Govantes y Cabarrocas dos grandes constructores cubanos

Written by Alvaro J. Alvarez

1 de octubre de 2024

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Estos dos señores arquitectos tenían su oficina de proyectos de ingeniería y arquitectura en 5ª #507 en El Vedado y conformaron uno de los estudios de arquitectura más famosos (sino el más) que se recuerda en la Isla.

Evelio Govantes Fuertes, era ingeniero y arquitecto y su socio Félix Cabarrocas Ayala era arquitecto, aunque su prestigiosa firma estaba localizada como Ingenieros Civiles.

Govantes nació en Santa Clara el 14 de septiembre de 1886. Su padre José María Govantes Aldana, su madre Mercedes Fuertes y Sánchez-Quirós.

En la Universidad de La Habana se graduó de arquitecto en 1907. 

Vocal de la Asociación de Propietarios de Miramar y Consejero Consultivo de 1952 a 1955. El 16 de agosto de 1942, Batista lo nombró Ministro de Obras Públicas.

Miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras.

Murió el 10 de marzo de 1981 en Miami.

En 1926, el profesor de arquitectura Pedro Martínez Inclán había hablado sobre la necesidad de reivindicar la imagen de La Habana y potenciar su “singularidad”, con ello, se refería Martínez Inclán a la necesidad de rescatar la singularidad arquitectónica de la ciudad colonial en la cual el estilo español de sus calles y plazas se correspondía con el de sus edificios barrocos. Para él, el barroco hispanoamericano tenía ese carácter completamente individual, según sus palabras, “por ser la arquitectura tradicional de América Latina; por ser capaz de producir bellos y originales monumentos, tratados por artistas como verdadera inspiración, porque es el que mejor conserva nuestra apariencia de pueblo latino”.

En 1916 la firma proyectó el Hospital General Freyre de Andrade (llamado de Emergencias) en Carlos III entre Espada y Hospital, cuya construcción acometió el arquitecto Rodolfo Morari, dentro de los cánones del clasicismo. 

En 1924 terminó la construcción el Palacio de las Cariátides, proyectado para la sede del exclusivo Unión Club, para hombres de la alta sociedad. Situado en Malecón #17 entre Prado y Capdevila. La ejecución de la obra corrió a cargo de la firma de contratistas cubanos Arellano y Mendoza. 

El 23 de Julio de 1923, con licencia de la Alcaldía Municipal de La Habana, se iniciaron las obras del inmueble cuya inauguración tuvo lugar el 30 de noviembre de 1924. Desde ese momento se convirtió en una de las edificaciones más señaladas de nuestro Malecón, sobre todo por los elementos decorativos que adornan su fachada y que la convierten en una de las más suigéneris de La Habana. Sus hermosas cariátides aún hoy llaman la atención, así como la sabia decisión del uso de un material que ha resistido durante más de 90 años la acción corrosiva de su cercanía al mar.

El presidente del Union Club durante una larga etapa fue Regino Truffin, quien fuera dueño de los terrenos donde surgió Tropicana.

A partir de 1925 la firma Govantes y Cabarrocas retomó el proyecto, iniciado en 1917, para la construcción del Capitolio Nacional. Se modificó el diseño inicial para otorgar mayor relieve y monumentalidad a componentes como la escalera y la cúpula y se introdujeron nuevos elementos como las grandes pilastras de los pórticos laterales. 

El edificio, cuyo costo alcanzó 17 millones de pesos, se inauguró el 20 de mayo de 1929, durante el gobierno de Gerardo Machado. 

En 1928 Govantes y Cabarrocas acometieron una nueva obra: la residencia del Dr. Juan Pedro Baró (1861-1940) y su esposa, Catalina Lasa (1875-1930), en Paseo entre 17 y 19. Ambos arquitectos diseñaron el exterior, al estilo del Renacimiento italiano. En el interior, la decoración Art Decó corrió a cargo del diseñador francés René Lalique y los jardines al decorador francés J. C. Forestier.

La firma recibió el gran premio de La Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla donde participaron Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Marruecos, México, Perú, Portugal, Uruguay y las regiones españolas. 

La Exposición se inauguró el 9 de mayo de 1929 y cerró el 21 de junio de 1930. Su objetivo era mostrar la hermandad entre España, Hispanoamérica, Estados Unidos, Portugal y Brasil.

La arquitectura cubana incursionó en la Exposición con un proyecto muy logrado, siendo el Pabellón Cubano de los que han sobrevivido a nuestros días de los hechos para esta exposición y actualmente pertenece a dependencias de la junta de Andalucía que lo restauró no hace muchos años, con más sobriedad y coherencia formal que el anterior edificio. El escogido para Sevilla fue diseñado por una de las mejores firmas cubanas que ha dejado huellas en La Habana, la de los arquitectos Govantes y Cabarrocas y por el que lograron un gran premio.

Recurriendo a la arquitectura habanera, el Pabellón Cubano aún hoy conserva el sello de un esmerado trabajo, un portal con arcos y columnas similares a los que rodean la plaza de la catedral, balcones y balaustres de madera que rememoran al Siglo XVIII, pero es en el interior donde este bello edificio se hace más espectacular, artesonados en el techo hechos con maderas preciosas cubanas, recubrimiento en las paredes y la majestuosidad de la escalera, denotan un derroche de virtuosismo propio de la obra de estos arquitectos.

En 1929 realizaron el proyecto en los terrenos de las fincas Doña Juana y Santa Rita, propiedad de Gerardo Machado para la construcción del barrio obrero Ludgardita, en el área industrial de Rancho Boyeros. Primero de su tipo en Latinoamérica, el proyecto constaba de 100 viviendas con servicios de guardería, colegio, hospital, teatro Paramount, escuelas, oficina de correos, estación de ferrocarril, entre otras instalaciones. 

Lutgardita fue el segundo Reparto Obrero del país (el primero fue Pogolotti, en Marianao, construido en 1911 por el presidente José Miguel Gómez). Gerardo Machado, presidente del país desde 1925 hasta 1933, decidió su construcción en 1928, al calor de la Reforma Arancelaria y del Plan de Obras Públicas que él implementara. Lo llamó así en honor a su madre Lutgarda.

De tipo urbano industrial, distinto al resto del municipio por la uniformidad de sus edificaciones con paredes de repello rústico o granuloso (salpicadas, que semejan no estar terminadas), las fábricas se integraron al entorno y con las viviendas e inmuebles para diferentes servicios públicos formaron un conjunto arquitectónico agradable.

Lutgardita quedó inaugurado en enero de 1929, a cargo de los arquitectos Manuel Pérez de la Mesa y Luis Echevarría y la firma Govantes y Cabarrocas. 

En 1930 la firma ejecutó la remodelación del Palacio de los Capitanes Generales, antigua sede de los representantes del gobierno colonial español en Cuba y situado en la calle Tacón y O’Reilly. Desde 1920 el edificio albergaba la sede del Ayuntamiento de La Habana y, colmado de oficinas y dependencias metropolitanas, estaba en pésimo estado de conservación. Govantes y Cabarrocas, con el asesoramiento de José Manuel Ximénez, emprendieron una remodelación capital, que incluyó reparaciones en el interior del palacio, muros, techos, pisos, carpintería, escaleras, instalaciones eléctricas. Se restauró, además, el monumento dedicado a Cristóbal Colón que desde 1862 se levantaba en el centro del patio. 

En 1925, el arquitecto Pedro Martínez Inclán comentaba que este Palacio era el mejor edificio que había legado la colonia y que sería el que representara a la ciudad “por razones de antigüedad e historia”. Con todo esto, una vez realizado el encargo, la restauración de las obras comenzó en 1927. En un artículo publicado por esta fecha en la revista El arquitecto, Evelio Govantes dio a conocer los objetivos y algunas de las obras que se llevarían a cabo en el palacio, basado en una profunda investigación histórica y en la consulta de los planos de las intervenciones y testimonios sobre las características de este.

El Hospital de Maternidad América Arias (esposa del presidente José Miguel Gómez) en la calle G entre Línea y 11, en los terrenos seleccionados para su construcción existió anteriormente un campo de béisbol, lugar donde se cuenta, fue realizado el Primer Campeonato Cubano de Béisbol, en la segunda mitad del siglo XIX.

Fue edificado por los dos arquitectos, con una fuerte estructura de acero y hormigón. Sus exteriores, recubiertos en piedra de Jaimanitas y ladrillo, ofrecía una apariencia muy propicia para su entorno.

La edificación fue diseñada rectangularmente, con una rotonda central articulada a su alrededor, conformada por columnas de influjo románico, rematado en su cumbre con una vidriera de cristales de colores, a modo de lumbrera, mediante la que se da paso a la luz natural hacia su interior. Alrededor de los cuatro patios interiores, que le proporcionan ventilación, se ubican los indispensables salones, consultas, laboratorios, etc.

Para embellecer sus áreas verdes se colocaron allí algunas esculturas realizadas por el propio Cabarrocas y fueron sus propios arquitectos quienes también realizaron la ampliación que requirió la edificación en el año 1957, en la cual mantuvieron el mismo característico estilo.

El edificio se define, desde el punto de vista estilístico, dentro de una línea moderada del Art Decó, con una fuerte ascendencia de la arquitectura románica, con lo que se concilian dos tendencias muy frecuentes en esa época.

Recordemos que el Art Deco llegó a Cuba en los años 20, donde encontró un espacio para sus numerosas expresiones artísticas y extendió rápidamente su presencia en las diferentes estructuras arquitectónicas tales como teatros, cines, residencias, edificios de apartamentos y hospitales, como el que nos ocupa y algunos más.

Entre 1944 y 1948 proyectaron el Museo Nacional de Bellas Artes, en la Avenida de Bélgica (Zulueta) entre Ánimas y Trocadero, conformado por volúmenes de hormigón armado, con ventanas horizontales corridas, cajas de escaleras acentuadas y accesos principales monumentalizados, y construido con mármoles y piedra calcárea. En él se destacaron pequeños voladizos con grupos escultóricos de artistas cubanos, entre los cuales es relevante el grupo escultórico forma, espacio, luz, realizado en mármol blanco de Isla de Pinos de la escultora Rita Longa. 

En 1948, otra de sus obras, se inauguró en la Avenida Carlos III #710, el edificio de la Biblioteca de la Sociedad Económica Amigos del País, para conmemorar el 155 aniversario de la fundación de la Sociedad. En la obra se destacaron una torre de almacenamiento, amplias y ventiladas áreas de lectura y un salón de actos. 

En 1957 la firma construyó en la Plaza Cívica, el edificio de la Biblioteca Nacional José Martí, en el cual sobresalían volúmenes diseñados con diferentes escalas, y un volumen central señalado por una verticalidad acentuada con hileras de ventanales. El acceso principal al edificio, de caracteres monumentales, se enfatizó con bajorrelieves en honor de célebres figuras de la cultura internacional. Para su construcción se utilizaron mármoles y piedra calcárea. 

En 1960 concretaron, en la misma plaza, el Palacio Municipal de estilo postnacionalista, con autonomía volumétrica y monumental dentro del urbanismo de la ciudad de La Habana.

En 1928, la firma participó en la construcción de la mansión Dolce Dimora, de estilo renacimiento florentino del coronel, senador y embajador Orestes Ferrara (1876-1972), en San Miguel y Carlos Aguirre, muy cerca de La Universidad.

En Varadero construyeron: en 1930, la mansión Xanadú de Irenée DuPont (1876-1963), la de Manuel Gómez-Mena Waddington (1888-1958), la de Sergio Giquel Echevarría. Otras que formaron parte del orgullo de la firma fue la de Teodoro A. Johnson Anglada (1884-1961). 

Félix Cabarrocas Ayala, nació en Santa Clara en 1887. Se graduó en 1910 de arquitecto en la Universidad de La Habana, además era escultor y dibujante. Tuvo un hermano, José Cabarrocas.

Prefería vestir siempre formalmente con un lazo en vez de corbata. Después de la Primera Guerra Mundial se compró un barco de salvamento el cual transformó en un yate y bautizó con el nombre Canímar, homónimo del río de Matanzas.

Cabarrocas fue quién encontró el mapa antiguo donde aparece el nombre del río Guaybaque, seguramente en honor al cacique indio que vivió en ese lugar. Más adelante, le puso así a la finca familiar, que se transformó popularmente en Bueyvaca, al igual que sucedió con el del río.  

Quizás su obra más mítica o llena de sortilegio y misterios fue el famoso Castillo Cabarrocas enclavado a la vera del menguado río Bueyvaca, en la ciudad de Matanzas.

En 1925 el presidente Gerardo Machado, quien había llegado al poder con un ambicioso plan de obras públicas lo nombró Jefe del Departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de La Habana con la encomienda de embellecer la ciudad.

Durante los años que se mantuvo en ese cargo trabajó estrechamente con el también arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura, Pedro Martínez Inclán (1883-1957). 

Desde 1947, Miembro de Mérito de Escultura de la Academia Nacional de Artes y Letras. 

Quizás su obra más mítica o llena de sortilegio y misterios fue el famoso Castillo Cabarrocas enclavado a la vera del menguado río Buey Vaca, en la ciudad de Matanzas.

Cabarrocas proyectó, además, en solitario, la sede de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.

Edificio del Hospital Infantil Pedro Borrás Astorga, en la calle F entre 27 y 29 en El Vedado fue el primer hospital infantil que tuvo La Habana, construido en 1933 con capacidad para 500 camas. Sus arquitectos fueron Cabarrocas y Govantes.

En 1925, Cabarrocas realizó obras escultóricas como el águila original con las alas abiertas en el Monumento a las Víctimas del Maine, en Malecón y calle 17, que luego fuera destruida por el ciclón de 1926. Por esa razón la segunda tenía las alas más cerradas.

Luego en 1929 en los panteones de Horacio Ferrer, en bronce y del coronel José Álvarez y el Mausoleo de las Fuerzas Armadas todos en el Cementerio de Colón.

El Monumento al Soldado Español, en bronce y mármol en la Loma de San Juan, Santiago de Cuba.

Entre los proyectos quizás menos conocidos quedan sus participaciones en algunos certámenes. Por ejemplo, en el del Sanatorio Antituberculoso de Topes de Collantes, Trinidad, en 1954, que por la calidad reconocida por el jurado se otorgó un cuarto premio al proyecto presentado por la firma Govantes y Cabarrocas.

Félix Cabarrocas tuvo un extremo cuidado ético en nunca presentarse y firmar como arquitecto ningún plano o publicación. Por ejemplo, en el proyecto de plataforma para el Monumento a las Víctimas del Maine, se identifica como autor de este. Rechazó, por no creer merecerlo, el título Honoris Causa que la Universidad de La Habana le propuso.

Félix, vivía en la casa de su padre en la calle M entre 21 y 23, en El Vedado, la cual había diseñado. Durante muchos años tuvo su oficina en los altos del Teatro Payret, hasta mudarse para el segundo piso de una vivienda de esquina sureste, en 5ta y 2, en El Vedado. 

Tanto Félix como José, vivieron su infancia en una casona quemada por los españoles durante la Guerra de Independencia, en el sitio del litoral matancero conocido por Guaybaque. 

Fue en ese lugar donde luego Félix levantó su castillo, un refugio en forma de torre de piedra en vista, en un paraje espectacular. Una escalera interior permitía la circulación vertical hacia abajo, a una cueva intervenida también por Félix, con salida a la ensenada y playa cercanas. Hacia arriba conducía a las habitaciones con espléndidas vistas. 

Otro proyecto poco divulgado es también de los años 20, de una edificación llamada Edificio Corporativo, en el Paseo del Prado de La Habana, que nunca se construyó, pero fue un adelanto de lo que mucho más tarde conoceríamos como edificio de propiedad horizontal y que ofrecía toda una infraestructura para resolver las necesidades de los residentes.

Félix Cabarrocas participó también en Exposiciones Colectivas, entre ellas:

1916-1917, Salón de Bellas Artes. Academia de Ciencias de Cuba.

1935, Exposición Nacional de Pintura y Escultura, en La Habana.

1938, Salón de Otoño, Círculo de Bellas Artes.

1939, XXI Salón de Bellas Artes, Círculo de Bellas Artes, La Habana.

1940, Latin American Exhibition of Fine Arts and Applied Art, Riverside Museum, Nueva York. 

1941, Exposición de Arte Moderno y Clásico, del Ayuntamiento de La Habana.

1955, Sala Permanente de Artes Plásticas de Cuba, Palacio de Bellas Artes, La Habana.

Premios otorgados:

En 1915, el Premio del Concurso Internacional para el Monumento a las Víctimas del Maine. En 1919, el Segundo Premio del Concurso Monumento a Máximo Gómez.

En 1935, el Premio de la Exposición de Pintura y Escultura de La Habana.

Félix Cabarrocas Ayala, falleció el 29 de abril de 1961, su sepelio se efectuó el 1° de mayo y cuando el cortejo fúnebre iba hacia el Cementerio de Colón, como capricho del destino, se detuvo frente al Monumento a las Víctimas del Maine, diseñado por él, en ese momento las turbas castristas estaban quitando el águila de bronce situada en su parte más alta.

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