Flores y elogios para el “Titán de Bronce”

Written by Germán Acero

15 de diciembre de 2021

“Hay que rescatar el legado de Maceo en el gran camino hacia la libertad de Cuba”, gritaron en coro los asistentes a un acto patriótico en el Parque Maceo, el pasado martes, tras colocar una ofrenda floral en la estatua de este prócer  cuyo ideario y pensamiento fue la libertad por Cuba.

 “Maceo fue un valiente luchador y un consumado estratega Veterano de la Guerra Grande, a la que se incorporó el 12 de octubre de 1868, donde aprendió a pelear, desde el puesto más humilde, de soldado, llegó al más alto, o sea el de general”, recordó Ángel González.

González, quien organizó un acto en honor de este valiente héroe, destaco la lucha de Maceo en las campañas de Oriente y Camagüey, del 68 al 76, donde ayudó también a terminar la Guerra de los Diez Años, donde sobresalieron otros insignes caudillos.

“Ángel resaltó, en un improvisado discurso, el valor guerrero de Maceo en los campos de Cuba, después de la protesta de Baraguá, en mayo de 1878, donde su hoja de servicio ostentaba 800 acciones de guerra, 22 cicatrices en su cuerpo, el diploma de Mayor General y ¡83 años de edad! “.

“En la Guerra del 95, desde el 1° de abril de ese año en que desembarca en Duaba, a bordo de la goleta cuyo nombre —Honor— era un símbolo perfecto de la vida y el carácter de Maceo, hasta el 7 de diciembre de 1896 en que murió en San Pedro, donde dirigió 119 acciones de guerra”, recordó.

“De una familia de 12 hermanos, aprendió a manejar las armas de manos de su padre Marcos Maceo, mientras que su madre, Mariana Grajales, le inculcó la disciplina que llevaría sobre sus hombros en la vida en las tropas del Ejército Libertador”, expresó Ángel.

“Su compañero de luchas, el Apóstol de Cuba, José Martí, describía una ocasión en la que Antonio Maceo llegó a las manos de su madre gravemente herido: “Fue un día en que traían a Antonio Maceo herido; le habían pasado de un balazo el pecho: lo traían en andas, sin mirada, y con el color de la muerte”, relató ángel esa anécdota de Maceo.

“Las mujeres todas, que eran muchas, se echaron a llorar, una contra la pared, otra de rodillas, junto al moribundo, otra en un rincón, hundido el rostro en los brazos. Y la madre, con el pañuelo a la cabeza, como quien espanta pollos echaba del bohío a aquella gente llorona: “¡Fuera, fuera faldas de aquí! ¡No aguanto lágrimas!”, escribió Martí.

 “Entre las batallas en las que participó durante la conocida Guerra de los Diez Años, el hecho histórico que demostró la intransigencia revolucionaria del Lugarteniente General Antonio fue la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878”, narró González.

“El Pacto del Zanjón, firmado el mes anterior por varios luchadores independentistas, proponía entregar las armas para alcanzar una paz, pero sin independencia. Maceo se opuso a ello y, en entrevista con el General español Arsenio Martínez Campos, afirmó: “No acepto deponer las armas sin haberse proclamado la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud”, traja colación esta anécdota.

“Y no aceptó. No claudicó. La lucha armada continuaría en Cuba. “En el momento en que aquella lucha de diez años iba a terminar, surge aquella figura, surge el espíritu y la conciencia revolucionaria radicalizada, simbolizada en ese instante en la persona de Antonio Maceo, apodado el “Titán de Bronce”.

“Luego de fracasar la guerra por falta de unidad entre las entonces fuerzas combatientes, además de otros factores, Maceo viaja a Jamaica. Luego lo hace a Costa Rica, donde se encuentra con Martí en 1893 para reanudar la lucha en Cuba. El Apóstol sabía, y así lo expresó, que Maceo tenía “tanta fuerza en la mente como en el brazo”, insistió Ángel.

“Tras un período conocido como Tregua Fecunda o Reposo Turbulento, en el que se organizó una nueva guerra en la Isla, Maceo regresa a Cuba en una embarcación el 1 de abril de 1895 para participar en la Guerra de 1895. El Titán de Bronce fue investido con el cargo de Lugarteniente General de las armas cubanas (segundo al mando)”, expresó.

“En la nueva contienda fue protagonista, junto al mayor general y jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez, de una proeza militar en la historia de Cuba: la invasión de Oriente a Occidente, con la que pondrían en pie de guerra a toda la nación”. insistió.

“Entre 1895 y 1896 desarrolla su labor en la provincia de Pinar del Río y, cuando se dirige hacia La Habana de paso rumbo a la zona de Las Villas para reunirse con Gómez, ocurre el combate en San Pedro, municipio de Punta Brava, que acabó con la vida de uno de los próceres independentistas cubanos más destacados, hace 124 años”, sintetizó.

“Hasta sus enemigos tuvieron para su personalidad y sus dotes militares, palabras de elogio. Quien fuera capitán general español en la Isla de Cuba y general de los ejércitos realistas, Arsenio Martínez Campos, se refirió sobre Maceo con encomio, admiración incluso”, enfatizó.

“Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste, y de idea cauta y sobria”. Así lo describía José Martí. Así recuerda Cuba este 7 de diciembre a su “Titán de Bronce”, concluyó González.

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