementan el contenido de lactosa.

Quesos.- Los quesos duros preparados tradicionalmente  y los quesos madurados suaves, pueden crear menos reacción que la cantidad equivalente de leche debido a su proceso de elaboración. La fermentación y el alto contenido de grasas contribuye a disminuir la cantidad de lactosa. Sin embargo, algunas marcas comerciales de queso, elaborados por métodos modernos no tienen las mismas propiedades reductoras de lactosa.

LACTOSA EN PRODUCTOS NO LÁCTEOS

Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los productos industriales, la lactosa se utiliza como aditivo comercial para mejorar su textura, sabor y por sus cualidades adhesivas.

Así, podemos encontrar lactosa en alimentos tales como salchichas, carne rebanada, patés, sazonador en polvo, margarina, pan rebanado, cereales para desayuno, frutos secos, medicamentos, comidas preparadas, sustitutos de la comida (polvos y barras) o suplementos de proteínas.

Sin embargo, la industria láctea ha creado productos de calidad bajos en lactosa o libre de lactosa para reemplazar a la leche normal, producida en origen por las vacas. Así, las leches obtenidas de plantas y sus derivados son las únicas 100 % libres de lactosa (leche de soja, leche de almendras, leche de avena, leche de arroz o leche de cacahuete).

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