Hace 92 años… Nació en Matanzas el danzonete

Written by Libre Online

9 de junio de 2021

Aquí se cuenta cómo un compositor y ejecutante notable de danzones, al sufrir el desprecio del público hacia el baile nacional, se dio a la tarea de crear un muevo baile de salón que detuviera el avance arreador del son.— Aniceto Díaz, un músico cubanísimo y un hombre sencillo de vida laboriosa y honesta, al ver cómo los bailadores daban la espalda al danzón, concibió un baile que, sin dejar de ser un poco «danzón» fuera también «son». Y su «danzonete», al ser estrenado el 8 de junio de 1929 en el Casino Español de   Matanzas  salvó   los  ritmos   más típicamente cubanos.

Por Don Galaor

Fotos: Ch. Seiglie y del Archivo de ANICETO  DÍAZ

ANICETO DÍAZ había sido contratado con su orquesta de danzones para tocar en un baile que Se celebraría en Alacranes. Transcurría el mes de mayo del año 1929. Aniceto Díaz, ya venía observando que el danzón perdía entusiastas. Y para aquel baile de Alacranes, los organizadores también habían contratado al Septeto Habanero, que en La Habana estaba causando furor entre los bailadores.

Aquel domingo, se encaminó Aniceto Díaz con sus músicos a la ciudad de Alacranes. Iban con él su hijo Aniceto Díaz, Domingo Becerra, Angel Barani, José Claro Fumero, Juan de Arenas, Gustavo Lamothe, Félix Luis Arias, Rubén Vázquez, ‘Chacho” Prado y Pedro Díaz. La llegada a Alacranes debía proporcionarle la primera desazón. Casi toda la población estaba en el parque esperando a  los músicos. Pero no a Aniceto y sus acompañantes, sino a los componentes del Septeto Habanero.

—«¿Qué es esto, caballeros? —Exclamó uno.

—Ni se ocupen,— dijo otro. —Vamos a unirnos a los del Septeto y nos cogemos el recibimiento para nosotros.

-Nada de eso, aconsejó Aniceto Díaz. Nosotros, por nuestro camino al local donde se celebrará el baile. Ese recibimiento no es para nosotros.

Había en las caras, en los gestos, en las palabras, el desaliento natural. Las multitudes, cuando se trata de demostrar una predilección, no se detienen a considerar el daño que producen a los que posterga.

—Lo que sufrimos en aquel baile, no podrá usted suponérselo nunca, Don Galaor, me dice Aniceto— Cuando tocábamos, apenas si salían a bailar cuatro parejas. En cambio, cada número del Septeto era recibido con aplausos y frases de entusiasmo. Y no los dejaban terminar. De regreso a mi casa, le dije a mi esposa: —Vieja, el danzón se acabó. Tengo que inventar algo que nos permita subsistir, porque con el danzón nos moriremos de hambre.

Un mes después, en junio de 1929, nacía el danzonete, en un baile organizado por el Casino Español de Matanzas.

Estamos conversando en la casa del compositor, allá, por Santos Suárez. Aniceto es un hombre dinámico, nervioso. Su conversación es ligera, anecdótica, amena. Apenas si tuve que hacerle preguntas, porque su vida entera está en sus anécdotas musicales.

La música ha sido desde niño mi obsesión.— Me dice. —A ella dediqué mis mejores años.

—¿Nada más que sus mejores años?

—Bueno. Lo correcto es decir que a la música dediqué todos los años de mi vida. En 1902 yo tocaba ya un instrumento que hoy no se usa, el Figle,  como componente de la orquesta del maestro Miguel Failde el Inventor del danzón y matancero como yo.

Es todo recuerdos el maestro Díaz. Su charla va de un recuerdo a otro, formando una especie de biografía. No hace falta que yo le pregunte. Un nombre, una fecha, un título le sugiere de inmediato nuevo tema a tratar. Por eso, al mencionar a Failde, insistió en sus comienzos de músico.

—Muchos años toqué con la orquesta de inventor del danzón, por quien yo sentía una devoción sin límites. Pero se hacía preciso que yo me independizara. Los años no pasan en balde, y yo quería demostrar que también podía tener mi orquesta y dirigirla.

—¿Y tuvo usted su orquesta?

—Tuve mi orquesta: un timbalero, un banjo, un güiro, un trompeta, dos violines, un trombón, dos saxofones, un pianista y un contrabajo y mi flauta. Afortunadamente, fue acogida con general beneplácito donde quiera que actuaba. Pero…

—Pero… ¿qué?

—Verá usted. La orquesta típica de danzones, que llamábamos orquesta francesa, entró en completa decadencia al hacer su aparición el sexteto y el septeto que invadieron la isla de “son”. Así fue como nos sorprendió aquel baile de Alacranes. Y así fue como, en un momento de suprema angustia ante la agonía del danzón, yo concebí el danzonete.

—¿Pero tenía usted una idea de lo que iba a hacer?

—Sí, desde luego. Yo había observado el disgusto que causaba en las parejas el cambio forzoso a que el danzón obliga cortando el último trío, cuando los bailadores están más embullados, para volver a la introducción. Por su parte, el son, se había ganado la preferencia del público. Y el son no exigía descansos. Era seguido. La pareja se entregaba a su ritmo sin pensar en interrupciones.

Todavía quiere ser más explícito y dice: —La danza clásica que inmortalizó a nuestro gran Cervantes, dentro de las exigencia del bailable, ofrecía un fondo de alto valor musical. El danzón dejó en mi el resquemor de esa introducción que le era odiosa a los bailadores del son. En el danzonete. en cambio, tenemos que, de factura similar al danzón, su música es continua y por tanto las parejas se deleitan al bailarlo.

—¿Lo estrenó usted con fe en el triunfo?

—No lo crea. Cuando estrené mi nuevo ritmo lo hice con el natural temor de que no gustara. Pero tuve suerte. Mi primer danzonete. “Rompiendo la Rutina”, fue un éxito clamoroso y la orquesta tuvo que repetirlo hasta tres veces.

En Matanzas se ha

creado un nuevo

ritmo de salón

Como su antecesor, el danzón, el danzonete nació en Matanzas. Se tocó por primera vez, en el Casino Español de esta ciudad, el 8 de junio de 1929. Rápidamente, invadió la Isla. Compitió con ventaja con el son, el ritmo caliente que nos había venido desde Oriente, arrastrando a su paso la cadencia amorosa del danzón. Tuvo un momento estelarísimo en la clara voz criollísima de Paulina Alvarez, que fue proclamada la Emperatriz del Danzonete y después  se fue a hacer compañía al danzón, en los guateques de tierra adentro. Las grandes ciudades lo olvidaron. Los maestros que los componían mantenían la tradición tocando danzón y danzonete cada vez que les era permitido. Pero el momento bullanguero del mambo, con el son, la conga y la guaracha, los había opacado.

El danzón tuvo un resurgimiento glorioso en lo que va, poco más o menos, de un año. Al acercarse las bodas de plata del danzonete, nos dimos a la búsqueda de su creador, el maestro matancero Aniceto Díaz.

—Vive en Matanzas —me dijo alguien.

Y allá nos fuimos Charlie Seiglie y yo. Al Casino Español y al Liceo. En todas partes nos informaron que Aniceto Díaz estaba residiendo en La Habana.

Roberto Rodríguez, el empresario de los éxitos, supo de su estancia en la capital. Y aquí estamos. Escuchando su plática atropellada Como si temiera que el tiempo fuese poco para tanto que quiere contarnos.

—Le debo mucho al periodista Raúl Amieva, que dirigía el periódico matancero “El Comercio”. Le había pedido su cooperación con un pequeño suelto que hablara de mi nuevo ritmo. ¿Sabe? Como se piden estas cosas a los periodistas amigos. Un suelto en un periódico, ayuda siempre. Y Amieva se hizo eco de la aparición del danzonete ¡hasta en la primera página de “El Comercio”!

No pudo contenerse Aniceto y me trajo uno de loa periódicos que hablaba, en primera página, de la aparición del danzonete. Tiene fecha 5 de junio de 1929, y dice entre otras cosas:

“Uno de nuestros más valiosos músicos, que a sus extraordinarias facultades une una excesiva modestia, el señor Aniceto Díaz, compositor que ha demostrado su inspiración y fecundidad con danzones, valses, foxtrots y sones debidos a su pluma, está llamado a causar una verdadera revolución musical en nuestra patria, por haber creado un nuevo ritmo de música bailable, que se diferencia esencialmente del danzón y el son”.

“El Maestro Aniceto Díaz ha denominado a este nuevo bailable. “Danzonete”, y se propone ejecutarlo por primera vez en público, durante el baile que se llevará a efecto en el Casino Español, el próximo sábado, día 8.

Y termina así el suelto de primera página de “El Comercio”:

“Si con esta creación suya obtiene Aniceto Díaz el éxito que es de esperarse, cabrá a Matanzas la honra de que hayan sido hijos suyos los creadores de dos bailes nacionales: el Danzón, debido al talento de Miguel Failde, y el Danzonete, de este autor contemporáneo…”

En estos días de 2021, en efecto, arriba a sus 92 años de existencia, el danzonete.

Su ritmo aún está bailándose. Y se bailará toda la vida, como se bailará el danzón, porque en ellos está condensado el espíritu fiestero del cubano.

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