¡FELIZ DÍA, PAPÁ!

Written by Libre Online

16 de junio de 2021

DENTRO del nuevo tipo de fiesta social que se ha generalizado en los últimos tiempos —los días de las profesiones, actividades y categorías sociales en general—, el Día de los Padres representa, más que otro alguno, un homenaje a la responsabilidad. Pues no hay otra que signifique tanto para la sucesión de las generaciones humanas, como la función paterna, a condición de que se lo tome en todo su trascendencia.

Mantener y proteger a las criaturas es cosa elemental, que los mismos animales realizan cumplidamente. Orientarlas, servirles de guía en el incierto y complicado escenario de la vida, brindarles consejo y apoyo en sus dificultades y tribulaciones, señalarles metas morales e inyectarles el sentido de la ascensión personal y el deber hacia sus semejantes, es la tarea del ver dadero padre.

Cada uno de ellos la desempeña, en grado variable; a ninguno se le escapó completamente la tremenda exigencia y la inflexible deuda contraída al traer al mundo nuevos seres. Y ese cometido de suprema importancia espiritual es el que genuinamente debe honrarse en el Día de los Padres; es el que palpita en el reconocimiento de cada hijo en esa fecha.

Tanto el mundo como nuestro país atraviesan actualmente una de las épocas más turbulentas y caóticas de su historia. No hace falta pormenorizar su honda crisis, que implica la de toda una civilización: los valores, las ideas, las clases sociales, las naciones, experimentan una violenta transición hacia nuevos modos. En ella vivimos y somos parte inherente. No podemos sustraernos a su influencia, a su repercusión, a su tragedia inevitable, que trastorna almas y consume vidas.

Llega ahora el momento de señalar el difícil y delicado rol paterno, esa enorme responsabilidad cobra caracteres más agudos que nunca cuando los hijos llegan a la confusa, exigente y sincera edad de la adolescencia. El momento en que un joven, despierto y afanoso de claridades, como lo son los de nuestro tiempo, plantea al progenitor cuestiones principalísimas para su vida; por qué andan convulsos y agónicos el mundo ¿qué debe hacerse para remediarlo? ¿cuál es el papel que les corresponde en la forja del porvenir? y ¿qué actitud, de aprobación o repulsa, merecer las realidades que los rodean?: ese instante, que se multiplica infinitamente es el de la gran obligación paternal.

De cómo responda a esos urgentes planteamientos y con qué honestidad vibre su palabra y su consejo depende su autoridad moral.

Bien están lo regalos, las manifestaciones de afecto la patente identificación personal de la muchachada con sus progenitores. Son parte del orden moral del mundo, que subsiste aún en las peores épocas como la contribución cotidiana al equilibrio      social.

Sin ese ingrediente de candor, de lazo entrañable, la existencia privado no podría mantenerse frente a tanta angustia y desconcierto como los que hoy abundan en el mundo.

 Hemos querido fijar en una dimensión mayor, de suprema importancia humana el homenaje anual a la paternidad.

Ojalá la patria por acción y obra de todas las generaciones de diversas edades se haga capaz de brindar mañana a sus juventudes lo único que ellas ansían de veras: una patria mas justa y mejor, como sus fundadores la soñaron.

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