¡Qué estupido fui! El hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra, que comete el mismo error, dos veces.

Ya me había molestado siete años antes cuando creía que tendría mi esperado varón y nació Ana Julia. Y ya estaba totalmente repuesto y feliz con mi primera niña.

Pero, de nuevo -en agosto de 1974- reincido en la grave equivocación de volver a desesperadamente esperar a Esteban III. Y vuelvo a sentirme estúpidamente -por unos días- decepcionado.

Eso fue hasta que Sandy me lanzara la primera sonrisa, hasta que le tomé la manita por primera vez, hasta el glorioso día en que para congraciarse conmigo coincidió con su hermana en decirme: “¡Yo soy cubana de Güines, papi!”

Y hoy 50 años más tarde les aseguro que a ella y a su hermana Ana no las cambio ni por 20 millones de varones junto a todo el oro del mundo.

Dudo que un hijo macho me hubiera brindado tanto amor, comprensión y alegrías como esas dos muchachitas.

Ahora es al revés, cada vez que me encuentro con un padre que solo ha tenido hembras lo felicito de todo corazón. Porque el hombre no aprecia completamente a las mujeres hasta que tiene hijas y nietas.

Y en este instante estoy desesperado porque se despierte para felicitarla, darle las gracias por haberme dado 50 años de felicidad.

Happy Birthday Sandy, you make me very happy.